Día 3 pt.3

30.01.2021

"Tus labios callan, a pesar de que llamo tu nombre, tus labios no lo pronuncian de vuelta "
A. B. Rémeny 

   

   Final del Si Shi (7-9 p.m.) Interior del palacio.

Jiang Cheng tomó un profundo respiro cuando por fin, Xue Ye se alejó por un momento bajo el pretexto de buscar algo para beber. Estaba por cortar el delgado cuello de lado a lado solo por la exasperación de su presencia.

Toda la noche, el perro fiel de Hong BaiHe se había mantenido a su lado, dificultando la oportunidad de hablar con el jade.

Tenso, tiró los bocadillos que Xue Ye le entregó durante la velada y que Jiang Cheng fingió comer; en su lugar, terminó los últimos frutos secos que aún guardaba, apenas notando la acides y dulzura de los mismos, mientras esquivaba a un grupo de nobles que lo miraban con claras intenciones de acercarse a conversar.

--- Su majestad se ha ido --- se detuvo cuando la baja voz de uno de sus sirvientes, disfrazado como un eunuco, habló por lo bajo. --- está en compañía de cuatro jóvenes.

--- ¿Quiénes?

--- El segundo hijo de Lord Hopes, la hermana del conde Xun y la sobrina del ministro de ritos. Han ido en dirección al invernadero.

Por fin, una apertura para acercarse al emperador.

Sin perder tiempo, Jiang Cheng se fue en dirección contraria a donde Xue Ye tomaba dos copas de un sirviente, e hizo su camino con tanto disimulo como le fue posible, usando a otros invitados, sirvientes y la luz cambiante de las farolas, para escabullirse a las jardineras y los arbustos que bordeaban el lugar.

Dentro de la poco frondosa barrera, un delgado camino conectaba el jardín y los diferentes edificios del palacio interno.

Puso los ojos en blanco cuando casi se topa con una pareja que, en medio de las sombras, intimaban con el mayor descaro y que a juzgar por los sonidos, no eran los únicos.

Eso explicaría porque no había guardias en esta zona.

Ignorándolos, caminó a través del solitario sendero hasta una de las puertas laterales del palacio. No sabía con exactitud en donde se encontraba, solo que el invernadero más cercano estaría justo al noroeste de donde se estaba celebrando el banquete.

Dentro, el lugar estaba oscuro y vacío.

-- Joven amo.

Xue Liang salió de entre las sombras, su rostro cubierto por una capa de tela oscura y delgada. Sin mayor palabra, señaló un ancho pasillo lleno de retratos y cuadros de paisajes.

--- Se han desviado al estanque de peces Koi, en esa dirección. Parece que el tío del emperador, Yun QiRen, busca que su sobrino elija a un consorte de entre los jóvenes que fueron con él.

Jiang Cheng levantó la ceja ante la última información, sin comprender por qué eso era relevante. ¿Qué le importaba a él que QiRen estuviera intentando casar al jade?

--- Abstente de dar información innecesaria.

--- S-sí, joven amo.

Caminó a lo largo del pasillo por un rato, notando la falta de personal en el lugar, antes de tener que detenerse al borde de una gruesa columna.

Un poco más adelante había una serie de arcos sin cristales, que permitían que algunas de las hojas y ramas de la vegetación del estanque, adornaran el pasillo interior.

No había manera de acercarse y no ser visto, pero quedarse tampoco era una opción ya que este parecía ser el único camino de vuelta al banquete, así que cualquiera que entrara o saliera del estanque lo descubriría.

Pensando, miró a su alrededor hasta notar una puerta entre dos altas estatuas. Delgada y entreabierta, entró a lo que descubrió, era una segunda biblioteca, esta notablemente más pequeña que la principal pero que abarcaba un largo tramo del pasillo exterior.

Recorrió el sombrío lugar con el eco de sus pasos resonando en el lugar, haciendo una nota mental de regresar en otro momento y revisar los libros, ver si alguno le era de utilidad.

Encontró una salida al fondo, pequeña y discreta que debía ser usada por el personal para limpiar el lugar sin molestar a los lectores.

Una vez afuera, llegó a otra sección del mismo jardín pero cuyo camino terminaba en un diminuto muelle a cierta distancia de la zona principal.

Usando la penumbra del lugar y los largos troncos de bambú para ocultarse, miró entre la vegetación.

Iluminada por lámparas flotantes y antorchas en lo alto de las pareces, una discreta pagoda era rodeada por estanques de poca profundidad; en la cristalina superficie, algunos lirios de agua flotaban con parsimonia y frondosos arbustos, como aquel en que se ocultaba, se enredaban en los arcos que delimitaban la zona.

Jiang Cheng se distrajo por un momento cuando el lugar le recordó a muelle de loto, en específico, al jardín en el edificio principal, donde su hermana solía pasar el tiempo al anochecer.

Tocó su pecho ante la inevitable punzada de melancolía.

Ni siquiera había sido capaz de construir un cenotafio o prender incienso para su familia desde que llego a este lugar, su único tributo era una tablilla de madera con sus nombres tallados en ella, oculta debajo de las tablas del suelo de su habitación en la finca.

Una que no fue capaz de mirar sin que la vergüenza lo llenara.

<<Hazlos desear la muerte, pero no la otorgues>>

Cuando había aceptado, creyó que solo tendría que ir y cortar la garganta de los responsables, pero todo se había complicado al grado de tener que involucrar a varias personas sin que estas lo supieran. Los gemelos de jade y Wei WuXian eran un buen ejemplo de ello.

Jiang Cheng era muy consciente de que sus acciones no traerían orgullo a sus padres, y aún su hermana, compasiva y dulce como había sido, reprocharía sus decisiones y en especial, su actitud hacia el jade.

No dudaba ni por un momento que su hermana habría optado por ser honesta y esperar lo mejor del Lan XiChen de este mundo.

Bajando la mano, Jiang Cheng enderezó los hombros con decisión.

Eso podía ser cierto, se recordó a sí mismo, pero hace mucho tiempo desde que ellos se habían ido, sus almas seguro dignas de rencarnar. Para Jiang Cheng ese pensamiento era más que suficiente. Ya llegaría el momento en que le tocaría expiar sus pecados y pagar por sus acciones, pero por ahora, haría lo que fuera necesario para detener a Hong BaiHe. Bañaría con su sangre las tumbas de los que murieron.

Y hablando de ello...

Miró con atención a las personas que hablaban debajo de la pagoda, sentados ante una pequeña mesa y con tazas de té frente a ellos. Los tres jóvenes se turnaban para rellenar la taza del emperador y ofrecerle algún bocadillo, ignorando la obvia incomodidad del jade.

Con una sonrisa cada vez más forzada, el jade se esforzaba por evitar ser grosero con sus acompañantes mientras estos hablaban sin parar.

Jiang Cheng sonrió un poco, la amargura de sus pensamientos anteriores suavizada por la escena frente a él.

Era cómico ver al emperador rodeado de empalagosos pretendientes sin poder alejarse de ellos.

Es bueno saber que no soy el único que pasa por dificultades tan absurdas.

Acomodándose mejor para no ser visto, los observó por un rato sin prestar atención a la plática superficial que se empeñaban en seguir, alagando sin cesar las supuestas virtudes del jade.

Amable y bondadoso, paciente y sabio, inteligente como nadie y de rostro noble y hermoso.

Jiang Cheng arqueó una ceja con escepticismo. El jade era muchas cosas, pero tal descripción desproporcionada casi lo haría una deidad bondadosa.

Puso los ojos en blanco.

Ese hombre tenía tan mal carácter como cualquiera y sus palabras podían ser tan afiladas como una cuchilla, solo era mejor disimulando que el resto de las personas, su temperamento en general tranquilo hasta que este alcanzaba su límite.

Y solo yo sé cuál es dicho límite, pensó con una satisfacción reticente.

Desestimando sus propios pensamientos como aburrimiento, los observó continuar con la monótona letanía llena de voces agudas y exacerbadas.

Sin embargo, pronto fue evidente que Lady Sima, sentada en uno de los extremos, acaparaba más y más la conversación, hasta que las palabras de los otros dos, fueron reducidas a monosílabos y todos en favor de lo que la vanidosa joven dijera.

Derrotados ante Lady Sima, se levantaron para irse con los hombros caídos y ojos llorosos. Oportunidad que la mujer no dudó en aprovechar, se levantó de su propio asiento y cambió de lugar hasta estar lo más cerca al emperador como podía cuando este se levantó para despedir a los jóvenes nobles.

Pero qué mujer más molesta

Jiang Cheng hizo un gesto despectivo.

Era obvio que no dejaría solo a Yun LanHuan hasta que su ego fuera satisfecho.

Comprendiendo eso, estaba por retirarse a la biblioteca para lo que pensó, sería una larga espera, cuando notó que, aprovechando que el emperador se giró a despedir a los jóvenes, Lady Sima hizo un movimiento extraño cerca de la taza del jade.

Su sonrisa satisfecha fue todo lo que Jiang Cheng necesitó ver.

Esa maldita mujer.

Jiang Cheng regresó a la biblioteca con pasos apresurados, atravesándola tan rápido como le fue posible y rechinando los dientes cuando no tuvo más opción que detenerse en la puerta. Los jóvenes de antes, caminaban pasillo afuera con bajos murmullos y gestos decepcionados.

¿No pueden caminar más rápido?

Salió apenas vio al par girar al final del pasillo, sin molestarse en cerrar la puerta a sus espaldas.

Lady Sima había vertido algo en la taza del jade y si bien dudaba que se tratara de algo peligroso, Jiang Cheng no confiaba en la ella o en sus intenciones.

Maldiciendo mentalmente, entró al estanque con pasos largos, sin importarle que notaran la hostilidad en su expresión.

Pero fue tarde, cuando llegó frente al emperador, este ya bajaba su taza después de beber de ella.

--- Su majestad imperial --- saludó, queriendo romper las piernas de Lady Sima. Se contuvo solo porque sabía que ahora lo más importante era alejar a esta mujer del jade y descubrir que había puesto en la taza --- disculpe mi tardanza, el primer ministro me ha interceptado en mi camino aquí. He dejado los documentos que me pidió en su estudio.

Lady Sima se sorprendió de la repentina aparición del erudito, pero Yun LanHuan solo mostró alivio. Sabía que no le había mandado a llamar, ni preguntado por documento alguno, así que comprendió de inmediato que este le estaba dando una salida para su situación actual.

Asintiendo a las palabras, se levantó de su asiento.

--- Le agradecemos su prontitud --- se giró a Lady Sima --- ha sido una agradable conversación, pero debemos retirarnos.

Cuando el emperador les dio la espalda y comenzó a irse, Lady Sima también se levantó.

--- Si no le importa, su majestad, iré con usted. Ya es tarde y debo volver al banquete.

Yun LanHuan dudó, en especial cuando la mujer se acercó con la intensión de tocar su brazo.

--- No es...

Jiang Cheng se interpuso antes de que la mujer pudiera siquiera acercarse lo suficiente, colocándose entre ambos.

--- La acompañaré, también debo regresar.

Lady Sima enrojeció con enojo apenas disimulado. Su reacción solo hizo sospechar más a Jiang Cheng de que tramaba algo.

--- No se moleste, erudito, prefiero regresar con su majestad a hacerlo con alguien a quien no le agrado.

--- Insisto. No es seguro para una dama deambular sola por los pasillos del palacio, no en una noche de celebración.

Yun LanHuan dio una sonrisa conciliadora a la joven dama.

--- Las palabras del erudito son certeras, sería bueno escuchar su consejo. --- hizo un leve movimiento de cabeza--- Erudito Shao, Lady Sima.

Aprovechándose de la ayuda inesperada, se dio la vuelta para irse antes de que Lady Sima pudiera pensar en cómo detenerlo.

La joven no pudo más que despedirle junto al erudito.

--- Su majestad.

Ambos mantuvieron la inclinación del torso hasta que la figura del emperador desapareció en el interior del palacio.

Lady Sima se enderezó con rigidez, furiosa más allá de las palabras. Como si fuera llamado por una entidad invisible, este hombre de nuevo intervenía a tiempo para inmiscuirse en sus asuntos.

Con los puños apretando la tela de su vestido, dejó de simular educación al enfrentar al erudito.

--- Usted, ¡cómo se atreve a intervenir de esa forma!

Pero Jiang Cheng la ignoraba, solo esperó a ver la oscura silueta de Xue Liang siguiendo al emperador, antes de tomar a la mujer del brazo con tanta brusquedad que las palabras de la enojada joven, se apagaron en un grito ahogado.

--- ¿Qué ha puesto en la bebida de su majestad?

Lady Sima se sintió palidecer cuando vio el rostro del erudito, tan asustada como sorprendida.

El hombre que la sostenía en un doloroso agarre, era alguien muy distinto al erudito que siempre había visto. Su mirada era fría y cruel, y la mueca de sus labios, le recordaron a aquellos relatos de criaturas feroces rondando los bosques.

Tragó saliva.

--- No, ¡no sé de qué esta hablando! ---Tomando una brusca respiración, se zafó del apretado agarre. Como ocurría con la mayoría de los nobles, Lady Sima pensó que la información que poseía sería suficiente para contener a la otra persona de herirla. --- Y será mejor que no vuelva a tocarme o dirigirse a mí de esa forma.

Jiang Cheng chasqueó los dientes con desdén antes de caminar a la mesa. Tomó la copa, solo un tanto aliviado de comprobar que el nivel de líquido apenas había disminuido. Parece que el jade dio menos de un sorbo.

Sin más preámbulos, olió el líquido antes de probarlo. Amargo, demasiado para ser solo té, incluso el aroma era intenso, lo que explicaría la razón de que el emperador solo diera una probada.

--- ¿No tiene respeto ni siquiera por lo ajeno? --- Lady Sima puso las manos en sus caderas, confiada en que no podría saber lo que contenía la taza. Ella lo había probado con varios sirvientes y ninguno notó la diferencia --- vaya modales más descarados.

Sin embargo, Jiang Cheng no era un sirviente, sus experiencias y conocimientos superaban por mucho los de la joven dama. Probar una segunda vez el "té", bastó para dar cuenta de lo que el penetrante sabor ocultaba.

Y fue algo que le hizo desear golpear algo.

--- Licor. Hay licor mezclado con el té.

Lady Sima tembló alarmada. ¡Era imposible que lo supiera!

Está adivinando, seguro espera que me delate a mí misma.

Levantó la barbilla con arrogancia. Mostrarse segura y confiada le quitaría al erudito cualquier credibilidad. Ella tenía un rango mayor, así que el erudito no tenía más opción que darle la razón.

--- Inventar tal tontería no le ayudará en nada. Es un té de gran calidad, si usted es tan ignorante para no notarlo, no necesita inventar tonterías.

Jiang Cheng miró a la altanera dama, quién no parecía ni un poco arrepentida o culpable por ser descubierta. Menuda cara más gruesa tenía para intentar mentirle a Jiang Cheng de frente y sin rodeos.

--- ¿Por qué ha puesto licor en la bebida del emperador?

Lady Sima cruzó las manos al frente y giró el rostro lejos del erudito, fingiendo femenina indignación y jactancia por igual.

--- Todos saben que la familia imperial jamás bebe alcohol, que solo el aroma puede afectarles volviéndoles personas distintas. ¿Quién no conoce la historia del gran Yun Lan? Muerto por el enemigo quién con una gran copa de vino, le dejó indefenso ¿Cómo podría yo, atreverme a poner licor en la bebida de su majestad? ¡Eso sería traición! --- había un brillo calculador en sus ojos --- cualquiera podría aprovecharse de su majestad en ese estado.

<<No lo dejes beber ningún tipo de vino por muy suave que sea. JingYi es un Lan y solo un poco podría afectarlo>>

La advertencia que Wei Wuxian le dio el día que tomó a JingYi como aprendiz, resonó con fuerza en la cabeza de Jiang Cheng.

Maldijo por lo bajo.

¡De todas las malditas cosas que podían cambiar o mantenerse en este mundo, debía ser la debilidad de los Lan con el alcohol una de ellas! Y tenía que ser su suerte que justo esta maldita mujer supiera sobre ese dato en particular.

<< cualquiera podría aprovecharse>>

Furioso, caminó con la intención de seguir al jade.

Si el licor lo había afectado, no importaba que Xue Liang lo estuviera vigilando, no sería suficiente para protegerlo en caso de un ataque furtivo.

Por desgracia, ya sea por la prisa o por la insignificancia de la joven noble, Jiang Cheng no pudo prever las acciones de esta ni las consecuencias que traerían.

--- ¡Cómo se atreve a ignorarme de nuevo! --- exclamó la mujer llena de ofensa.

En un acto irreflexivo, tomó al erudito del brazo y la muñeca, clavando las uñas en la piel en un esfuerzo por detenerle.

El curvo filo hiriendo la piel de Jiang Cheng despertó recuerdos que se esforzaba mucho por mantener a raya, aquellos que ni aun en sueños habían aparecido, memorias traumáticas que habían destrozado su interior de maneras imposibles de describir.

<<Manos sosteniendo su barbilla y obligándolo a tragar la espesa mezcla que llamaban comida... un agarre doloroso sosteniendo sus muñecas mientras el filo de la daga cortaba la piel de sus brazos una y otra vez... uñas femeninas recorriendo el interior de sus heridas hasta que la sangre rezumó nuevamente de ellas... >>

Con un rugido furioso, apartó a la mujer con un brusco movimiento, la fuerza de su movimiento haciéndola perder el agarre en el brazo del erudito y caer con un agudo y corto grito.

En solo segundos, su interior se llenó de un terrible conjunto de emociones que lo hicieron olvidar por completo la indiferencia que dirigía la mayoría de sus acciones en el interior del palacio imperial.

Lady Sima apenas pudo parpadear antes de ser levantada del suelo con un doloroso agarre rodeando su cuello.

--- Usted... --- cortó sus palabras con otro sonido agudo cuando su espalda fue golpeada sin miramientos contra la baranda que rodeaba la pagoda.

Aterrada y con sus ojos llenos de lágrimas, miró al erudito, sus manos aferradas a la mano que la sostenía con una fuerza inhumana.

Ojos de un azul profundo la observaban con la despiadada crueldad de un depredador, la feroz expresión del erudito hablaba de una ira que la mujer no podía entender, pero que hizo temblar su cuerpo como una hoja al viento.

No comprendía cómo podía ser tratada con tanta brutalidad, ¡ella no había hecho nada malo!

---Por favor, --- lloró, demasiado asustada para pensar en decir algo más. Para una dama que fue criada en una familia noble de la corte, este nivel de agresividad era demasiado grande para afrontarlo sin desmoronarse --- por favor, suélteme.

--- Jamás --- la voz de JiangCheng era grave y muy clara, lo que la hizo más aterradora --- jamás vuelvas a tocarme.

Su boca se abrió para proferir algún insulto, o una nueva amenaza, no lo sabía. Pero se contuvo.

Con la misma brusquedad con que la había sostenido, la dejó caer de bruces contra el suelo, apenas dándole una mirada llena de amenaza antes de dar media vuelta y salir del estanque.

--- La quiero fuera de mi vista --- dijo a sus dos sirvientes que custodiaban la entrada.

Lady Sima solo recordaría haber olido algo dulce y atrayente antes de despertar en el interior de su carruaje, confundida y tratando de recordar que la había asustado tanto, que su cuerpo aún temblando sin control.

-

-

Con sus manos enterradas en el cabello y sus palmas cubriendo sus ojos, Jiang Cheng intentaba controlar el caos en su interior, respirando profundo una y otra vez hasta que la inmensa ira comenzó a menguar.

Dejó su mente vacía de cualquier pensamiento o memoria, tan vacía como le fue posible hasta que sintió que la tensión en sus hombros disminuía.

Había usado esa técnica para controlarse a sí mismo desde la muerte de su familia, en aquellos días cuando los recuerdos y la culpa eran demasiado grandes para soportar.

Ahora, volvía a hacer uso de ella.

--- Joven amo.

Hizo una mueca al escuchar la voz titubeante a su lado.

Reincorporándose de su posición recargada contra la pared, miró a la silueta de Xue Liang.

--- ¿Qué ocurre?

--- El emperador ha pedido verlo.

Cierto, el emperador.

--- ¿Los eunucos?

--- En la zona de la servidumbre y en el banquete, despejamos la zona de cualquier sirviente o visitante.

Parece que hoy tampoco tendría tiempo de recuperar la compostura.

Frotando su rostro con la mano en un gesto cansado, Jiang Cheng caminó pasillo adentro, con la luz cada vez más escasa hasta transformarse en una sombra suave de color sepia apenas interrumpida por la platinada luz de la luna, que desde las altas ventanas, se adentra entre los pasillos que llevan hasta los aposentos privados de la familia imperial.

--- Vigila el exterior.

--- Sí, joven amo.

No ha estado aquí nunca, pero no fue difícil imaginar por donde debía ir, la familiaridad de los pasillo y bifurcaciones diciéndole la dirección. Parece que al igual que varios lugares en este mundo, el palacio interno se distribuía como en el pasado lo hicieron las inmediaciones del clan Lan.

Así que si el emperador había intentado regresar a su habitación, sería este el camino que habría seguido.

Y no se equivocó.

Al final de un ancho y corto pasillo, que terminaba en un diminuto jardín privado, el emperador se apoyaba contra la lisa pared, su cabeza baja y su postura un poco caída.

Lo que no había esperado, era encontrar a dos de sus sirvientes haciendo gestos extraños con sus manos o sosteniendo al jade de los brazos, murmurando con expresiones angustiadas.

Desconcertado, se acercó para ver qué es lo que ocurría.

--- Joven amo --- Fao Sying se encontró a medio camino con el joven amo Shao cuando lo vio llegar.

--- ¿Qué esta ocurriendo?

Jiang Cheng ahora podía escuchar un poco de lo que su otro sirviente mascullaba al emperador, pero no tenía mucho sentido.

Fao Sying hizo una inclinación llena de vergüenza mientras explicaba.

--- Su majestad se comenzó a sentir mal al poco tiempo que salió del estanque. Lo intentamos llevar a sus aposentos, pero dijo algo sobre estar mareado.

Jiang Cheng reanudó sus pasos seguido por su sirviente.

--- ¿Y ahora?

--- Ahora insiste en regresar al banquete.

Una ceja arqueada con duda.

--- Pues déjenle regresar.

Fao Sying se alarmó casi al punto de sudar.

--- No podemos, es que su majestad esta, bueno él... --- Fao Sying no sabía cómo explicarse --- Lo intentamos, pero, verá.

Y como si el balbuceo del sirviente fuer una señal, el emperador levantó la vista de donde se encontraba.

--- ¡¡Erudito Shao Jiang!!

El jovial grito alertó a Jiang Cheng, quien solo vislumbró un borrón de ropas oscuras antes de que algo se estrellara contra él con una fuerza inesperada. Tambaleándose un poco por el impacto, se quedó rígido mientras un par de brazos lo rodeaban en un cálido e inesperado abrazo.

Nadie a parte del emperador se movió, todos demasiado sorprendidos para saber que hacer o decir. En especial Jiang Cheng que solo pudo mirar por encima del hombro del jade a los incómodos sirvientes, quienes repentinamente encontraban las paredes y el suelo increíblemente fascinantes.

El abrazo se estrechó un poco más mientras el jade enterraba el rostro en su cuello, respirando profundamente.

--- Líder de secta Jiang.

¿Cómo... dijo?

El subsecuente susurro del jade lo hizo sentir como si la sangre en sus venas se detuviera. Su corazón incluso se saltó un latido.

Alarmado más allá de lo que las palabras podrían explicar. Forzó al jade a soltarlo, sosteniéndolo de los hombros para poder ver su expresión.

Era imposible, era imposible que el jade hubiera recuperado sus memorias, él no...

Una sonrisa.

El jade lo miró por un segundo antes de mostrar una sonrisa boba y desorientada, como si no comprendiera quién le sostenía pero agradeciera la ayuda.

Jiang Cheng casi sintió que sus piernas cedían del alivio.

Si de verdad hubiera recuperado su memoria, estaba seguro que no se mostraría tan tranquilo y mucho menos, parecería tan contento de tenerlo cerca.

Apretó las manos y bajó la cabeza para recuperar un poco la compostura.

--- De verdad eres...

Quizá, al igual que Wei Wuxian, llamarlo de esa forma había sido un reflejo involuntario.

--- ¿Joven amo?

La voz insegura de Fao Sying lo sacó abruptamente de su cavilación, por un momento había olvidado la presencia de los sirvientes.

--- Yo me haré cargo --- dijo con voz forzada, intentó relajar su tensa expresión sin conseguirlo del todo --- Regresen a descansar.

Sin darles opción a replicar, pasó el brazo del emperador por encima de sus hombros en un movimiento sencillo. Asegurándose de tener un agarre seguro, instó al emperador a caminar pasillo adentro.

Memoria o no, era mejor que sus sirvientes se mantuvieran alejados.

Fao Sying y el resto, solo pudieron mirar al par alejarse, sin ser capaces de comprender qué había ocurrido.

Tras llegar hace solo un momento atrás, Xue Liang hizo señas para movilizar a los sorprendidos sirvientes.

--- Vámonos.

La presencia de la cocinera por fin despertó a los sirvientes de su estupefacta contemplación.

--- Espera, no podemos irnos.

--- Es verdad, el joven amo...

--- El joven amo ha pedido que nos vayamos.

Fao Sying se rascó la cabeza con frustración, de verdad que ya no podía comprender al joven amo.

--- Debemos protegerlos.

Comprendiendo que no se moverían solo por su orden, Xue Lang suspiró.

--- Yo tampoco comprendo bien que ha sido todo eso, pero si el joven amo nos pidió retirarnos, debemos hacerlo.

--- Ya se han ido.

--- ¿Qué?

Shuang An señaló al jardín.

En algún punto mientras los sirvientes dudaban y discutían que hacer, Jiang Cheng había caminado por los pasillos que rodeaban el jardín privado, entrando en un nuevo pasillo de entre los varios que rodeaban el verde y fresco espacio. Era imposible decir qué camino habían tomado.

--- Ellos ya se han ido.

Derrotados, los pobres sirvientes solo pudieron observar el vacío lugar, preguntándose por qué tenían un amo tan problemático.

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--- Su majestad, camine derecho. --- gruñó Jiang Cheng mientras se tambaleaba, intentando evitar que Yun LanHuan se estrellara contra la encimera llena de lo que debían ser preciados jarrones.

La opulencia del lugar era simplemente ridícula.

¿Por qué demonios en este mundo la gente ponía tales cosas en lugares tan malos?

Maldiciendo por lo bajo, ignoró los balbuceos y breves risas del emperador y acomodó mejor el brazo sobre sus hombros.

Estúpida ropa estorbosa, pensó mientras perdía el agarre en la muñeca, por lo que tuvo que aferrar la manga para evitar que el otro cayera de bruces contra el suelo.

El sentido del equilibrio del emperador había empeorado apenas respiraron el aire fresco de la noche, ni hablar de los bajos balbuceos sin sentido que comenzaron y que variaban entre serios comentarios al azar y risas espontaneas.

Era obvio que no podría hablar con el jade esta noche.

Acababan de dar vuelta a otro pasillo, cuando los pasos de Yun LanHuan se detuvieron. De nuevo.

Ya se habían detenido cuatro veces antes, dejando a su paso dos de las pesadas túnicas exteriores del jade, junto con casi todos los adornos de su cabello, ahora solo sostenido a la mitad por una larga cinta negra y plata.

Jiang Cheng intentó de nuevo instarlo a caminar, sin resultado alguno.

¿Y ahora qué?

--- Su majestad, falta poco, no se detenga.

Pero en lugar de avanzar, Yun LanHuan frunció el ceño y se soltó del agarre con tanta brusquedad, que se tambaleó bastante antes de sostenerse de una ventana cercana.

Cuando estuvo seguro de que no caería, miró al erudito, quién solo se cruzó de brazos y esperó.

Lan Huan dio un paso... uno y medio, medio... ¡dos!

Felicitándose para sus adentros por no caer, logró quedar de frente al erudito, quien solo lo miraba con duda. Duda que solo creció cuando con la yema de su dedo índice, tocó justo en medio de las cejas de Jiang Cheng.

--- ¿Su majestad, se puede saber que está haciendo?

Jiang Cheng estaba más que exasperado cuando el dedo comenzó a jugar en su piel, como si quisiera moldear sus cejas, antes de que la otra mano subiera y jalara el borde de su boca.

--- Su majestad... qué, ouch...

--- Mal, mal, mal, mal --- repetía Yun LanHuan por lo bajo mientras continuaba jugando con la cara del erudito.

Usando la punta de sus dedos, jaló la comisura de la boca del erudito. Arriba, abajo... arriba.

¡No lograba recrear la expresión que veía en sueños!

Molesto, intentó pellizcando las mejillas. Quizá si lo intentaba de otra forma...

Jiang Cheng por otro lado, intentó mantener la calma, pero cuando Yun LanHuan casi le lesiona un ojo por cuarta vez, tuvo suficiente. Con un movimiento sencillo y rápido, alejó las inquietas manos.

--- Su majestad, es suficiente. --- regañó mientras sus mejillas punzaban un poco y su entrecejo hormigueaba.

--- Pero...

Lan Huan dudó antes de intentar tocar de nuevo el rostro del otro, gesto que fue alejado con otro leve golpe.

--- He dicho que se detenga.

El emperador hizo un puchero que dejó mudo a Jiang Cheng.

Jamás había visto al jade comportarse como un niño, pero era justo lo que parecía en este momento mientras inflaba muy poco sus mejillas y fruncía los labios.

Era... extraño.

Suspiró cuando recordó a su sobrino hacer exactamente la misma expresión cuando algo no salía como quería. Era francamente irónico que fuera el jade quién le trajera a la memoria tal cosa.

No tengo tiempo para esto

Sin querer permitirle usar de nuevo su cara como masilla, Jiang Cheng rodeó su cintura con un brazo y lo instó a caminar.

--- Debemos seguir.

Esta vez solo lograron dar dos pasos antes que, de la nada, Yun LanHuan lanzara sus dos brazos alrededor de Jiang Cheng en una repetición del abrazo anterior.

--- ¡Erudito Shao Jiang!

--- Espe... ¡su majestad!

Pese al mejor esfuerzo de Jiang Cheng, trastabillaron varias veces antes de que su espalda chocara contra la pared, el doloroso golpe sacando el aire de sus pulmones con un breve jadeo.

Parpadeó para enfocar nuevamente cuando lo escuchó.

--- Ouch.

El sonido seco y casi imperceptible, advirtieron a Jiang Cheng que aunque el jade había usado el antebrazo para evitar lo peor, todavía había golpeado un poco su cabeza contra la pared en su afán de mantener el abrazo.

Se lo merece, pensó con satisfacción.

Pero la retribución llegó pronto.

Ya fuera por las voluminosas ropas o por la inherente torpeza de alguien en estado de ebriedad, cuando la mano de Lan Huan buscaba aferrar la cintura del erudito, cometió un importante error de cálculo.

La exclamación de Jiang Cheng así como su sobresalto, dejaron en claro en donde exactamente había aterrizado una de las manos del emperador.

No lo mates, Jiang Cheng tomó la muñeca del emperador en un vano intento de alejar su mano, no lo mates.

Pero el brazo que lo rodeaba no se movió un ápice, y pronto fue dolorosamente obvio que pese a su estado de ebriedad, el hombre tenía una fuerza que superaba la suya.

Entornando los ojos con amenaza, dejó de simular ser un erudito de una corte imperial mientras alejaba al emperador empujándolo de los hombros.

--- Tiene dos segundos para quitar su mano --- gruñó apenas resistiendo el impulso de golpear al hombre.

Pero Yun LanHuan fingió ignorancia y apretó un poco aquella redondez que llenaba su palma, sonriendo con picardía ante la expresión entre sobresaltada y ofendida del erudito.

Jamás lo vio ser tan expresivo.

Quería ver más.

--- ¿Qué mano?

Esa estúpida mujer, pensó Jiang Cheng apretando los puños con exasperación, si Lady Sima no hubiera intentado emborrachar al idiota del emperador, nada de esto estaría ocurriendo.

Frunció aún más el ceño.

--- La que tiene en mi... en mi... --- gruñó cuando sintió su cara arder, su mirada llamando a Lan Huan con toda clase de insultos --- ¡ya sabe de qué hablo!

Yun LanHuan rio un poco antes de cerrar parte de la distancia que los separaba, atraído por la fiera presencia del erudito como una polilla a la llama. Tanta intensidad era reconfortante, aliviaba aquella inquietud que despertó cuando sus ojos se posaron por primera vez en el erudito.

--- No, no tengo idea de que habla. --- dijo con su sonrisa boba.

<< Mantenlo alejado del alcohol>>

Jiang Cheng gruñó con renovado cansancio. Si todos los Lan se comportaban de esa manera al beber, era de entender el por qué había sido una de sus principales prohibiciones.

Él mismo estaba tentado de dejar al emperador aquí mismo y al demonio todo, la noche ya había resultado ser demasiado complicada para tener que soportar esto.

Intentando reunir un poco de la inexistente paciencia que sentía, empujó con más fuerza al emperador, pero el jade se resistió y apenas se separó una pulgada.

--- Su majestad, no quiero herirle. Suélteme.

Su amenaza era seria, pero el hombre no lo estaba escuchando, en su lugar, miró el rostro del erudito.

La mandíbula tensa por apretar los dientes, el ceño fruncido y los labios en una fina línea.

¡Esa era la expresión que tanto había querido ver! Este era el hombre que lo cautivaba tanto en sueños como despierto.

--- Sus ojos --- dijo distraído --- creí que sus ojos eran violetas.

Jiang Cheng detuvo sus intentos de quitarlo de encima y puso los ojos en blanco ante un comentario que recibió con frecuencia en el pasado. A causa del efecto que provocaba la luz en su ropa y cambiaba la apariencia de sus ojos, muchos pensaban que tenía el mismo color de ojos que su madre.

¿Cómo el jade decidió comentar el color de sus ojos? ¡Acababa de amenazarlo!

--- Son azules.

Yun LanHuan asintió.

--- Si son azules... son bonitos.

¿Bonitos?

De nuevo tomado por sorpresa, miró al jade. ¿Exactamente cuan ebrio estaba?

No pudo terminar del todo el pensamiento, cuando el emperador por fin le soltó.

Por desgracia el alivio fue tan breve como un parpadeo, con fluidez, el jade subió las manos lo suficiente para acuñar el rostro de Jiang Cheng entre sus palmas, paralizándolo.

Como si estuviera en un trance, el jade acarició con el pulgar el borde de sus labios ida y vuelta, como si algo en ellos lo fascinara.

<< La caída del agua, el calor en sus labios>>

Pese a su mejor intento, el recuerdo regresó con tanta claridad, que era como si solo hubiera esperado a que Jiang Cheng se descuidara para invadirlo. Todo el esfuerzo que puso durante el día para no pensar en ello, fue destruido en segundos.

No es relevante, no lo hagas relevante.

Forzándose a moverse, sostuvo las muñecas del emperador para alejarlo, convencido de que el hombre diría otra tontería de solo darle la oportunidad.

--- Su majestad, debe ir a su habitación.

--- ¿Por qué no me mira?

Una breve pausa.

--- ¿Qué?

Esta vez, el toque se movió a su párpado inferior. La voz del jade había perdido toda la diversión y muy por el contrario, se escuchaba casi triste.

--- Lo he notado antes, no me mira a la cara.

Un chasquido exasperado.

--- Sí lo hago.

Ansioso por el rítmico contacto, Jiang Cheng trató de distraerse, pero lo único que podía ver era al jade, su cuerpo como una barrera entre él y el resto del mundo.

Sintiéndose extraño, cambió su atención pero sólo pudo enfocar el borde masculino de la mandíbula de Yun XiChen, mismo que le provocaba un sentimiento de inquietud, como un pensamiento que no podías verbalizar pero que insistía en quedarse.

--- Pero no a los ojos, aun cuando mira mi rostro jamás me mira directo a los ojos.

--- Sí lo hago.

Frustrado, miró aquellos ojos heterocromáticos, negándose a darle la razón al jade.

Pero un solo vistazo de aquel ojo gris acero fue suficiente para disuadirlo de su orgullo. Bajó la mirada entre un parpadeo y otro.

--- Lo sabía --- esta vez, no había duda alguna de la tristeza que teñía la voz masculina.

Maldición.

Jiang Cheng apretó los dientes. Rememorar sus muertes solo por un detalle tan insignificante era infantil. Él era mejor que esto, era más fuerte que esto.

¡Maldición!

Con un movimiento brusco, levantó la mirada hasta que sus ojos se encontraron. El brillante azul vacilando un poco, pero entornándose decidido.

--- Listo, ¿contento ahora?

Yun LanHuan no respondió, demasiado embelesado de por fin, poder ver cada pequeña emoción reflejándose en las profundidades color zafiro. Enmarcados por negras y largas pestañas, contrastando con la oscuridad del largo cabello...

No podría encontrar algo tan cautivador nunca aun si lo intentara.

Jiang Cheng tragó saliva cuando el silencio se alargó, casi evadiendo su mirada de nuevo. No entendía por qué la presencia del emperador repentinamente le resultaba tan imponente, pero no se quería detener a considerarlo.

--- Su majestad debe alejarse --- lo intentó de nuevo mientras ponía una mano en el ancho pecho, el complejo bordado dando una sensación de cosquilleo en la punta de sus dedos que quiso ignorar pero de la que aún tomó consciencia.

--- Pero no deseo alejarme.

Esta posición, esta cercanía.

Antes alejó al ministro sin dudarlo, más que dispuesto a cortarle la garganta si solo se acercara un poco más. Sin embargo, ahora, sus manos se apoyaban pasivas contra el pecho del jade, su cuerpo quieto pese a la chocante cercanía del otro.

¿Por qué? ¿Por qué dejaba que el jade se acercara tanto a él? ¿Qué lo hacía tan diferente del resto?

Podía sentir el calor del cuerpo del otro traspasando su propia ropa, la presión de aquellas manos en su rostro y mandíbula. Esa esencia que solo pertenecía al jade inundando sus pulmones como una droga que lo hacía sentir confuso y ligero, acalorado e incómodo, su anterior exasperación enterrada en lo más profundo de su mente.

--- Esto es ridículo ---se quejó.

--- ¿Lo es? --- un murmullo bajo.

--- Sí.

Lan Huan sonrió. Esta faceta tímida y sumisa del erudito lo tenía cautivado.

--- Yo no lo creo así... Jiang Cheng.

El aludido sintió su piel erizarse, esa cadencia al decir su nombre, esa forma de bajar la voz justo al final...

--- Usted.

Lo que sea que Jiang Cheng iba a decir, se perdió en el silencio del pasillo cuando regresó su mirada, que no fue consciente de desviar, al rostro del otro.

La sutil curvatura de los labios, el ligero cambio en los ojos, aquella aura de tranquila elegancia que tanto lo había caracterizado.

Jiang Cheng vaciló, su aliento un poco atascado en su garganta cuando aquella expresión pacífica y cálida lo traspasó como la suave luz de una vela.

Casi pudo evocar la túnica blanca y la cinta de la frente, escuchar el sonido del viento entre los árboles y las lejanas cascadas de Gusu.

Lan XiChen

Repentinamente, el hombre que lo sostenía no era el emperador, era el líder de la secta Lan.

...

No.

No, se recordó a la fuerza, este hombre era un emperador, el emperador Yun Lan Huan y él era un erudito, ellos no eran cultivadores, ya no eran las mismas personas del pasado. Es por eso que Jiang Cheng había sido muy cuidadoso de evitar llamarlo por aquel nombre cuando pensaba en él.

Emperador y súbdito.

Eso es lo que eran.

Emperador y súbdito.

Pero no importó cuantas veces se repitió la letanía, los recuerdos siguieron llegando hasta confundirlo, hasta que le fue imposible recordar que diferencia había entre este hombre y el cultivador de sus recuerdos.

--- Está herido.

Jiang Cheng se sobresaltó un poco, aquella mano que aun tocaba su párpado inferior, acarició con mucha suavidad el rasguño y la ligera coloración que aun persistían, pese a la cantidad de medicamento que ya había usado.

Se encogió de hombros, y sin notarlo, bajó su voz al mismo volumen que usaba el jade.

--- No es nada.

La sonrisa aún leve del jade desapareció por completo, atrayendo la mirada de Jiang Cheng a aquel borde pálido del labio superior.

<< el roce de aquellos finos labios tocando los suyos, el suave cosquilleo de fresco aliento interrumpiendo sus palabras >>

Con toques delicados, Lan Huan acarició a lo largo de la herida, su atención tan absorbente que distrajo a Jiang Cheng del hecho, de que no habían dicho casi nada desde hacía un minuto o dos.

<< el calor de aquella masculina mano acariciando a Zidian con movimientos rítmicos; el sonido de las gotas de agua chocando contra las hojas de los árboles y la madera del techo>>

--- Espera --- Jiang Cheng intentó reunir fuerza, pero su cuerpo no se movió en lo más mínimo --- Lan XiChen.

El sonido de aquel nombre, que el mismo Jiang Cheng no recordaría haber dicho, despertó un anhelo en Lan Huan que no comprendió pero que lo invadió con innegable fuerza.

Quería alejar el dolor que veía en los ojos del erudito; él no debía sentir dolor, no debía ser herido de nuevo.

Casi con reverencia, retiró su mano y la sustituyó por sus labios.

<< el aliento de la corta risa de Lan XiChen rozando sus labios en un breve pero dulce toque. >>

Jiang Cheng giró el rostro, lejos del delicado toque.

Necesitaba alejarse, necesitaba quitar de encima al jade cuanto antes.

Esta cercanía no era correcta, no debería sentirse bien, no debería notar aquel cálido hormigueo ahí donde los labios del jade se habían posado, ni ser tan consciente de su propia respiración, entrando y saliendo de sus pulmones con inusitada profundidad; como si quisiera absorber en su interior la esencia del sándalo y aquella fragancia que solo pertenecía a Lan XiChen.

No de nuevo, pensó Jiang Cheng ofuscado cuando el jade cambió su atención a lo largo de la línea de su cuello, atención atraída involuntariamente cuando había desviado el rostro antes, no puedo caer en el mismo error de nuevo.

Pero no pudo detener su propio estremecimiento cuando el cálido aliento del jade acarició la piel de su cuello, entonces el profundo respiro y su consecuente ráfaga de aire, no hizo más que empeorar aquella sensación, como si miles de hormigas se arrastraran por debajo de su piel.

<< El toque titubeante robando su línea de pensamiento mientras una nueva caricia hacía hormiguear su piel>>

--- Magnolias --- susurró el jade, provocando un nuevo sobresalto en Jiang Cheng cuando la voz vibro muy cerca de su oído --- Tiene el aroma de las magnolias al anochecer y del licor de ciruela que bebió antes.

--- Yo...

--- Jiang Cheng.

--- Espere...

--- Líder de secta Jiang.

<<Líder Jiang>>

El aludido se estremeció de nuevo. Esa forma de hablar era algo que Jiang Cheng jamás pasaría por alto.

No lo recuerdes, fue un error. Fue un error.

Al querer usar las manos para alejarse, pudo sentir un calor restrictivo en sus muñecas.

El jade sostenía sus manos contra la pared en un cálido y firme agarre.

Parpadeó confundido. No podía recordar en qué momento el jade había se había movido lo suficiente para inmovilizarlo o cómo fue que permitió dejarle en tal posición vulnerable.

Sin mayor alternativa, solo pudo cruzar su mirada con la de Yun XiChen, la vista de aquellos ojos dispares provocando una mezcla contradictoria de ira y vergüenza, nostalgia y familiaridad.

Notando en cambio en la expresión del otro, Yun LanHuan habló con el mismo tono bajo que usara antes, ayudando a mantener la atmósfera de intimidad que ninguno de los dos deseaba romper.

--- Lo vi en sueños, --- tan cerca el uno del otro, la temperatura de sus alientos combinados aumentó un grado y aun el cuerpo de Jiang Cheng permaneció inmóvil, al igual que en el pasado, era como si su cuerpo olvidara como funcionar en presencia del jade --- su cabello negro, sus ojos violetas. Era un temible líder de secta.

Los ojos de Jiang Cheng se nublaron cuanto más crecía la cercanía, el hormigueo cambiando a una picazón insoportable que hacía temblar su aliento.

--- ¿Es así? --- su voz apenas fue audible.

--- Es así --- ahora los labios se rozaban en burdas imitaciones de lo que compartieron en el pasado, bajo el toldo del Hanshi.

No más cerca, no te acerques más, pensó Jiang Cheng mientras sentía que la última pizca de su voluntad era sostenida por un hilo delgado y frágil.

Sueños.

El jade lo había visto en sueños... ¿por qué eso era importante?

Ya no podía pensar en nada, en porqué esto estaba mal ni en si ambos eran hombres, su cuerpo estaba anhelante de algo que su mente no alcanzaba a poner nombre.

<< el toque húmedo y titubeante de la lengua de Zewu-jun en el sensible interior de su boca, un temblor que bajó desde su cuello y a lo largo de su espalda.>>

Jiang Cheng jadeaba ahora, su corazón latiendo con tanta fuerza que era un golpe contra sus oídos.

No había bebido en exceso, Jiang Cheng había sido muy cuidadoso de no tomar demasiado vino. Estaba perfectamente sobrio... pero aun no podía resistirse, sus labios y mejillas enrojecían ante la expectativa, anhelando el toque de aquellos finos labios.

¿Por qué? ¿Cómo podía desear tal cosa de otro hombre?

Jiang Cheng estaba seguro, él no era un manga cortada, jamás había visto a ningún hombre con otra cosa que no fuera fría indiferencia. De hecho él.

Él había.

Él.

Tensó un poco el ceño.

No podía recordar una sola ocasión en que sintiera tal atracción hacia nadie, hombre o mujer. Nadie jamás consiguió que cediera tan voluntariamente a su toque, nadie que lo hiciera inquietar con la sola expectativa.

¿Por qué él?

Sin poder contenerse por un segundo más, abrió un poco más los labios y con la punta de su lengua, tocó el borde rosado del labio inferior del jade, justo como hiciera en el pasado.

Solo fue un segundo, pero pudo sentir un suave jadeo de sorpresa acariciar su boca, el cálido toque lo hizo esclavo en segundos.

Yun LanHuan se dejó persuadir por la sensual caricia, sellando los labios ajenos en un beso lento y pausado, intenso y agradable. Persiguiendo la punta de aquella lengua que apenas y le tocaba, asomando tímida entre cada roce.

Soltó las manos del erudito sin notarlo, pero estas se mantuvieron inmóviles, apenas bajando un palmo a una posición más cómoda.

De nuevo el aire fue robado de Jiang Cheng, de nuevo aquella pesada y cálida sensación en la zona baja de su espalda y en su abdomen lo llenó. No era diferente de antes y aun cuando Jiang Cheng sabía lo que ocurriría, no luchó ni se resistió más. Quería descubrir la respuesta a esa pregunta, quería saber qué era esa sensación que lo llenaba y le impedía rechazar al jade.

El beso aumentó en intensidad y el calor siguió quemando cualquier pensamiento racional, los sonidos y las respiraciones entrelazándose hasta formar una melodía peculiar y un poco obscena.

Los minutos pasaron, pequeñas succiones en el labio superior de Jiang Cheng, diminutos mordiscos en el labio inferior de Yun LanHuan, roces de humedad tocando sus labios.

Jiang Cheng se separó del primer jade en un entrecortado jadeo, su respiración entrando en rápidas ráfagas. Su cuerpo ya no hormigueaba, ahora ardía y quemaba, su mente felizmente vacía.

Con manos torpes, detuvo al jade cuando este intentó cerrar la distancia entre ellos.

--- Escuché... --- jadeo con una voz ronca y sensual que agudizó los sentidos del emperador --- escuché, algo...

Antes de poder decir algo más, blancos dientes nacarados aprisionaron el borde de su boca, el picor arrancando un sonido inarticulado de su garganta.

Parpadeó intentando concentrarse, pero un segundo mordisco le distrajo.

¿Qué es lo que había querido decir o hacer?

--- Más --- el aliento de Yun LanHuan acariciaba con mucha delicadeza la humedad en los labios del erudito, aumentando el calor, aumentando el deseo --- Quiero más.

Jiang Cheng bajó las manos hasta que cayeron en los anchos hombros, su rendición llegando con un leve suspiro mientras el jade eliminaba la pequeña separación.

Como alguien que muere de sed, Jiang Cheng le dio acceso al interior de su sensible boca, respondió cada roce, cada breve mordisco que hizo bajar escalofríos por su espalda. Sus piernas perdieron toda su fuerza cuando el jade profundizo el beso, la plenitud en su boca tan satisfactoria que Jiang Cheng no pudo sostenerse más.

Haciendo gala de aquella fuerza, Yun LanHuan sostuvo el cuerpo del erudito con suma facilidad, sosteniendo las delgadas caderas y acercándolo hasta que ni una aguja pasaría entre ellos.

Formando un bello arco con la espalda, Jiang Cheng se aferró mientras la mano del jade bajaba en una descarada caricia hasta sostener su rodilla, subiendo su pierna hasta que esta rodeó la cintura del jade, obligando al cuerpo de Jiang Cheng a acunarlo con mayor intimidad.

Gimió.

El dulce sonido apenas audible entre cada beso.

--- ¿Su majestad?

El mayordomo.

¡¿Ese era el mayordomo del palacio?!

Como un balde de agua helada, la voz del eunuco consiguió despejar la neblina en la que parecía haber caído Jiang Cheng, ayudándole a recuperar un poco la cordura.

Alarmado, usó sus manos para obligar al jade a soltarlo e intentó no pensar en el sonido bajo y necesitado que salió de su propia boca cuando se vio privado del húmedo calor del emperador.

Antes de poder considerarlo mejor, usó toda su fuerza para empujar a Yun LanHuan pasillo adentro, quién sorprendido, tropezó varios pasos antes de poderse agarrar al borde de una puerta.

--- ¡Su majestad! --- se alegró el eunuco mientras ayudaba al emperador a erguirse y lo guiaba a su habitación, aludiendo el desarreglo de su ropa a su estado alcoholizado --- su tío me ha pedido que le atienda, creí que ya estaría en su habitación pero supongo que es difícil moverse en este estado. Le llevaré medicina en un segundo.

El sirviente siguió parloteando mientras llevaba a un confundido emperador hasta sus aposentos.

Los sirvientes de Jiang Cheng, preocupados por los crecientes murmullos que se despertaron tras su ausencia en el banquete, hicieron llegar la nota a Yun QiRen, advirtiéndole del estado alcoholizado de su sobrino. Después, solo bastó con guiar al eunuco hasta los aposentos del emperador.

Poco sabían ellos lo que interrumpían o que, en lugar de ser reprendidos por tal acción, Jiang Cheng solo podía sentir alivio.

Por ahora, el antiguo cultivador se recargó contra la pared y se deslizó hasta el piso, contento de que los aparadores lo ocultaran. Sus piernas habían cedido bajo su peso, su respiración entraba en cortos jadeos y su cuerpo se estremecía, hipersensibilizado.

Requirió un constante esfuerzo poder volver a pensar con claridad, pero cuando esta llegó, el rostro del erudito solo enrojeció más.

Al menos, pensó con una mueca, ahora sabía que era "aquello" que lo llevó a permitir el beso del jade en primer lugar.

Con una serie de maldiciones mentales, Jiang Cheng acomodó la túnica para ocultar su erección, su rostro ardiendo en vergüenza como si estuviera en llamas. Dudaba poder levantarse de ahí en un largo rato.

Estúpido Lan XiChen.

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