XXVIII Caballo a E2: Jaque

18.03.2024

NOTA:En ajedrez, existe el "Jaque" que solo refiere a que alguna pieza amenaza al rey contrario y que puede "comérselo" en el siguiente movimiento. Y "Jaque Mate" que refiere a que el rey ya no tiene cómo moverse o ser protegido, sin ser comido en el siguiente movimiento y sería por tanto el fin del juego.

Dicho de otro modo "Jaque" es una advertencia y amenaza. "Jaque Mate" es el final de la partida. Así, JC esta "cantando jaque" o marcando su ventaja sobre BaiHe.

mperio Song, Palacio.

--- ¿Está seguro de esto?

Nie DanFang bajó la cabeza ante la pareja imperial, el ministro de justicia y los dos cancilleres.

Su pierna se sentía adolorida de estar tanto tiempo en esa posición, su costado estaba un poco húmedo con lo supuso era sangre fresca saliendo de su herida, sus brazos estaban llenos de hematomas y ni siquiera iba a considerar las punzadas en su cabeza causadas por el cansancio y el dolor.

Pero lo soportó en silencio mientras entregaba la pequeña caja a su cargo, entregada por el erudito antes del ataque pero que Nie DanFang no pudo revisar hasta después del mismo.

--- No me atrevería a jugar con algo tan importante. --- aseguró.

--- Y esperamos que así sea, joven Nie, en especial desde que nos esta pidiendo que juzgue a uno de nuestros más antiguos ministros por crímenes que no son, en lo absoluto, sencillos.

La negativa del emperador de usar su título militar era una clara humillación, pero se contuvo de reaccionar. Este no era el momento de ser orgulloso.

--- Es verdad que estas pruebas no las he reunido yo, pero confío en el juicio del erudito Shao.

--- No es la lealtad del erudito Shao lo que esta en duda, joven Nie.

--- No soy un traidor.

--- Valientes palabras de un general que dejó atrás a uno de nuestros eruditos por el único motivo de enfrentar a un grupo de oportunistas.

Nie DanFang apretó los puños.

¿Oportunistas? ¿De verdad el emperador prefería creer los rumores de supuestos ladrones de carretera? ¡Él había estado ahí y combatido, sabía mejor que nadie que no se trataba de algo tan mundano!

--- No eran ladrones, sus majestades, y aún no sabemos si el erudito...

--- Exacto, joven Nie, no sabemos lo que ha ocurrido con el joven Shao Jiang y no tiene manera de probar que el dejarlo atrás fuera la mejor decisión. Tampoco hay confesión de los prisioneros que los marque como algo más que bandidos. Así que hasta que el erudito aparezca o usted pueda probar que los prisioneros mienten, le recomendamos medir sus palabras. --- Song Lan solo miró la caja, todavía negándose a abrirla o siquiera tocarla ---- y en especial, sus acusaciones.

Nie DanFang se mordió el interior de la mejilla para evitar decir algo que sabía, complicaría mucho la situación.

¡Pero la tentación era tan grande!

Sabía que el emperador Song no sería sencillo de convencer, que le estaba pidiendo que juzgará a un hombre cuyo poder representaba a más de un tercio de la corte completa y que si era declarado culpable, traería consigo un desequilibrio en el poder del palacio y del imperio mismo... pero irracional como sabía que estaba siendo, no lograba comprender cómo el emperador prefería quedarse tan tranquilo sentado sobre aquella plataforma, juzgándolo a él y a sus decisiones, en lugar de llamar por el primer ministro y terminar con toda la tiranía y crueldades del hombre.

La forma de pensar de los emperadores era, decidió, algo que jamás podría comprender.

--- Sí, su majestad. --- aceptó a regañadientes.

El emperador Song Lan volvió a mirar la escueta carta escrita con la pulcra letra del erudito Shao Jiang, donde aseguraba la veracidad de lo que había en el interior de la caja y la fuente de donde había sido obtenida. Pruebas que él no había pedido y que creía, podían ser parte del motivo de la desaparición del joven. Todo hecho por decisión del erudito en el afán de probar su inocencia en el ataque que sufrió.

Inocencia de la que Song Lan no había dudado.

Tensó el gesto.

Había enviado al erudito al imperio vecino como una pequeña lección a la arrogante actitud que el joven había mostrado los meses anteriores; un recordatorio de dónde debería de estar su lealtad y del verdadero peligro de meterse en los juegos de la corte imperial.

Jamás creyó que no solo el joven no regresaría, sino que en su lugar, tendría que escuchar a un general caído en desgracia y que, evadiendo su deber de presentarse a juicio por desobedecer órdenes imperiales, había aceptado la misión de venir hasta su palacio y acusar abiertamente a uno de sus ministros.

Un general acusado de desobediencia.

Un ministro expulsado de territorio aliado.

Un erudito desaparecido y quizá, muerto.

Por obviedad esa no era una buena combinación de hechos. Hostil ni siquiera alcanzaban a describir su estado de ánimo actual. Su pareja, aunque silencioso, en realidad parecía estar de acuerdo en su enfado y eso solo lo puso de peor ánimo.

Ellos no necesitaban esta clase de complicaciones cuando estaban teniendo tantas dificultades para estabilizar la corte después de su unión matrimonial.

--- Puede dar por terminada su tarea, joven Nie, y regresar al imperio Yun para cumplir su deber.

Nie DanFang se sobresaltó.

--- Su majestad, con todo respeto, pero...

--- Por consideración a su padre, el comandante Nie Huaisang, es que le hemos permitido entregar estas pruebas en nombre del desaparecido erudito Shao Jiang, junto a la misiva del emperador Yun. --- la voz de Song Lan era cortante y dejaba muy poco espacio para el debate --- No mencionaremos el deshonor que fue el darle la espalda a su familia y rechazar su posición dentro de nuestro ejército, solo, porque se trata de un imperio aliado quien le ha dado nombre. No exceda nuestra amabilidad.

¿No lo mencionará? ¿Y no es eso, exactamente, lo que acaba de hacer?

Conteniendo sus venenosas palabras solo porque el riesgo de ser ejecutado parecía más una promesa que una amenaza, Nie DanFang hizo otra reverencia y salió de la sala.

No era la primera vez que hacían mención de su nombramiento en otro imperio, pero sí era la primera vez que en realidad lo hizo sentir remordimiento.

Se volvió arrogante cuando su majestad Yun no le reprendió por actuar sin su autorización, y además le había permitido llevar el caso contra el ministro hasta el imperio Song. Estúpidamente, pensó que Song Lan actuaría de la misma manera, dándole prioridad al caso contra el ministro.

No pensó en absoluto de cómo debía lucir frente al emperador. Un soldado acusado de desobediencia que se había atrevido a arrestar a un ministro de alto rango, viajado con poco personal que había dado como resultado un ataque de un enemigo desconocido, ¡oh, cierto! y perdido en el proceso a uno de los eruditos más jóvenes de la corte.

¿Había olvidado algo? Esperaba que no, por que esto ya era lo bastante vergonzoso.

Idiota.

Era un idiota arrogante.

--- General.

Dos de sus soldados le saludaron cuando salió de la sala hasta uno de los anchos pasillos del palacio.

Fue cuidadoso de no mostrar ninguno de sus pensamientos en su rostro, ni su autocompasión o su reproche, pero todavía le tomó algunas respiraciones darse el valor de enfrentarlos.

Dos de sus soldados habían muerto por la gravedad de las heridas después del ataque, dos soldados que Nie DanFang había conocido desde que cumplió la mayoría de edad y junto a quienes entrenó por años.

Y ahora, debía decirle a los sobrevivientes, no solo que fue incapaz de alertar a su majestad Song Lan sobre Yue Lan y su grupo de asesinos, sino que debían retirarse de su búsqueda del erudito y regresar al imperio Yun.

--- Yo... --- dudó, ¿realmente existía una forma de decir esto? --- ya he hablado con el emperador Song --- comenzó, su mente corriendo a una velocidad imposible, tratando de acomodar las palabras correctas --- parece que fue informado de la situación del erudito antes de que llegaramos.

--- No hemos sido nosotros, general.

--- Jamás creí que fuera el caso.

--- Debió ser alguien más, general. El erudito es parte de la corte, seguro el emperador Song tenía gente vigilando al erudito y así fue informado antes de nuestra llegada.

Nie DanFang suspiró.

--- Es una buena teoría, pero creo que solo es eso --- con un gesto, los llevó a una orilla del pasillo, lejos de oídos indiscretos mientras saludaba a algunos de los nobles que pasaban por el lugar --- ya habrían encontrado al erudito si realmente lo hubieran vigilado de esa manera.

Y ese no era el caso. Nadie sabía qué había ocurrido con el erudito, ni siquiera rumores o un cuerpo, menos aún testigos.

Había pasado más de una semana completa y a pesar de enviar a varios de sus hombres a buscar a lo largo del camino y en cada posada o poblado en este, Nie DanFang no había logrado obtener ningún resultado, incluso cuando capturó a varios de los que invadieron la finca y que también habían estado buscando señales del erudito Shao.

Por supuesto, al final tuvo que entregarlos a la milicia del imperio Song, pero se aseguró de obtener tanta información como fue posible antes de ello.

La buena noticia es que tampoco los asesinos capturados tenían pistas, la mala, es que ninguno de los arrestados se atrevía a hablar de "por qué" lo habían buscado en primer lugar.

Y no era por lealtad que guardaban silencio.

Nie DanFang se preguntó cómo alguien era capaz de inspirar tal terror primario en otros, hasta convencerlos de que las paredes escuchaban si se atrevían a confesar.

<<Ella sabrá, siempre sabe>>

De nuevo un "ella", la misteriosa mujer detrás de esta locura y a quien personas de tanto rango como el primer ministro o de altas habilidades defensivas como aquel asesino, Yue Lan, obedecían. Una mujer contra la que el erudito pareció combatir en las sombras y cuya identidad se negó a decirle.

¡Estaba tan harto de todo esto!

--- ¿Qué haremos ahora, general?

Nie DanFang miró a sus hombres, pálidos y desaliñados después de varias horas de cabalgata continua, con cortes y marcas que estaban tardando en desvanecerse, producto de la ardua batalla que libraron y del poco descanso que habían tenido desde entonces.

Dio un profundo suspiro antes de enderezar su postura.

No le fallaría a estos hombres ni a ninguno de sus subordinados, ni siquiera bajo la amenaza de ejecución del emperador Song. Él tenía un deber y lo cumpliría sin importar lo que eso costara.

--- Iremos a buscar al resto de los asesinos, ellos...

--- Ellos se quedarán donde sea que esten, --- la sombría voz los hizo palidecer y sudar a todos por igual. General y soldados, se giraron para mirar al hombre que se acercaba --- tú por otro lado, tienes una larga explicación que dar.

Con su corto cabello acomodado con esmero, una clara túnica verde debajo de una armadura ligera que señalaba su rango y una mueca que gritaba amenaza por todos lados, el tercer general imperial, Mo XuanYu, los miraba mientras apoyaba las manos en la cadera.

Nie DanFang fulminó a los soldados que se pusieron detrás suyo con el pretexto de mostrar respeto, aunque él sabía que tenía poco que ver con ello y sí, mucho que ver con el pequeño general frente a ellos.

Traidores.

"Dejado frente al león", Nie DanFang se aclaró la garganta, mostrando su mejor por-favor-no-me-mates sonrisa.

--- H-hola, cariño.

Pero su esposo solo levantó la ceja con escepticismo, sin acercarse o sonreír de vuelta.

...

Estoy tan muerto.

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Dos días después, final del ShenShi. (5-7 p.m.)

Fu BoWen siguió corriendo entre los pasillos de la mansión, su aliento lastimando su garganta e imposibilitandole gritar.

¿Y de qué serviría aun si pudiera?

Nadie había llegado en su auxilio antes y nadie lo haría ahora.

La mansión que tanto lo enorgullecía, ahora, en medio de la persecución, se le antojaba sombría y tenebrosa, cada sombra parecía moverse para atraparlo y el silencio reinante rasgaba sus gélidas uñas contra su espalda, forzando a sus piernas a correr con más fuerza, con más desespero.

Pero era imposible, sabía que era imposible escapar.

Sería capturado como ocurrió a los otros.

Temblando como una hoja contra el viento, salió de la mansión y se escondió detrás del cobertizo del ala de sirvientes, maldiciendo y tocando la planta de sus pies para tratar de aliviar el dolor que las piedras y ramas del suelo exterior habían provocado.

Esto era culpa del ministro, se dijo, negándose a pensar en su propia participación. Era culpa del ministro que él estuviera ahora en esta situación.

Quitándose los hilos de cabello que habían escapado de su peinado, miró el vacío patio. El viento movía algunas hojas y las ramas de los frondosos árboles.

Miró en dirección a la entrada, donde el camino de piedras pulidas solo llegaban a una reja metálica perfectamente cerrada.

Conteniendo el aliento, se asomó por el borde, en dirección a la difuminada sombra del pozo, esperando...

--- Buenas noches, gobernador.

La educada voz a su espalda, fue su única advertencia.

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28 días después.

Gran sala circular del palacio, primera hora del día.

Las voces susurraron a lo largo de la sala tras el carismático discurso del primer ministro. Elocuente y simple en sus respuestas, el arrogante hombre había logrado eludir cada intento del Quengfu* de hacerle confesar si los crímenes de los que le acusaban eran ciertos, y si estos se extendían al territorio del imperio Song.

Da ZiRui, presidente del consejo, miró la pequeña caja de madera que le entregó su majestad. El grupo de declaraciones firmadas aseguraban el robo, desfalco, expropiación de propiedades y las extorsiones a los ciudadanos hechas en nombre del primer ministro. Había desde civiles hasta secretarios, jueces y líderes de comercios.

Todas estas personas habían sido muy valientes al firmar las declaraciones, así que con el debido respeto, lo presentó ante el resto del consejo y ministros, esperando que fuera suficiente.

Por desgracia, apenas se terminaron de mostrar, los aliados del ministro intervinieron.

--- ¿Y cómo podemos saber que las declaraciones son ciertas, cuando no solo no conocemos sus rostros, sino que hasta sus nombres verdaderos han sido ocultados?

El comandante Ming dio un paso al frente.

--- Esto pudo ser falsificado muy fácil.

--- Sus duda son comprensibles, pero yo mismo he visto y escuchado a estas personas, han firmado en frente mío solo el día anterior. --- Xiao XingChen fue muy paciente al responder, aunque su mirada era un témpano de hielo --- No se les ha traído, para protegerles de represalias.

--- Mis disculpas, sus majestades, --- Hong WeiChun también avanzó --- pero espero no insinue que alguno de nosotros haría un acto de intimidación contra inocentes.

--- Sería una deshonra insinuar eso de mí --- susurró alguien, seguido de varios más.

--- Yo sería incapaz.

--- Su majestad piensa mal de nosotros.

--- Vaya manera de tratarnos, no somos criminales.

La pareja imperial se quedó callada sin saber cómo responder sin mentir con descaro, pero negándose a retractarse.

Esto marcó el comienzo de tres largas sesiones que continuaron por el mismo infructuoso camino. El primer ministro estaba muy bien preparado y tenía demasiados aliados dentro de los altos mandos del imperio.

Fue un caso perdido desde el comienzo hasta el final.

Las pruebas presentadas por parte del imperio Yun fueron descartadas pues "el castigo ya fue impartido por los afectados". Cuando alguien trató de objetar, el primer ministro hizo énfasis en que buscar un segundo castigo sería como ceder ante las leyes del otro imperio.

<<Creí que eramos un territorio autónomo que no se dejaba controlar por otros>>

El primer ministro era hábil y conocía a la mayoría de la corte, ya fuera porque le debían algún favor o por miedo, sus argumentos fueron aceptados con apenas una pequeña lucha por su parte.

Para el final del cuarto día, el líder del Himpu* presentó el veredicto ante los dos consejos, la pareja imperial y los ministros. El anciano hombre incluso tuvo el descaro de saludar con un gesto al primer ministro, antes de mirar al resto de la sala:

--- El honorable consejo real, el tribunal de crimen y el consejo de ministros, han presenciado y presentado sus pruebas y argumentos ante la acusación de traición contra el primer ministro, Su Min, quien ha servido a la corte de este gran imperio por más de 20 años . --- Fu BoWen abrió el dorado pergamino con el sello de las tres oficinas mencionadas, que hacían valer la veracidad del documento --- Ya que ni los documentos ni los testimonios han sido consideradas pruebas contundentes de traición, pero sin la certeza completa de falsedad, este tribunal ha decidido retirar de su cargo al ministro... hasta que las apropiadas, y oficiales, --- enfatizó con desdén --- investigaciones sean llevadas a cabo. Hasta entonces, ministro, no tendrá permitido llevar a cabo ninguna de sus funciones, asistir a la corte o al palacio, firmar documentos relacionados con la administración del imperio o usar su título como ministro. Sus propiedades relacionadas a su título serán manejadas por un segundo asignado por su majestad. --- un leve gesto de ánimo --- puede continuar con el resto de sus negocios personales, por supuesto.

Los murmullos de alivio y celebración no se dejaron esperar cuando la última palabra fue dicha.

Pero Song Lan estaba furioso.

Después de todo lo ocurrido, todo el mal hecho por este hombre solo valió un exilio que Song Lan estaba seguro, sería solo provisional. No dudaba que en un par de meses al ministro se le declara inocente y se le permitiera regresar a sus funciones.

Y había poco o nada que él pudiera hacer.

Cuando el tribunal y la corte real llegaban a una decisión, ni siquiera él podía llevarles la contraria.

Las mismas leyes que hizo para proteger este imperio, ahora le jugaban en contra.

Levantó una ceja inquisitoria, pero su pareja le hizo un leve gesto con la cabeza antes de que siquiera pudiera pronunciar alguna palabra. El primer ministro había sido una pesada roca que ya había obstaculizado por mucho tiempo el crecimiento de las ciudades, si lo más que podían conseguir era relevarlo de su puesto, eso obtendrían.

--- Ya no estará en el poder. --- susurró.

--- No directamente.

--- Es cierto, pero ahora podrás vigilarle abiertamente, a él y a sus aliados.

Song Lan fulminó a sus funcionarios y corte. Más de la mitad que habían cedido a la influencia y sobornos del primer ministro.

--- ¿Y de qué sirve? Esta corte no obedece al emperador, sino que en las sombras han nombrado al ministro como su líder. Si estas pruebas no han sido suficientes para detenerlo...

La suave mano de su compañero le sostuvo, Song Lan miró aquellos ojos expresivos y sinceros, llenos de tanto amor que su ira menguó un poco.

--- Un paso a la vez. --- se levantaron cuando la sesión se dio por terminada. Cuidadoso de mantener su voz baja mientras salían de la sala, Xiao XingChen siguió mirando a su compañero con fiero amor --- ha perdido su puesto y sido exiliado de la corte. Eso nos da tiempo de enfrentarlo correctamente. Los cielos no permitirán que un hombre así camine en libertad por mucho tiempo.

Una vez fuera, Song Lan miró al primer ministro recibiendo felicitaciones y saludos de diferentes funcionarios, la arrogancia del anciano calando profundo en su orgullo herido.

Esperaba que su consorte tuviera razón, porque si no era así, él mismo terminaría por convertirse en un emperador tirano que lo ejecutaría sin esperar la aprobación de sus funcionarios.

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La victoria, sin embargo, no era el dulce trofeo que todos creían. No cuando el ministro había perdido la única razón por la que BaiHe había puesto una pausa a su ejecución. Sin el poder en la corte, su vida estaba muy cerca de terminar.

Ahora, debía huir antes de que las noticias llegaran a BaiHe.

--- ¡¿No sabes hacer nada bien?!

Su Min maldijo mientras la joven se encogía con el ungüento todavía levantado en su mano, aterrada. El antiguo ministro no desaprovechó la oportunidad y comenzando con un golpe que lanzó a la joven contra el suelo, descargó su furia contra el delicado cuerpo.

Pisó y golpeó sin contención, los bajos sonidos de dolor y los sollozos, que antes le habrían calmado, ahora no hicieron más que avivar su ira.

Aunque se negara a admitirlo, después de ser golpeado y dejado inconsciente por el desaparecido erudito, el ministro no había sido el mismo.

La frustración por haber perdido su oportunidad con el erudito y la falta de comunicación por parte de BaiHe y sus seguidores, lo tenían al borde de su cordura misma.

La joven habría sido solo un cadaver más que ocultar, si los toques en la puerta no le hubieran detenido. Jadeando, fulminó con la mirada a su mayordomo cuando este abrió la puerta de la habitación, pero acostumbrado como estaba el hombre mayor al carácter explosivo de su amo, se apresuró a explicarse antes de que decidiera que él también era un blanco válido.

--- El comandante Nie le espera en el estudio, mi señor.

Su Min gruñó.

--- Dije que no deseaba ser molestado.

--- He tratado de evitarlo, pero dijo que tenía algo que darle y que era urgente que lo recibiera.

--- ¿Dijo qué era?

--- No, pero asegura que lo envía el erudito Shao.

Un leve escalofrío bajó por su espalda ante la mención del joven noble, la instintiva reacción de miedo agregó una ardiente indignación a su ya creciente ira.

--- El erudito esta desaparecido. --- y muerto, si la falta de noticias de Yue Lan significaban algo.

--- Fue lo que dijo, señor, aseguró que lo vio hace solo unas horas atrás y que le pidió venir.

Las punzadas en su maltratado brazo, como si aún estuviera bajo el agarre del bastardo erudito, le hicieron apretar los puños.

¡Él no iba a sentirse intimidado por la mención de un niño! ¡Mucho menos cuando sabía que debía estar mintiendo!

Esto debía ser algo más y ya que su inútil mayordomo no sabría como descubrirlo, lo haría él mismo.

Resoplando, se acomodó la túnica y se aseguró de que cada anillo o joya estuviera bien colocada, antes de salir del cuarto y bajar las escaleras hasta su estudio. Si la persona que más odiaba se estaba presentando tan dócilmente en su casa, nadie podría culparlo por lo que ocurriera después, por ejemplo, un cierto comandante encontrado muerto en el callejón de a lado.

Los accidentes, después de todo, ocurrían sin aviso.

Más tranquilo ahora que tenía un nuevo objetivo para desahogar su enfado, se aseguró de ocultar su hostilidad antes de abrir la puerta.

Dentro del cuarto suavemente iluminado por las velas y la chimenea, la delicada figura, de largo cabello castaño, miraba uno de los cuadros que Su Min había comprado en sus viajes al extranjero. Su elaborada túnica aparentaba ser de aquel liso color que lo marcaban como comandante, pero si estabas lo bastante cerca ,era fácil notar los patrones y grabados delicados que recorrían la vestimenta, la suavidad de la tela y la calidad de las joyas que adornaban su cabello.

El comandante Nie Huaisang siempre lograba ajustar las reglas de vestimenta de la corte a su propio gusto y si bien eso exasperaba al resto de los nobles, al quedar tan en el borde de lo aceptable, no podían acusarlo abiertamente de ser irrespetuoso o excéntrico.

En especial cuando hablaba con aquella expresión un poco ingenua, justo como ahora que se inclinó en respeto ante Su Min.

--- Buenas noches, ministro --- un leve parpadeo alarmado --- quiero decir, Lord Min.

El mencionado alzó la ceja con desdén ante un título que no había sido usado en mucho tiempo, tanto, que incluso él mismo había olvidado esa parte de su herencia. Una que su desagradable madre siempre insistió en recordarle... hasta que la mujer murió al poco de que fue nombrado ministro. Por una desafortunada confusión con los medicamentos, por supuesto.

--- Es raro verle aquí, comandante. Nunca ha venido antes.

Y no solo porque no congeniaban, sino porque para alguien tan acostumbrado a intimidar como estaba Su Min, la presencia de alguien tan despistado pero cuyo rango era lo bastante alto para obligarlo a ser cortés, era un auténtico martirio.

--- Es un cuadro fascinante el que tiene en su pared --- eludió el comandante, volviendo su atención al cuadro y demostrando por qué Su Min lo odiaba. --- no reconozco el paisaje, así que he de suponer que no se trata de ningún lugar en estas tierras.

--- No lo es.

--- Ya veo. --- Nie Huaisang dudó antes de señalar su propia mejilla --- ¿quisiera que le consiga algo de medicamento?

--- No. --- respondió tajante el ministro, el recordatorio bajando agrio por su garganta.

Cuando el erudito le había dejado inconsciente, la presión había lesionado su piel, dejando una desagradable coloración negruzca en su mandíbula. Una que se había reducido pero que aún mostraba tonalidades verde oscuro, rojo y violeta, marca que se negaba a desaparecer sin importar lo que hiciera.

--- Parece doloroso.

--- Se equivoca, comandante.

Una larga mirada llena de duda.

--- De acuerdo. --- el alargamiento de las palabras, que gritaba escepticismo, lo puso de los nervios.

En el silencio que siguió, Su Min caminó hasta el pequeño bar que se aseguraba de mantener bien abastecido, sirviéndose una gran copa de oporto que por obviedad, no ofreció al comandante.

Cuanto antes se fuera mejor.

Sin embargo, Nie Huaisang no dijo nada aun cuando notó la falta de interés del ministro en hacerle sentir bienvenido, observando las vasijas de fina porcelana en el estante bajo el cuadro.

Su Min había bebido casi la mitad del vaso, antes de que su invitado no deseado volviera a mirarlo.

--- No he visto a su familia, --- dijo, señalando los vacíos pasillos. La mayoría del personal habiendo sido despedido o enviado a otra propiedad --- supongo que ya habrán partido hacia el norte.

Su Min entornó la mirada con sospecha.

Esa era información confidencial. Su mujer e hijos se habían ido hace solo unas horas atrás y la explicación para quien preguntara era que su suegra había enfermado y ellos solo iban a visitarla. El hecho de que iban al norte, mismo lugar en donde se mantenían ocultas las tropas que Hong BaiHe trajo consigo, era un secreto que se supone, estaba bien guardado.

¿Cómo demonios es que el comandante sabía tal cosa?

--- Le han informado mal. --- se negó a ceder --- La madre de mi mujer, que vive en la provincia de QingHe, ha enfermado.

--- QingHe no esta al norte.

--- Muy cierto, comandante.

El comandante Nie Huaisang solo le miró, como si no estuviera seguro de si pedir disculpas por la confusión o tratar de explicarse. Al final el hombre solo optó por abrir un delicado abanico con un grabado al que Su Min no logró dar forma.

--- Bueno, sabe que no me gusta ser inoportuno así que solo he venido a entregarle algo --- dijo, señalando el escritorio al fondo --- espero que no le parezca exagerado el que viniera tan tarde en la noche, pero era importante que lo entregara.

--- Suena como si esto no fuera idea suya, comandante.

--- Y no lo ha sido, --- respondió Nie Huaisang encogiéndose de hombros y abanicándose con leves movimientos --- pero no me he podido negar, tampoco.

Su Min sonrió con desdén, bebiendo otro sorbo.

--- Debe tener mucho miedo si aceptó hacer algo tan extraño.

Su intensión había sido picar el orgullo del condecorado comandante, sin embargo y como una parte de él ya esperaba, el comandante asintió en acuerdo, luciendo un poco alarmado ante la mención de él estando asustado.

--- ¿Y quién no temería de estar en mi lugar? --- una sonrisa cómplice --- sabe que no me gusta pelear y menos aun los enfrentamientos verbales, así que ceder es más fácil que negarse.

Su Min miró los delicados y elegantes rasgos que lo habían atraído hace varios años atrás, pero que pronto, aprendió a odiar con fervor. Este hombre a pesar de su madura edad, siempre lograba mantenerse tan ingenuo como ignorante de las cosas, haciendo imposible para Su Min predecir cuales serían sus respuestas.

Cuando quiso someterlo jamás pudo encontrarlo, como si el comandante tuviera un sexto sentido que le permitiera irse antes de que él llegara.

Cuando trató de chantajearlo para ceder, el mocoso había sonreído sin decir nada. Comprendió por qué cuando no solo la esposa e hijos del comandante demostraron tener una astucia y una fuerza poco usuales entre nobles de alto rango, sino que cada intento salió mal de inicio a fin. Sus conductores eran sobornados, sus mercenarios eran arrestados cada vez que les ordenaba ir tras la familia Nie, sus suministros de drogas y afrodisíacos se perdían justo antes de cada banquete donde la familia asistía.

Eran una espina en su costado que Su Min hacía mucho había aprendido a olvidar. Favor que fue claramente devuelto cuando todas las dificultades desaparecieron en cuanto los quitó de su mapa.

Fingir que la otra parte no existía, era la regla implícita que ambos habían seguido por varios años. Que ahora el comandante decidiera romperla, le hizo recelar.

Sospechando, el ministro caminó hasta la pesada mesa de roble y mármol que el otro señaló, dejando el vaso junto al pequeño saco de terciopelo que antes no había estado ahí.

Con cuidado, lo tanteó antes de abrirlo, solo para descubrir que dentro había una pequeña llave.

Una que reconoció.

--- ¿Qué es esto?

--- Ah, eso. --- el comandante Nie sonrió mientras señalaba con el abanico --- Verá, algunos de mis subordinados la encontraron tirada entre los matorrales del palacio, dos días después del ataque al erudito Shao en el palacio, --- se encogió de hombros --- la verdad no le vi nada importante, así que la dejé en mi oficina por si alguien venía a buscarla.

--- ¿Y por qué la trae ahora?

--- Por qué descubrí que era la llave de su estudio en el palacio.

Su Min dejó la llave y miró al hombre que jugueteaba con una caja de música en una de las vitrinas.

--- ¿Y qué trata de probar con eso, comandante Nie?

--- La verdad es que no lo sé.

No, este hombre nunca tenía idea de nada, pero al parecer eso no le había detenido de venir a entregar una prueba que podía incriminarlo en el ataque al erudito.

--- Bueno, pues le agradezco, pero es innecesario. --- respondió con una sonrisa vacía de cualquier amabilidad --- hace mucho desde que cambié la cerradura de mi oficina en el palacio, --- o lo mandaría a hacer en cuanto el comandante se fuera --- así que ahora es inútil tanto para mí... como para usted.

--- No le entiendo, ¿por qué me sería útil? --- respondió el comandante girándose para oler las pequeñas flores que su servidumbre ponía para reducir el aroma de la parafina quemándose en las velas --- pero supongo que debe ser relevante cuando consideramos que el ataque al erudito ocurrió desde su estudio.

--- ¿Me esta tratando de culpar?

Nie Huaisang se abanicó un poco, luciendo sorprendido.

--- Para nada.

--- ¿Y entonces por qué lo menciona? El caso fue cerrado hace tiempo.

--- Por qué la persona que me dijo de dónde era la llave, también me pidió que le entregara esto --- Nie Huaisang sacó un grueso rollo de pergamino de entre su túnica, alejándose en cuanto el ministro la tomó --- tengo entendido que solo es una parte.

--- Bien podría dejarse de rodeos, sabemos que habla del erudito.

--- ¿Cuál erudito?

El desconcierto del comandante parecía tan honesto que solo hizo que la paciencia de Su Min disminuyera aun más.

--- No me trate como a un tonto. Usted mismo le ha dicho a mi mayordomo que habló con el erudito Shao.

--- ¿Lo hice? --- Nie Huaisang negó con la cabeza, pensando --- Según escuché, el erudito esta desaparecido. Créame, quien me ha dado esto no es, en lo absoluto, un erudito de la corte.

--- ¿Dice que mi mayordomo miente?

--- No, digo que pudo entender mal.

A punto de arrastrar al imbécil fuera de su casa, Su Min abrió el grueso papel.

Lo mataré en cuanto...

Palideció.

Una tras otra, más de ochenta de sus firmas se alineaban en una ordenada columna.

Abrió completamente el pergamino y trato de separarlo por si había otra hoja adherida, pero se trataba de solo uno de los registros.

Enrojeciendo de ira, arrugó el documento en su mano y se impuso ante el comandante, mandando al infierno cualquier apariencia de modales.

--- ¡¿Qué demonios pretende con esto?! --- gritó, sacando saliva mientras empujaba el papel contra el sorprendido comandante, quien solo se encogió un poco para que el papel chocara contra su hombro y no contra su pecho --- ¡¿Cree que puede venir con esto y amenazarme?! ¿quién ha sido? ¡¿quién le entregó esto y como lo obtuvo?!

--- ¡Ya le dije que no tengo idea! --- el comandante Nie se alejó dos pasos del alterado Lord, alzando las manos en señal de rendición --- Lo dije al comienzo, ¿recuerda? si supiera lo que es eso...

--- ¿Espera que le crea que no sabe?

Nie Huaisang volvió a encogerse.

--- Pues es la verdad, pero he de suponer que es importante.

Su Min miró cuidadosamente al comandante, no creyendo ni una palabra pero sin poder demostrar lo contrario.

Trató de pensar. Se trataba de uno de los comandantes del imperio y si bien podía ser un completo inútil, el comandante Nie Huaisang había demostrado ser alguien que tomaba las oportunidades si estas aparecían.

Miró el pergamino arruinado en su mano.

Esta no era información que alguien tan ambicioso dejaría de lado, no cuando usarla significaba quitarlo a él del camino y obtener un rápido ascenso en la corte.

--- ¿Quién le pidió entregar esto?

--- Un conocido.

--- ¿Quién?

--- Alguien que sé, me matará si revelo su nombre, pero que conozco de hace tiempo.

--- ¿Cuánto tiempo?

--- Desde que eramos estudiantes.

"Eramos estudiantes"

Era imposible que el erudito hubiera estudiado con alguien que le superaba por varios años de edad, y a pesar de comprenderlo, Su Min estaba a dos respiraciones de matar a este hombre y a quien fuera que había tenido esto en su poder.

Nadie debía tener acceso a este documento.

Ya que había forzado a muchos locatarios a convertir sus poblados en distritos rojos o en almacenes para mercancía ilegal, el dinero que se generaba no podía ser recolectado por los medios normales, así que había contratado a los mercenarios para hacerse cargo. Los hizo su grupo personal de matones a los que ni siquiera necesitaba controlar, no cuando por la cantidad de dinero correcta, se cortarían la garganta entre ellos sin dudar.

Así, cada denuncia era adjudicada al grupo de criminales liderada por Hao QianTse y clasificada como robo de bienes e intimidación, mientras él se mantenía en las sombras, acumulando riquezas.

Este pergamino era solo una parte del registro extenso que guardaba para asegurarse de que no le trataran de robar.

Ciudades, distritos y poblados. Cada lugar que estaba bajo su control, la persona que lo había recolectado y la cantidad de dinero entregada, cuidadosamente escrito y firmado por él mismo.

Sudando, miró al comandante Nie y su asustada expresión.

¡¿Cómo demonios habían obtenido el documento?! ¡Él lo había guardado celosamente! ¡Nadie, nadie excepto él sabía en dónde encontrarlo!

--- Muy bien, comandante --- Su Min trató de recuperar algo de su autocontrol mientras reacomodaba su ropa con movimientos cuidadosos --- ya que esta persona le atemoriza tanto, le ofrezco un trato. Si le convence de venir, yo me haré cargo de obtener la información que quiero. Por supuesto, le daré mi ayuda para que no se vea involucrado.

--- Oh, eso no será necesario, --- respondió el comandante Nie, repentinamente muy sonriente mientras cerraba el abanico y caminaba hacia la puerta del estudio, todo su miedo anterior desaparecido en un parpadeo --- mi trabajo solo era entregarle eso y un mensaje, esa persona dijo que no me pasaría nada si cumplía. --- Nie Huaisang abrió la puerta para revelar al hijo más joven de la familia Nie, Nie DanFang, montando guardia a solo un paso de distancia --- Esa persona me dijo que el resto del documento sería entregado a la corte y al emperador dentro de cuatro días o que podía ir a buscarlo a la prefectura Meishan antes de eso. Debe ir solo o los documentos serán entregados --- el comandante hizo un breve gesto de despedida --- bueno, con eso termino mi parte, que tenga una buena noche, Lord Su.

La puerta se cerró ante un desconcertado exministro.

Mientras tanto, Nei DanFang fulminó a su padre con la mirada, aunque este se negaba a prestarle atención mientras salían a la oscura noche.

Había estado desesperado buscando pruebas en contra del ministro o mejor aún, encontrar al erudito que según dijo antes de que todo se fuera al infierno, tenía lo necesario para detener a Su Min.

Y ahora, ya terminado el juicio y con la sentencia dada, descubría que su propio padre había tenido algo que en realidad puso nervioso al primer ministro.

Indignado, se cruzó de brazos una vez que el carruaje donde subieron comenzó a moverse.

--- No sabía que tenías conocidos con esa información. --- su voz estaba muy lejos de ser amable, pero su padre solo asintió con una sonrisa.

--- Bueno, no puedo quedarme callado si tratan de llamar a no uno, sino a dos de mis hijos, mentirosos.

--- Creí que solo yo fui perjudicado.

--- Te equivocas, te equivocas. Si no recuerdo mal, quien fue a buscar a los testigos e hizo el registro de los almacenes, por orden del emperador Song, fue tu hermano mayor. Registros y testimonios que fueron declarados falsos o exagerados.

Nie DanFang gruñó.

--- Bien, como sea ¿Por qué no me dijiste que tenías algo para usar contra el ministro?

Otro de esos encogimiento de hombros que tanto lo ponían de los nervios.

--- Por qué no lo sabía.

Nie Huaisang se veía tan tranquilo que era imposible creer que había estado asustado del ministro.

Nie DanFang estaba seguro, su padre jamás estuvo ni siquiera nervioso mientras se enfrentaba a Lord Su. Lo conocía lo suficiente para saber que había muy poco que lo inquietara, y el antiguo ministro no entraba en esa pequeña lista.

--- Así que decías la verdad sobre esta misteriosa persona, que casualmente, tenía lo que podrían haber sido las pruebas necesarias para ejecutar al ministro.

--- No seas sarcástico con tu padre.

--- No lo sería si me dijeras qué esta pasando.

Nie Huaisang abrió el abanico y cubrió su rostro mientras miraba al exterior.

--- ¿Lo preguntas como general o como hijo?

Nie DanFang volvió a gruñir.

--- Ambos.

--- En ese caso --- Nie Huaisang sonrió con lo que se podía describir como la satisfacción del gato que se comió al canario. --- ¿Recuerdas a la familia Kuo?

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Su Min estaba rojo de la ira. Siempre, siempre había odiado las entrañas de Nie Huaisang y esa forma casi tonta de responder. Ya sabía que sería un problema cuando lo vio, solo que no esperó que sería uno tan grande.

¡Todo iba a la perfección antes de que esa burla de comandante decidiera aparecer en su casa!

Arrugando lo que quedaba del pergamino que rompió en pedazos apenas salió el comandante, tomó cada pedazo y lo arrojó dentro de la chimenea, el brillo reflejándose en su viciosa mirada.

Si esta persona quería que fuera hasta la prefectura Meishan, eso es lo que tendría y cuando llegara, se aseguraría de matarlo con sus propias manos.





NOTA

En la antigüedad y según los registros de viajeros europeos de aquellos años:

* Quenfu: Consejo Real, compuesto por un presidente y doce expertos el legislación, filosofía moral, "astrólogos y judiciarios".

* Himpu: Tribunal del crimen, que se encargaba de destinar los castigos por cargos criminales.

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