XVIII Alfil blanco a C4

"No mires demasiado a la oscuridad, podría devorarte... "A. B. Rémeny, basado en "Más allá del bien y del mal" de Nietzche
Con el rostro tenso debajo de la tela que ocultaba su identidad, Zhao Wu le entregó a la joven el breve pergamino.
Ella, aun con lágrimas en los ojos, aceptó el escrito y se recostó en la cama, acurrucada entre las mantas, como si fuera a fracturarse en cualquier segundo y temiera, que aquellos pedazos de su alma cayeran al suelo.
Sin cruzar palabra alguna, Zhao Wu salió de la habitación con tanto sigilo como había entrado, pasando de tejado en tejado, por sobre bardas y callejones.
La ciudad era vibrante pero llena de un aura oscura que causaba escalofríos, el distrito rojo en esta sección de la capital era engañoso. Cuando Zhao Wu investigó, supo que antes había sido un pequeño poblado de artesanos que buscaban vender su trabajo y durante el día, aun lo aparentaba. Pero desde la llegada del primer ministro, al caer la noche, los edificios y casas se transformaban en habitaciones clandestinas que ofrecían toda clase de servicios. Nada era tabú en este lugar y nadie tenía el derecho a negarse.
Dejó un par de monedas en la delgada mano de un vagabundo antes de seguir su camino.
Por lo que tenía entendido, el primer ministro había recurrido a toda clase de engaños para conseguirlo. Tomar a los hijos menores como rehenes; amenazando con revocar el permiso de estadía en el territorio; cortar el flujo de alimentos o el abasto de agua a menos que pagaras una cuota; elevando los precios hasta que los pobladores estaban tan endeudados, que no tenían más opción que obedecer todas las órdenes del primer ministro.
Era un secreto a voces*, pero nadie había podido hacer nada, el ministro era lo bastante inteligente para tener una larga lista de funcionarios para sacrificar cuando una denuncia era hecha.
Acomodó su túnica cuando llegó a las afueras de la ciudad, a las sombras de un enorme templo abandonado. Pasando a través de las viejas puertas de madera, se preguntó cómo alguien tan superficial como el primer ministro había conseguido ocultar cualquier prueba de sus acciones.
--- ¿Y bien?
Zhao Wu hizo un saludo al joven amo.
Ambos, con ropas oscuras y mucho más ligeras a lo que el sirviente estaba acostumbrado a usar como mayordomo de la finca Yunmeng. Ocultaban su rostro con telas que distorsionaban los rasgos pero no impedían el paso del aire. Era muy similar a llevar un velo delgado.
Aunque dificultaba tanto la vista al anochecer, que era increíble que el joven amo lo pudiera distinguir entre las sombras del lugar.
--- El mensaje fue entregado.
--- ¿La hermana?
Zhao Wu dudó, de nuevo sintiendo lástima por la joven que dejó atrás en su dolor.
--- Muerta.
Jiang Cheng entornó lo ojos. No había esperado que el abuso del primer ministro fuera tal, que costara la vida de la chica.
--- ¿Encontraste el cadáver?
Zhao Wu asintió, señalando al oeste, a las escarpadas montañas que marcaban los límites entre ambos imperios.
--- Fue dejado en medio de los acantilados, hace casi dos días atrás. Deje trampas y un poco de carbón para alejar a los animales.
--- Deja a Zhen Fei a cargo.
--- Como ordene. --- Se abstuvo de agregar el "joven amo".
Por alguna razón, el amo Jiang se negaba dar algún indicio de su identidad, aunque no había dudado en mostrar su presencia frente al segundo príncipe.
--- ¿El primer ministro?
--- Regresó al imperio Song hace dos días.
Jiang Cheng estaba por seguir hablando, cuando vio la alta silueta entrando por la desvencijada puerta del templo. Habían acordado la reunión a último minuto.
Ya era hora.
Hanguang-jun, ataviado con un vestuario sencillo en tonos oscuros, caminó hasta llegar donde Jiang Cheng y su sirviente lo miraban.
--- Encárgate de vigilarla y contacta al maestro Tao.
Con una reverencia, Zhao Wu se retiró del lugar, entendiendo que el joven amo tenía asuntos que tratar con el segundo príncipe, aunque no se explicaba en qué momento, ellos habían empezado a tener contacto.
Observando como su sirviente desparecía entre las sombras, Jiang Cheng recordó la anterior conversación con el segundo jade e hizo una breve mueca de desagrado.
Su arranque emocional había dado como consecuencia la intervención del segundo jade. Ahora el antiguo cultivador era una sombra pegada a su costado que no sabía si lo fastidiaba o si solo era molesto.
Ajustó la espada en su cintura mientras se acercaba al silencioso hombre.
Independientemente del pasado, Jiang Cheng aún debía descubrir cuando realmente había muerto el matrimonio Lan. El hecho de que BaiHe mintiera era algo que le preocupaba porque podía cambiar las reglas de juego en su contra. Por desgracia, el único que tenía una pista, era el mismo imbécil que se negaba a recordar nada.
Al parecer, Wei Wuxian no tenía recuerdos del pasado.
<< - En ocasiones, cuando no tiene a Lan Sizhui a la vista, pierde por completo la calma, como si no fuera él mismo>>
De acuerdo a las palabras del jade, era probable que Wei Wuxian mantuviera alguna noción de quién había sido, pero por alguna razón que Jiang Cheng no alcanzaba a comprender, este bloqueaba cualquier recuerdo del pasado. Palabras, acciones o reacciones, muchas eran más similares al antiguo cultivador que al actual general, pero estas parecían ser inconscientes.
Jiang Cheng dio a Hanguang-jun tela para formar una capa que cubriera su rostro y cabello.
--- Creí que estaba lejos de la ciudad --- dijo.
Hanguang-jun mantuvo esa expresión fría mientras se cubría.
--- Regresé hace unas horas.
--- ¿Y lo primero que decidió hacer fue seguirme? Creí que el segundo príncipe tendría más obligaciones que atender.
Ante la falta de respuesta, Jiang Cheng chasqueó los dientes.
Aún no podía explicarse como Wei Wuxian, con esa actitud revoltosa y molesta, podía soportar estar cerca de Hanguang-jun.
Como fuera, tenían asuntos que atender antes de que el amanecer llegara.
Cuando planteó sus planes a Sandu, esta mencionó que quizá si encontraban las armas de los involucrados, podrían acceder a las memorias que resguardaban en su interior.
<< No sé porqué el joven Wei se negó a mantener sus memorias, pero quizá la lejanía de sus armas sea parte del motivo >>
Así que aquí estaban, en el borde de la ciudad y camino a buscar a Suibian o a ChenQing.
--- Sandu.
Ante su orden, la silueta del zorro que representaba a su espada apareció a su lado, haciendo un diminuto movimiento de cabeza hacia el segundo jade, gesto que el otro respondió en respeto sin parecer en absoluto sorprendido de ver a la espada en esa forma.
Jiang Cheng solo alzó la ceja al tiempo que la espectral voz de Sandu vibraba en el aire.
'Bichen está cerca, pero débil.'
--- Bichen no me interesa, ¿qué hay de ChenQing?
Lan WangJi no recordaba su propia muerte, pero vio a Wei WuXian vivo antes de que sus recuerdos se cortaran. Debió ser asesinado primero, así que ni Bichen ni WangJi tendrían información útil.
Sandu se crispó un poco mientras miraba al norte, incluso se movió un poco en esa dirección.
'Shouyue está a pocas horas de aquí.'
Ambos cultivadores hablaron al mismo tiempo, sus voces superponiéndose.
--- Ignóralo.
--- ¿Dónde?
Jiang Cheng sabía que Hanguang-jun quería saber sobre la muerte de su hermano, pero él no. No deseaba revivir aquellos recuerdos y desde que él era el único con un arma espiritual, tendría que funcionar como intermediario entre las memorias de Shouyue y Hanguang-jun.
<<Veintiocho días, estuvimos en esa cueva por veintiocho días...>>
No era que le importara que Hanguang-jun supiera que fue él quien se había visto cautivo por tanto tiempo, que Zewu-jun apenas estuvo diez días antes de morir, ambos habían muerto, poco importaba el orden o lo que pasara antes.
¿Qué cambiaría si volviera a revivir su propia muerte y la del jade, además de aumentar su tormento?
Un día o un mes, ninguno de ellos había tenido alguna posibilidad.
Hong BaiHe había comprendido a la perfección la relación entre las sectas, usándolo en su contra, aislándolos uno por uno para luego acabar con todos con solo unos días de diferencia, haciendo imposible pedir ayuda a nadie.
Ignorando la mirada afilada del otro, caminó siguiendo a Sandu, quién "obedecía a su amo" según sus sarcásticas palabras. Si el jade iba a ver los recuerdos de la muerte de su hermano lo tendría que hacer solo, Jiang Cheng no pensaba involucrarse.
--- Deseas atrapar a tu asesino y eso haremos. Puedes buscar y leer las memorias de tu hermano otro día --- dijo con voz seca.
--- No es tu decisión.
Jiang Cheng chasqueó la lengua.
--- Desde que soy el único que puede evitar que seamos asesinados, sí, es mi decisión.
Ambos se miraron con desagrado durante algunos segundos antes de que Hanguang-jun entornara un poco los ojos y se diera la vuelta, detrás de Sandu, lo más cercano a una tregua que podían conseguir ambos.
Caminaron en un silencio hostil por varios minutos, adentrándose en la falda de las montañas, ambos preguntándose qué encontrarían en esas memorias... ambos comprendiendo, después de encontrar a Suibian custodiando con fiera determinación a un débil Bichen, que había preguntas cuya respuesta, uno jamás desearía conocer.
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Cuatro días después, palacio Qingheng.
Enormes ventanales que daban una apariencia dorada y etérea al lugar, estantes llenos de libros y pergaminos que atraían la vista, sirvientes ocupados en acomodar o limpiar y nobles caminando entre los pasillos.
A diferencia del palacio Baixue, en esta biblioteca había una mayor cantidad de personas en su interior, quienes en verdad buscaban material de lectura o de referencia, en lugar de usarlo como pretexto para socializar.
Y en medio de uno de estos pasillos, un noble de ojos brillantes se acercaba con pasos pequeños pero expectantes.
Xue Ye hizo una reverencia mientras observaba al erudito. Como tercero al mando de BaiHe y su jefe de espías, era su deber obtener información para ella.
Pero no podía negar que esta era la primera ocasión desde que empezó a servir a las órdenes de BaiHe, que se sentía tan contento de hacer su trabajo. Había esperado por esta oportunidad por casi un año entero.
¡Estaba tan cansado de observar desde la lejanía a Shao Jiang! y vaya vista la que ofrecía de cerca.
Ataviado con una túnica verde oscuro, habían peinado su cabello con delgadas trenzas a los lados y el resto cayendo en su espalda en una abundante cascada azabache. Manteniendo su rostro en su mayoría descubierto, las delgadas cadenas y peinetas hacían un ruido tintineante a cada movimiento.
Xue Ye no podía negar que el hombre tenía un rostro atractivo, solo lo bastante masculino para otorgarle un toque etéreo y erótico con todos esos arreglos brillantes y delicados. Era como observar a un ser de otro mundo, uno hermoso pero inalcanzable.
De verdad, tentaban a uno de hacer un desastre de él.
No por primera vez, Xue Ye se preguntó cómo sería ver ese rostro sonrojado y lloroso, gimiendo y suplicando entre suaves sábanas de seda, abrumado por el placer.
Apretó un poco los puños, temeroso de que sus pensamientos se reflejaran en su expresión.
Xue Ye sabía que el erudito era uno de los enemigos de BaiHe, que era él quién había frustrado los planes de la joven ama y que si bien su labor era solo vigilarlo, podía llegar el día en que sus órdenes cambiaran.
Pero algo en su interior se resistía a pensar en tener que lastimar al joven hombre, no desde que cruzó por su vista hace tantos meses atrás. Caminando entre puestos llenos de gente, había sostenido un algo en sus manos con esos solitarios ojos azules y esa expresión decidida, robando su aliento y su corazón en segundos.
--- Erudito Shao --- habló, ocultando el anhelo que llenaba su interior.
Jiang Cheng devolvió el saludo, la hiel en su sangre cortando cualquier atisbo de calor en su interior cuando se giró a quien le hablaba.
Al fin aparece el perro fiel de BaiHe.
Con su cabello castaño recogido en un pequeño pero elaborado arreglo, dejando al descubierto un cuello que Jiang Cheng ansiaba atravesar con Sandu, el hombre portaba una simple túnica de colores suaves, señalando su bajo nivel entre la nobleza.
Xue Ye.
La pequeña sanguijuela que se había encargado de vigilar y reportar información de cada líder a Bai Huanghou. Uno contra el que tenía un rencor personal.
En el pasado jamás notó su presencia en la secta, no solo por su habilidad de pasar desapercibido sino también por la ayuda de varios traidores que lo ayudaban a escapar. Pero ahora que sabía qué buscar, fue casi un juego de niños escapar de su atención cada que lo deseara.
El problema real había sido sacar a esta pequeña rata de su escondite sin alertar a Bai Huanghou de sus intenciones.
Visitar la corte de Song Lan con regularidad, caminar en la ciudad con solo uno o dos sirvientes como compañía, dejar las ventanas abiertas de la finca cada que ocupaba alguna habitación.
No importó cuantas veces se expuso esperando un ataque, Xue Ye solo lo observaba.
Así que si el papel de esta rata era solo el vigilarlo, debía ser la misma Hong BaiHe quien lo pusiera en su camino en lugar de intentar sacarlo a la fuerza.
Desde que hace una semana Wei Wuxian se habían ido llevándose al mocoso de Lan Sizhui con él y con Mo XuanYu y Yin XiChen en el palacio interior arreglando algún asunto de la corte, Jiang Cheng ya esperaba que BaiHe buscara otro objetivo para amedrentar o quizá manipular.
¿Quién mejor que el erudito de una corte extranjera, que además "servía" al que BaiHe denominó como el rey negro?
Después de todo, sus principales objetivos estaban lejos de su alcance. Y en realidad cualquier rata a la que mandara moriría bajo sus manos, pero que justo fuera Xue Ye, era tan conveniente como inesperado.
Hong BaiHe debía subestimarlo bastante si había mandado a su jefe de espías sin temor a perderlo.
--- Este erudito se disculpa --- mintió con naturalidad, su mente ya pensando en cómo se desharía de esta pieza en particular --- me temo que no conozco su nombre.
Xue Ye intentó no sonrojarse por la vergüenza. Estaba tan embelesado observando al erudito, que se acercó sin pensarlo.
Era obvio que su joven amante no sabía quién era.
--- Por favor, sea usted quien disculpe a este joven. --- sonriendo un poco, notó la breve sombra de BaiHe pasar cerca de uno de los ventanales que mantenían el lugar bien iluminado. Parece que la joven ama había regresado de su reunión con Fai Joon --- Mi nombre es Gao Xue Ye, soy el hijo menor del noble Gao Ru Shen, encargado del palacio Xi.
La mirada de Jiang Cheng se tornó afilada por un segundo, regresando a su fingida calma entre un parpadeo y el siguiente.
En la supuesta carta que Jiang Cheng había recibido y que usó para alejar las sospechas de Song Lan, había fingido venir directamente de esta ciudad, (aunque en realidad había sido escrita por un lugareño a cambio de algunas monedas). Había pensado en plantar algunas pistas falsas para dar por terminado el asunto y fingir la muerte del informante, pero...
El palacio Xi, era justo el lugar que se encargaba de gestionar cualquier asunto entre el palacio Baixue y la frontera sur. Que una de las ratas de BaiHe justo fuera parte de la familia a cargo era en exceso conveniente.
La cruel sonrisa que curvó los labios de Jiang Cheng fue pasada por alto desde que Xue Ye miraba al piso, el sonrojo en sus mejillas aun evidente.
Con movimientos eficientes, el joven le extendió algunos memoriales y pergaminos.
--- Tal y como pidiera su majestad el emperador Song, le he traído al erudito los informes de los últimos dos meses, donde se marca cada incidente sospechoso informado al palacio Xi.
--- Le agradezco por su esfuerzo. --- Jiang Cheng no necesitaba verlos para saber que la mayoría de los informes habían sido falsificados y que faltarían varios de estos, pero aun los tomó de las manos de Xue Ye. Quizá podría buscar una forma lenta y anónima para su muerte, como hizo con los mercenarios. --- Puede acompañarme al jardín, tengo algunas dudas sobre el palacio Xi.
Xue Ye casi brilló de la felicidad, pensó que el erudito tomaría los informes y se iría. ¿Pero ahora no solo podía hablar con su joven amante sino también podría disfrutar de su compañía un tiempo más? Extasiado, asintió y acompañó al erudito hasta las mesas del exterior, con el estómago hecho un nudo mientras llenaba su vista con las distintas expresiones de amabilidad y diminutas sonrisas de su joven amante mientras comían algo sencillo.
Era una lástima que no pudiera notar el brillo calculador en los ojos azules, demasiado abrumado por su embeleso.
Si Hong BaiHe deseaba mantener a Jiang Cheng vigilado, bajo la creencia de que no sabía quién era en realidad esta basura, lo permitiría y usaría eso a su favor.
Después de todo, Jiang Cheng jamás olvidaría que había sido Xue Ye, quién guió a los mercenarios hasta su sobrino y los otros cultivadores, observándolos morir sin hacer nada a pesar de lo que había hecho por él.
Con una calma deliberada, dejó que una sonrisa diminuta curvara sus labios, fingiendo atención al parloteo del otro, la oscuridad en su interior creciendo cuando pensó en cuanto iba a disfrutar matar al más leal perro de Hong BaiHe y completamente inconsciente, de los ojos dispares que los seguían con especial atención.
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En lo alto del palacio, justo a un costado de la biblioteca, el emperador Yun LanHuan observaba al joven erudito. El sabor agrio de los celos injustificados, llenaron su boca cuando le vio sonreír al emisario del palacio Xin.
Cada vez que Yun LanHuan había hablado con Shao Jiang, y bien, admitía que no habían sido muchas ocasiones, en su rostro solo había rechazo o frialdad, ni hablar de su peculiar reacción cuando vislumbró sus ojos.
Sí, lo había notado.
Por un segundo, sus miradas se habían encontrado y lo que vio en ese rostro...
Fue la primera vez en su vida que se sintió inseguro sobre sí mismo.
Sus ojos siempre habían sido motivo de admiración en su familia, eran la razón de que él fuera elegido emperador y no su hermano, tomados como "la señal que lo marcaba como hijo del cielo". Ninguno de los hermanos alguna vez le prestó atención a este hecho, LanHuan había encontrado que, como dirigente del imperio, pudo no solo permitir la unión entre su hermano y el noble Hei WeiYing, sino también darles un cargo en la corte que les brindara protección.
Pero ahora, se preguntó nuevamente si el erudito Jiang lo encontraba desagradable, si era esa la razón de que con él se mantuviera a distancia.
Tomando un profundo respiro, volvió a entrar al estudio y se sentó frente a la siempre creciente pila de pergaminos y demás papeles. Leyó de nuevo los memoriales en sus manos sin entender una sola palabra, su mente distraída.
Hace un par de días atrás, su hermano había vuelto casi al filo del amanecer, pálido y con líneas sombrías en su expresión. No quiso hablar de nada a pesar de que LanHuan trató de acercarse.
Hasta el anochecer del día siguiente volvió a ver a su hermano, y solo para observarlo salir del palacio en compañía de una oscura silueta que no reconoció, ni en sus movimientos ni en su silueta.
LanHuan había querido preguntar a su hermano, pero había demasiado que requería su atención continua.
Rindiéndose, volvió a levantarse para mirar por el balcón, sus ojos parpadeando con tensión mientras observaba a ese mismo hermano, hablar con el par que comían tan plácidamente.
El día del banquete en que el erudito se fue tan apresurado, LanHuan había deseado seguirlo, pero como el emperador, el poder que ostentaba era algo delicado, uno que dependía de la percepción que tenían sus funcionarios de él, no podía solo dejarse llevar por sus impulsos y omitir su presencia en el evento.
Pensaba en como pedir a algún sirviente que siguiera al erudito, cuando vio como su hermano salía a los pocos segundos en la misma dirección.
Yun LanHuan tocó de nuevo su pecho, al igual que la noche del banquete, el conflicto entre el alivio de que su hermano cuidara del erudito luchando contra el desagrado que le provocaba la notable cercanía que habían desarrollado mientras él se veía obligado a solo observar.
Con otro profundo respiro, regresó a su escritorio. Había seguido aquella rutina por casi medio día y dudaba, considerando lo mucho que el erudito ocupaba sus pensamientos, detenerla.
Esto no es correcto, no lo conoces.
Dejando de lado su sentir personal hacia el erudito, como anterior soldado, Yun LanHuan no podía evitar notar el extraño comportamiento de Shao Jiang desde que llegó. Sus sirvientes no decían nada, pero había algo sumamente sospechoso en la devoción que tenían hacia el joven noble, podría ser normal si fuera el jefe de familia, pero ocupando un rango inferior...
Suspiró con pesar.
No había olvidado que el erudito, frágil como parecía, aún era sospechoso de traición y que había sido él quién prometiera descubrir la verdad.
Aunque mucho comenzaba a temer, dicha verdad podía no ser agradable.
NOTAS:
*Secreto a voces: quiere decir que es alguna verdad que todos conocen o sospechan, pero que nadie admite directamente frente a una autoridad o a las personas involucradas.