Aquellos que evaden

25.12.2022

"Al derecho eres altruista, invertido eres un mártir. El sacrificio es tu lema y la fragilidad tu estandarte." A. B. Rémeny

Meng Yao escuchó como Qie MingJue se aclaraba la garganta por quinta vez en la última hora, ambos silenciosos. Y a pesar de estar sentados uno frente al otro en la iluminada cocina, MingJue alternaba su atención entre las ventanas que mostraban un amplio y profundo lago en calma, el empapelado y azulejo de las paredes y piso o en los relucientes muebles de pálido gris y negro.

A diferencia del robusto hombre, Meng Yao solo miraba su taza, el oscuro líquido del té enfriándose más y más sin que pudiera dar un solo sorbo. Sentía el estómago demasiado tenso para obligarse a pasar la dulce bebida.

Si al intentarlo terminaba vomitando o calmando su sed, era una apuesta que no haría en este momento, no cuando el hombre al que jamás pensó volver a ver, seguía frente a él.

El carraspeo de la garganta de Qie MingJue lo terminó de agotar de esta ridícula situación.

--- Escuché --- comenzó, tan incómodo que mantenerse quieto requería cada gota de voluntad que tenía --- que te uniste al ejercito hace dos años.

Un largo silencio, antes de que la grave voz respondiera con una ligera ronquera que le hizo sentir peor. Recordaba otros momentos de su vida donde había amado aquella voz.

--- Fue mucho antes que me uní, pero hace dos años es cuando me asignaron a un escuadrón distinto.

--- Oh.

De nuevo se quedaron callados, cada uno perdido en sus pensamientos.

--- ¿Hace mucho que estás aquí?

--- Dos meses.

--- ¿Y sabes cómo salir sin que lo noten?

Meng Yao se tensó, el eco de los recuerdos poniéndolo de un humor extraño.

--- No.

Un chasquido de dientes que solo aumentó aquel oscuro sentimiento que creyó muerto cuando despertó por primera vez en aquella cama con correas dentro de psiquiatrico.

--- A-Yao...

--- No me llames así.

Qie MingJue apretó los puños. Parece que la obstinada frialdad de A-Yao no había cambiado a pesar del tiempo transcurrido.

Como fuera, no tenía tiempo de lidiar con el drama que seguro el otro quería desatar. A-Yao jamás era más feliz que cuando lo sacaba de sus casillas y él se negaba a darle el gusto.

--- Eres demasiado inteligente para no haber notado ya cómo salir de este lugar.

Meng Yao se levantó y tiró el contenido de la taza mientras respondía, lavando la delicada porcelana como pretexto para no mirar a la persona más exasperante del planeta.

--- Me sobrestimas.

--- No, --- MingJue miró la delgada espalda, las estrechas caderas y la palidez de aquella piel --- te conozco, a ti y a aquella tendencia tuya de huír.

La esponja en su mano goteó espuma cuando su mano se apretó.

Había olvidado lo que era discutir con el cabeza dura de Qie MingJue y lo mucho que odiaba su habilidad para alterarlo. Sacaba lo peor de él, aquella parte de Meng Yao que le gustaba creer que no existía.

Odiaba eso de él.

--- ¿Sí? Pues eso no cambia mi respuesta. No sé como salir de aquí y lo mejor será que te resignes.

El chirrido de una silla, el pesado caminar golpeando con la fuerza de balas cuando su exnovio se acercó hasta él. Meng Yao se quedó quieto, sobresaltándose cuando el puño de MingJue golpeó justo a su lado, el corpulento cuerpo a su espalda haciéndole sentir pequeño y frágil.

Este idiota siempre buscaba asustarlo cuando no podía usar la razón.

Estúpido neandertal.

--- Déjate de juegos. Estaba a la mitad de una misión y no solo mi objetivo es quién me trajo hasta aquí, lo hizo sin que pudiera advertir a mi equipo --- Meng Yao giró el rostro en la dirección contraria a la que el cálido aliento tocó su oído --- Si permanezco aquí más tiempo seré marcado y cesado de mi servicio.

Meng Yao trató de dar un paso al costado, pero el otro brazo de MingJue lo impidió, la mano de gruesas venas sosteniendo el otro lado de la barra de cocina para encerrarlo inmóvil. Los años y el entrenamiento no habían pasado en vano para MingJue, su cuerpo había crecido y ensanchado, haciendo de su agresión algo temible. Antes había sido fácil para Meng Yao ignorarlo, sus arranques de mal genio más similares a las pataletas de un niño.

Pero ahora en verdad sintió temor y si existía algo a lo que jamás reaccionó de manera adecuada, era a sentirse vulnerable. Enojado por la intimidación del otro, Meng Yao dejó que parte de su propio enojo saliera.

No demasiado.

Nada discernible.

Solo lo suficiente para evitar darle al otro lo que quería.

--- Es una pena.

--- ¿Disculpa?

--- No se si lo notaste, pero estas personas no son gente común. Si ellos no quieren que te vayas, no lo harás y fin de la historia.

Cansado de la actitud evasiva de A-Yao, MingJue lo tomó del hombro y lo obligó a darle la cara... se sorprendió cuando vio, no aquella burla con la que siempre contestaba a su ira, sino verdadera furia en los claros ojos.

Es verdad, se recordó a sí mismo, este ya no era el joven Meng Yao a quien juró amor.

--- No me importa si son mafiosos o criminales...

--- ¡Son inmortales, pedazo de idiota! --- Meng Yao trató de empujar el ancho pecho, frustrándose cuando obtuvo el mismo resultado que empujar una pared de concreto --- Quienes te trajeron aquí tienen habilidades que no podrías enfrentar ni con toda una armada.

--- Tontearías.

--- Aunque sus doctores también lo creían un loco --- la voz a sus espaldas los sobresaltó en igual medida, aunque por motivos distintos --- esta vez en realidad tiene razón.

Cuando el enorme cuerpo de Qie MingJue se quitó, Meng Yao pudo ver a la persona que había hablado.

Largo cabello castaño hasta la cintura y suelto en su mayoría, se intercalaba con delgados listones de cabello de un negro profundo, recordándole el pelaje de un zorro de los bosques; sus ropas eran un suelto pantalón de vaporosa y oscura tela y una camisa de seda color cobre, con delicados grabados en dorado hilo.

Pero y a pesar de la elegancia de su apariencia, su expresión era algo que contrastaba en demasía.

Los ojos brillaban con un toque platinado que hacían parecer el verde en ellos como una gema de extremada rareza y valor, cambiantes, muy similar a un líquido moviéndose con sinuosa calma.

Meng Yao se estremeció cuando todo en su interior le advirtió del peligro.

Qie MingJue no parecía tan asustado, sin embargo, el recelo era obvio en la forma en que su mano se movió a la cintura, donde el arma se mantenía lista para ser usada.

--- ¿Qué quieres decir?

El hombre se encogió de hombros mientras sonreía con un deje afilado que hizo temblar las piernas de Meng Yao.

--- Solo hay una forma de entrar o salir de aquí y es por voto unánime, solo si todos nosotros estamos de acuerdo, la barrera se abrirá --- de la nada, un abanico de materializó en la mano del otro, lento, como bruma que se condensa hasta tomar su forma, robando las palabras de que MingJue --- no importa cuanto lo intentes, no podrás pasar a través de ella aun si lo intentas.

Con un rápido movimiento, Qie MingJue apuntaba su arma a la frente del traficante.

No sabía cómo había hecho para cambiar su apariencia a tal grado o por qué su antiguo amante estaba aquí, pero no le importaba, todos debían haber perdido la razón, no había otra explicación a todo este absurdo.

--- Abre la puerta o lo que sea que me mantenga aquí --- quitó el seguro de su arma para demostrar cuan serio era al respecto --- tienes tres segundos. Uno...

La burla en ese rostro lo puso de peor humor.

--- Es una barrera, no una puerta.

--- Dos...

Un dedo en el gatillo, su mirada agudizándose hasta notar el más pequeño detalle del traficante frente él.

--- No puedes matarme.

No le importaba sobre quién tuviera que pasar, saldría de aquí. Decidido, Qie MingJue disparó.

El sonido de la detonación quedó ahogado por la espectral vibración de una nota musical.

--- ¿Qué demonios?

Qie Mingjue palideció cuando la bala fue cortada en dos mientras todavía recorría el aire, el impacto de una mitad perforando el panel de la pared y la otra chasqueando contra el azulejo, rompiéndolo y quedando entre el yeso y el cemento.

--- ¿Siempre tienes que complicarlo de manera innecesaria?

Qie MingJue disparó una segunda vez, más por instinto que por un motivo real, pero el hombre que pasaba por la entrada de la amplia cocina detuvo la bala con su mano, sosteniéndola con un borrón de su movimiento como quien atrapa un insecto ruidoso.

Estupefacto, miró el impacto en la pared y en el suelo, luego a su arma todavía un poco humeante.

¿Qué demonios había ocurría aquí? ¿Cómo demonios habían detenido de esa manera las balas de su arma?

<<¡Son inmortales!>>

El eco de la voz de Meng Yao lo hizo dudar de su cordura y mientras su mente era un completo lio, los dos hombres siguieron hablando como si no hubiera nadie más.

--- Yo no lo compliqué, hermano Wei, gege es tan terco como siempre y se niega a escuchar.

--- No puedes evitar que hablen --- Wei WuXian se recargó contra el marco de la entrada, sin ocultar su desaprobación --- es parte de lo que buscamos.

--- No les impedí hablar.

--- Tampoco se supone que intervengas.

--- Hermano Wei, eres demasiado ambiguo, no intervine, solo interrumpí lo que parecía una discusión. --- Nie Huaisang abrió el abanico, mirando a su pálido hermano. El pobre hombre parecía casi verde, de lo pálido que esraba --- si se matan entre ellos todo se arruina.

--- Sabes que eso no...

--- ¡Es suficiente! --- la gruesa voz de Qie MingJue los interrumpió, la ferocidad de su expresión apenas y los hizo parpadear --- Quiero saber qué demonios están tramando y quién eres tú, por qué estas en compañía de este traficante de arte.

Wei WuXian tomó un profundo respiro y se abstuvo de golpear a Nie Huaisang.

Si no hubiera sido por la advertencia de Meng Yao hace un momento atrás, nadie más se habría dado cuenta de las maquinaciones de Nie Huaisang.

Alzó las manos para demostrar que no tenía nada para lastimarlo y miró de frente a un hombre que se parecía demasiado al Nie MingJue del pasado. Sus recuerdos eran un tanto borrosos, pero sabía que el antiguo líder Nie había sido mucho más robusto y feroz, la persona que ahora lo fulminaba con la mirada era un poco más esbelto y en definitiva, más joven.

--- Creo que comenzamos de la manera equivocada. Mi nombre es Wei WuXian.

Nada, solo aquella arma de nuevo apuntando a él aunque había quedado en claro que no servía de nada. Con mucha lentitud, sacó un grueso montón de papeles de la solapa de su túnica, cayendo en cuenta de lo equivocado de su acción cuando vio el desconcierto en la cara del otro.

Hacía tanto que no interactuaba con humanos sin cultivo ni formación, que había olvidado que la gente normalmente no oculta cosas tan grandes entre su ropa, sin que el bulto fuera obvio.

Bueno, lo hecho, hecho estaba. Así que no dijo nada mientras le extendía la información al receloso hombre.

--- Nie Huaisang no es ningún traficante de arte --- mintió con naturalidad, nada arrepentido. Si querían la ayuda de una persona tan obtusa, la verdad no siempre era el mejor camino --- pero necesitábamos una forma de atraerte, una que no implicara dañar tu reputación. --- verdad --- La idea es que vinieras por decisión propia como hizo el joven Meng, --- una breve mirada fulminante al desinteresado inmortal a su lado --- pero parece que no fue como planeamos.

Qie MingJue miró los papeles, preguntándose si estas personas solo eran aficionados a los trucos de magia o si el había caído en la broma más ridícula y mejor hecha de la historia.

¿Qué tengo que perder?

Gruñendo en desacuerdo, tomó los papeles y los hojeo... sin pasar de las primeras páginas.

Heridas abiertas, cuerpos carbonizados, putrefactos y rotos. Una tras otra, cada página detallaba la muerte y asesinato de más de 40 personas.

--- ¿Ustedes hicieron esto?

--- No, pero queremos capturar a los culpables y los únicos que pueden ayudarnos a conseguirlo son tu y el joven Meng.

Dejando los documentos en la pequeña mesa de la cocina, Qie MingJue miró directo a los extraños ojos de Wei WuXian. Platas, sus ojos eran de un oscuro tono plata que jamás creyó posible, y debajo de la pálida piel creyó notar algo extraño, una delgada línea, tanto como un cabello, recorría la mejilla.

Una vena.

Era como si por las venas de esta persona corriera algún tipo de tinta o líquido negruzco.

<< Aunque sus doctores también lo creían un loco, esta vez en realidad tiene razón. >>

Eso era una estupidez, era obvio que le habían lavado el cerebro a Meng Yao para creer en sus tonterías. Conseguir tales efectos en los ojos y en la piel no era difícil hoy en día, Qie MingJue había visto cosas alucinantes en el cuerpo de muchos jóvenes en su afán de simular ser criaturas de ficción.

Sin embargo, los papeles eran reales, reconocía los nombres de casi todos los departamentos, institutos y agencias que firmaban cada documento. Sin mencionar las imágenes. La fotografía de un cadaver era algo que no podías imitar, como si el horror de cada muerte quedara impresa en la lente de la cámara.

--- Mira, si son del departamento de algún gobierno, pudieron solo solicitar mi presencia directo a mi superior. --- Qie MingJue retrocedió hasta estar cerca de la puerta que daba al exterior. Era delgada y su cerradura sencilla, romperla sería sencillo aunque estuviera cerrada con llave --- Como sea, si quieren gastar el dinero en sus trucos de magia de lugar de en resolver esos crímenes, no es mi problema. Ninguna de las dos cosas son mi problema. --- Retrocedió otro paso, a menos de un metro de distancia de la salida y lejos de estos locos que creían sus propias fantasías de ciencia ficción --- Hablaré con mis superiores para que los conecten con el departamento adecuado.

--- Los has visto, ¿no es así?

La burla en la voz del traficante era más que clara, pero no fue eso lo que hizo a Qie MingJue sentir como si gélidos dedos rodearan su garganta.

--- No se de qué habla.

El hombre se abanicó mientras sonreía, como si fueran grandes amigos en una charla casual.

--- Has visto a cada una de estas personas reflejadas en las superficies de tu alrededor. Cada rostro pálido y gritando por ayuda, insultando a su asesino antes de dar su último aliento. No escuchas sus voces pero los has visto desde hace años.

Qie MingJue no pudo obligar a su cuerpo a moverse, no mientras los recuerdos que había tratado tanto de negar, volvían con fuerza temible.

En la superficie del agua, en el de una ventana, en espejos y carros...

Cualquier objeto capaz de mostrar el reflejo de su entorno era una ventana para que MingJue vislumbrara gente que no estaba ahí.

Mantuvo los labios apretados y el ceño fruncido, negándose a reconocer la verdad. Si hubiera dicho algo lo habrían creído un loco, pero cuando averiguó que al menos cuatro de esas personas habían sido gente real, gente marcada como desaparecida o muerta, lo tomó como una señal.

Era la razón por la que había entrado al ejercito, por la que se esforzó tanto por subir de categoría. Esperaba que si podía ayudar al mundo a librarse de tiranos y asesinos, los reflejos desaparecerían.

Y lo habían hecho.

Por un tiempo al menos.

Hasta hace tres meses atrás.

Wei WuXian se acercó, sosteniendo los papeles en sus manos y extendiéndoselos de nuevo. Sin burla, sin nada más que una seria expresión de expectativa.

--- Cada una de estas personas murió dos semanas después de que las vieras reflejadas, en algún lugar del mundo y de diferentes maneras. --- Wei WuXian no le importó el remordimiento en la cara de MingJue. Era lo que esperaban y habían querido. --- ¿los dejarás morir solo por tu orgullo?

Qie MingJue tomó los papeles, las sombras en su rostro tan espesas como lúgubres.

-

-

-

Meng Yao se dejó caer contra la cama, la noche silenciosa y apacible en comparativa a lo caótico de sus sentimientos.

Qie MingJue estaba aquí, en la misma mansión que él por algún motivo que nadie había querido explicar.

<< --- ¿Qué? ¿Él también está loco pero nadie lo notó?

Lan WangJi dejó el guqin a un lado antes de mirarlo, sus ojos cristalinos tan puros que en ocasiones Meng Yao debía forzarse a desviar su atención lejos. El sentimiento de que podría quedársele mirando por toda la eternidad sin importarle nada más, como un susurro tenebroso en el fondo de su mente.

--- Es necesario que este aquí, nos ayudará a capturar a los responsables más rápido.

--- Sí, eso ya lo ha dicho Wei WuXian, pero no sé por qué o cómo.

--- No es necesario.>>

¡Y un cuerno no lo era!

Meng Yao revolvió su cabello hasta dejarlo hecho una maraña mientras intentaba comprender qué demonios podrían querer de Qie MingJue... o por qué tenía que ser Meng Yao el que lo ayudara explicándole todo.

¿A él lo ponían a leer y estudiar día y noche por dos mese enteros, pero a su ex solo le darían el curso condensado? ¿Qué clase de suerte era esa?

<<--Sus doctores lo creían loco, pero esta vez en realidad tiene razón>>

-- Loco.

Nie Huaisang.

A pesar del tiempo que llevaba aquí y de las personas que había conocido, sabía que solo Wei WuXian y Lan WangJi eran verdaderos inmortales, era la primera vez que conocía a un tercero y a diferencia de la extraña pareja, este hombre en realidad le desagradaba y atemorizaba por igual.

Bien, lo aterrorizaba, en realidad.

Había algo en la forma en que lo trataba que le erizaba la piel y su incomodidad no parecía exclusiva en él. Ni siquiera los niños o A-Yuan y A-Ling se acercaron demasiado cuando este estuvo en la misma zona.

Claro que A-Yuan siempre era amable y cortés con el mayor, pero en realidad Wei Yuan era amable con todas las personas, para un joven de apenas 16 años, era demasiado educado, más que incluso los adultos que conocía.

--- Loco --- volvió a susurrar, los sentimientos confusos rondando en su pecho como la sombra de un espectro.

Algo en ello le inquietaba y no solo la obviedad de la palabra.

Sí, había sido tratado como un loco y fingió ser uno durante los últimos siete años, hizo lo que hizo para sobrevivir y no se avergonzaba de ello... pero tampoco deseaba gritar al mundo que había escapado de un hospital psiquiátrico porque soñaba con la muerte de personas inocentes.

Peor, que soñaba que él mismo era el asesino.

Era un tormento que le había hecho perder lo que más valoraba en su vida. Su novio, su familia, su vida, su futuro. Por culpa de esas pesadillas lo perdió todo y que una persona lo usara para burlarse, por muy inmortal que fuera, le picaba los nervios de la forma equivocada.

Estaba más que harto de todo esto.

¿Por qué estos inmortales eran tan hostiles o fríos con él? ¿es que acaso le conocían de antes o solo era algo en su persona que les inspiraba el maltratarlo?

Arrugó la nota que había encontrado sobre los libros en su escritorio, la pulcra escritura sintiéndose como una cadena que lo asfixiaba.

"Mañana en el quinto jardín antes del mediodía."

Ni siquiera sabía en donde estaba en mencionado jardín, así que tendría que despertar temprano solo para averiguarlo. Pudo preguntar a A-Yuan pero la nota fue dejada hace solo una hora atrás y el joven ya se había ido a donde sea que quedara su habitación.

Era como si deliberadamente retrasaran el aviso para obligarlo a buscar, así como esta mañana se llevaron a los niños sin saludarlo o despedirse para alejarlo, para hacerlo quedarse atrás.

No es que le importara, su familia tenía mucho dinero así que esta clase de actos de desprecio le eran familiares, ser relegado a una esquina mientras el mundo continuaba su camino era en realidad parte de su día a día, aun en el hospital.

Pero antes había tenido la libertad de elegir si deseaba enfrentarlo o alejarse.

Tomó su cámara y ajustó el ángulo, enfocando la belleza de una de las molduras en la viga del techo, donde una pareja reverenciaba al cielo. Se la habían dado hace un mes atrás, cuando descubrió que estas personas eran inmortales después de terminar una lectura especialmente confusa.

Había sido un obsequio por lograr descubrirlo por su propia cuenta.

No sabía cómo es que había terminado cambiando un encierro por otro, pasando de paredes grises a una jaula de oro llena de comodidades, pero lo que si sabía, es que una jaula era una jaula.

Y el ya estaba cansado de ser un prisionero.

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