** Un largo camino por delante pt.3

15.08.2023

"Estoy a salvo. No me despiertes. Déjame quedarme en este jardín fragante y mirando un cielo en el que todo obedece mi voluntad. Donde el vacío de tu ausencia no existe 
A. B. Rémeny 


RESÚMEN:

El ministro trata de forzar a JC, pero solo ha tocado, no hay ningún tipo de p***n**tración, porque el ministro se enfoca más en una agresión psicológica, salvo un beso forzado después del cual, JC gira el rostro lejos, mientras el ministro le sigue desvistiendo.

JC aun tiene puesta la túnica interior, sus pantalones y su calzado. El ministro no se ha desvestido mpas que el fajín y la túnica superior.

Ahora sí, continuemos:

Jiang Cheng contuvo el sonido de dolor mientras el más absurdo entendimiento lo hacía temblar. Estaba solo. No podía gritar ni pedir por ayuda. Nadie que pudiera detener esto sabía que estaba aquí.

Tembló de nuevo.

Iban a violarlo, la estupefacción e incredulidad apenas le dejaban pensar, estaban a punto de violarlo sin que pudiera defenderse o maldecir a su agresor y gracias a la droga, su cuerpo lo iba a malditamente disfrutar.

No.

No, no, no, no.

Al borde de lo que sentía como la locura misma, cerró los ojos con fuerza, tratando de encontrar algo, una solución, una esperanza, algo que...

Pequeño y amargo, del tamaño de una semilla, justo mientras el ministro lo mordía de nuevo, algo golpeó directo en la boca abierta de Jiang Cheng, su garganta tragándolo por inercia antes de que pudiera averiguar qué era.

Abrió los ojos para encontrarse directo con la dura mirada de Nie DanFang. Ojos claros y lúcidos lo miraban directamente y sin pestañear, una de sus manos todavía con una posición extraña después de lanzar la píldora.

Nie DanFang era uno de los cuatro generales imperiales y por tanto, conocía a Wen Ning con la misma familiaridad del resto de la familia imperial y los otros generales.

Y nunca lo agradeció más que ahora.

Cuando el erudito le advirtió que dejara de beber y negar que fuera veneno, Nie DanFang había reconocido los efectos de un potente somnífero, así que, para evitar que el enemigo sospechara, había fingido nauseas para poder tragar una de las píldoras que Wen Ning preparaba para ellos.

No fue lo bastante rápido, sin embargo, había quedado inconsciente por un momento. Pero la medicina fue hecha por un experto en su campo, así que había comenzado a hacer efeto casi de inmediato.

Había despertado justo cuando el sonido de las botas del erudito, que golpeaban el suelo una y otra vez mientras se resistía, le dijo a dónde mirar primero, el repiqueteante sonido rompiendo lo último de los efectos del somnífero.

El cuadro era tan indignante como explícito.

Comprendiendo la premura de la situación, observó rápidamente cuantos detalles pudo obtener, viendo la obvia excitación del cuerpo del erudito pero contrastando con una cara llena de repugnancia y un miedo que ocultaba con ferocidad, pero que estaba ahí. También vio el leve brillo de una daga justo en la bota derecha del noble y una segunda daga cerca de una de las paredes.

Nie DanFang recordaba con claridad la habilidad del erudito para blandirla, supuso que si no la estaba usando, era porque no podía y no porque no lo deseara.

Al menos tenía una pista de lo que sea que le habían dado al erudito.

No tenía nada contra drogas sexuales o sedantes, pero dentro de la amplia gama de medicamentos que Wen Ning les preparaba, existía algo que podría funcionar el tiempo suficiente.

Después, fue solo cuestión de forzarse a esperar, rezando porque el erudito aguantara sin quebrarse o que su propio cuerpo recuperara la correcta movilidad.

Cuando el ministro soltó la boca del erudito, este tuvo la buena fortuna de girar su rostro justo en su dirección. Sus piernas aun se sentían algo inestables, pero sus brazos funcionaban y tenía una excelente puntería. Arrojó la píldora justo al blanco correcto.

Así, mientras el ministro se afanaba contra el pecho del erudito y se restregaba contra sus caderas, Nie DanFang vio el momento exacto en que el medicamento hizo efecto, las pupilas del erudito dilatándose antes de reducirse.

Con un grito furioso, el erudito hizo palanca con sus piernas y con solo usar su cadera de apoyo, volteó sus posiciones, el ministro terminó debajo suyo antes de que pudiera parpadear.

Pero ahí no terminó el asunto, sosteniendo la gruesa muñeca, Jiang Cheng uso sus piernas para rodear el cuello y hombro del ministro, jalando el brazo hacia su propio pecho y, usando su cuerpo como línea de tensión, jaló aquella extremidad y presionó con fuerza con sus piernas, sintiendo una mordida cerca de su pantorrilla pero sin darle importancia.

Funcionó.

Aliviado ahora que el erudito estaba libre del ministro, Nie DanFang se levantó con dificultad mientras los sonidos ahogados de asfixia continuaban. Alcanzó su cinturón y tomó una segunda píldora para terminar de diluir los efectos de la droga.

Un poco tambaleante pero con la píldora haciendo un excelente trabajo, se acercó hasta el erudito y lo jaló del brazo, sorprendido de la fuerza del agarre.

Aquellos músculos se sentían como granito bajo sus dedos.

Mientras tanto, el ministro golpeaba el suelo con desesperación con su único brazo libre, sus piernas retorciéndose como si corrientes de electricidad lo golpearan cada tanto.

Nie DanFang comprendió que el erudito no solo sabía combate, tenía una gran habilidad para haber cambiado el agarre en solo segundos, para asfixiar a su contrincante poco a poco, en lugar del desmayo rápido para el que fue diseñado.

--- Es suficiente. --- el erudito no lo escuchó.

Nie DanFang jaló con más fuerza, pero al igual que una serpiente constrictora, el erudito no hizo más que ejercer mucha más presión, su cuerpo enroscándose de forma escalofriantemente similar a la del animal de presa.

--- ¡Vas a matarlo! --- susurró lo más fuerte que se atrevió.

--- Lo sé.

Ronca, aquella voz carecía de cualquier rasgo de humanidad.

Cielos.

Sin más opción. Nie DanFang usó sus brazos y sus propias piernas para tratar de romper el agarre del erudito, usando mucha más de la fuerza que creyó necesaria cuando notó solo cuan incisivamente sostenía al débil ministro.

El erudito no dijo nada, pero sus ojos brillaban con escalofriante ira cuando el ministro dejó de pelear, inconsciente.

Nie DanFang hizo más fuerza.

--- Dije --- gruñó, metiendo su brazo debajo de la barbilla al erudito para forzar al brazo en contra de la forma natural de la articulación --- suficiente.

Con un brusco tirón, el agarre por fin se rompió tirándolos a ambos contra el suelo por la fuerza contenida en los dos agarres. Jadeando pero sin poder descansar, se levantó y sostuvo al erudito justo a tiempo de evitar que este fuera a contra la garganta del ministro.

Shao Jiang no dijo nada, pero la ferocidad de su resistencia hablaba por sí misma.

Carajo. Nie DanFang no solo lo entendía, él mismo le daría su espada al erudito y se sentaría a ver la función, si no fuera por el detalle de que necesitaban al ministro vivo.

Al menos hasta el día del juicio frente al emperador Song.

Forcejearon un rato, hasta que después de recibir varios golpes increíblemente dolorosos en su rostro y torso, Nie DanFang logró contenerlo de nuevo.

--- Es un maldito hijo de perra que merece morir --- dijo, enfrentando la mueca feroz y llena de rabia del erudito con tanta calma como pudo --- lo sé y estoy muy tentado a permitírtelo, pero no hay tiempo.

--- Lo hay.

Jiang Cheng fue a por la piel del maldito imbécil, bastardo, hijo de puta, cuando un golpe se estrelló contra su mandíbula con tal fuerza, que sintió su cabeza retumbar un poco, sus dientes chocando entre sí.

Si bien lo cabreó, el violento ataque ayudó Jiang Cheng a recuperar algo de lucidez, al menos la suficiente para mirar con odio al bastardo que se interponía en su camino.

--- Genial, tengo tu atención --- Nie DanFang se puso deliberadamente frente al erudito, cubriendo la vista de su objetivo para evitar otro lapso homicida y tratando de no sacudir su mano adolorida, ¿qué este mocoso tenía acero debajo de su piel? --- debes irte, pude escuchar un poco de lo que hablaron esos dos, el ministro es solo una distracción, venían por ti y fueron muy específicos en que te quieren vivo.

Jiang Cheng sacó la daga de su bota. Sabía que lo que el otro decía era importante, pero infiernos si podía comprender por qué.

--- ¿Y?

--- Y que afuera hay más de diez asesinos rondando --- Nie DanFang trató de no alzar su voz con exasperación, pero era difícil. No sabía cuanto tiempo más les dejarían solos, pero si fuera él quien estuviera a cargo, no sería mucho más --- y no, no puedes ir tras ellos, son demasiados y su majestad me matará si te dejó morir.

Bien, Nie DanFang no estaba seguro de eso último, pero la mención de su majestad Yun LanHuan pareció funcionar mejor que su golpe anterior. Vio la indecisión cortando sobre aquellos fríos ojos, la mirada inquieta y aquella mano apretando de forma compulsiva la daga.

--- ¿Ya no tratarás de matarlo?

El erudito apretó la mandíbula tanto que crujió, pero negó con la cabeza.

Aliviado de que el otro al parecer había dejado su intento de asesinato en segundo lugar, revisó la sala desde una perspectiva estratégica y sacó su espada, afianzando su agarre en ella.

--- Bien, porque hay muchos civiles ahí afuera que debo proteger y tú debes irte cuanto antes.

El erudito por su parte, miró en dirección a la puerta y solo con eso, Nie DanFang comprendió la aprensión en aquel rostro.

El niño.

--- Él estará bien ---dijo, jalando al otro hacia la ventana que daba al patio exterior --- yo me haré cargo.

--- Eso no...

--- Dije que yo me haré cargo --- cortó Nie DanFang, entregándole al erudito la otra daga. Confiaba en que sus soldados estarían bien y ya despiertos para apoyarle. Así que miró a las profundidades azules con mucha seriedad --- Lo juró, nadie tocará a ese niño mientras me quede aliento, pero debes irte, lo que te di no es un antídoto y tiene la desagradable tendencia de intensificar los síntomas anteriores una vez que se disuelve por completo.

Era un medicamente que solo era usado en casos extremos y cuando se creía que se conseguiría un antídoto real en poco tiempo. Por suerte, lo que tenía el erudito dentro de su sistema no era una toxina que pudiera matarlo, pero le dejaría vulnerable si no se iba de aquí.

Jiang Cheng cerró los ojos, rememorando una y otra vez la sonrisa confiada del emperador y el rostro lleno de lágrimas de su sobrino. Ellos dependían de que el hiciera bien esto, de que tomara las decisiones correctas.

Con una palabra sucia, pasó por fin de aquella neblina de violencia que lo había cegado. Cerrando su túnica sin verla y esforzándose en no pensar en nada mientras volvía a ajustar la cinturilla de su pantalón, abrió la ventana lo suficiente para mirar el exterior.

Limpio.

Había algunas siluetas discernibles, pero podría esquivarlos con un poco de ingenio.

--- Cuánto tiempo.

Nie DanFang tanteó la puerta con mucho cuidado, descubriendo que lo que escuchó en la neblina de su casi inconsciencia, había sido correcto. Los habían encerrado sin echar la llave, así que los culpables podrían acceder a la sala en cualquier momento.

--- No estoy seguro, jamás necesité usarla y no sé qué cantidad de droga hay en tu cuerpo. Puede ser varias horas o solo media vara de incienso.

Si dependía de eso, estaba perdido. Jiang Cheng odiaba admitirlo, pero los efectos no habían desaparecido del todo y solo había recuperado su fuerza de forma parcial, no estaba en condición de pelear.

Quería quedarse, pero se conocía lo suficiente a sí mismo para saber que al primero que buscaría y mataría sería a Yue Lan.

Y hacerlo sería el peor error que pudiese cometer.

Así que antes de siquiera poder pensarlo mejor, enfundó las dagas y se preparó. Miró a la silueta caída del ministro con tanta furia como repulsión.

--- No dejes que maten o se lleven a ese bastardo. --- el general lo miró. --- Su muerte es mía.

Nie DanFang vio al erudito salir por la ventana con una habilidad que solo pudo envidiar, preguntándose de nuevo quién era en realidad ese hombre con habilidades que superaban al mejor de sus subordinados.

Fue en ese momento en que el picaporte de la puerta crujió. Sosteniendo su arma, respiró profundamente.

Esta sería una larga noche.

-

-

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Manteniéndose pegado a la pared hasta que pudo ocultarse en las sombras laterales, Jiang Cheng miró a su alrededor.

La extensión del terreno era lo bastante amplia y una persona solo podría vigilar unos metros a la redonda. Diez o aun veinte no eran suficientes para detectar a Jiang Cheng si este era lo bastante sigiloso.

Y podía serlo, pero pensó en algo mejor.

Se movió con velocidad y cautela hasta los establos, poco vigilados por la creencia de que estaban dentro de la casa principal. Se detuvo justo cerca de la entrada cuando notó la silueta casi invisible que se movía en su dirección, el brillo de una espada delatándole como un enemigo.

Quieto.

Controló sus propios latidos y su respiración.

Espera.

Cuatro, cinco respiraciones.

A la sexta, salió de las sombras y rompió el cuello de la mujer antes de que pudiera siquiera verlo. Con esa pequeña satisfacción para mantenerlo centrado, dejó el cuerpo sobre los restos de paja cercanos y entró al establo, atorando las puertas abiertas tan rápido como pudo.

--- ¡Fuera! --- desatando a los caballos y abriendo las portezuelas, Jiang Cheng los espoleó para que salieran desenfrenados --- ¡Ahora!

Encontró un saco vacío lo bastante grande para cubrirlo, así que lo tomó mientras sacaba al resto de los animales. Subiéndose a uno de ellos y sosteniéndose de la crin, puso el saco sí mismo para disimular lo blanco de su túnica interior en medio del oscuro paisaje y apretó con sus muslos para salir junto al resto de los animales.

La confusión haría que tardaran en verlo y ayudaría a crear caos entre los invasores. La distracción y el ruido podría ser la diferencia entre la vida y la muerte en una pelea, y con esto, Jiang Cheng se aseguraba de darle ventaja al general y sus soldados.

--- ¡El erudito se escapa!

A pesar de los gritos de alarma, las lámparas encendiéndose en el edificio principal y la campana de emergencia resonando, Jiang Cheng se detuvo el tiempo suficiente para rodear el edificio y buscar con la mirada varias ventanas arriba.

Uno de sus sirvientes se asomaba simulando ser un huésped curioso por el ruido. Otro más se asomó detrás de la estructura del pozo que lo había escondido en su sombra.

--- Joven amo.

--- Diez intrusos. Sala inferior, comedor y algunos en el exterior --- Jiang Cheng tomó la espada corta que su sirviente arrojo desde la ventana.

--- ¡Lo encontré!

--- ¡Esta en la zona este!

Su sirviente miró a las dos personas que, desde una distancia segura, acababan de dar la posición de su amo. Más que satisfecho con las siguientes palabras del mismo.

--- Maten a todos los que encuentren. Sin piedad.

Jiang Cheng no espero al gesto de conformidad, sabía que harían justo lo que había pedido, así como se habían mantenido protegiendo el cuarto donde su sobrino dormía a pesar de los enemigos que rodeaban la propiedad.

Así que apeó al caballo dando un segundo rodeo, asegurándose de atraer al menos a cuatro siluetas que ya subían a dos monturas propias. Escuchando el caos que era el interior de la casa y el choque de acero en varias zonas de la misma, obtuvo un breve vistazo del general Nie luchando contra Yue Lan.

Cuando el sonido de cascos le dijo que sus perseguidores estaban detrás, cruzó el largo campo en dirección al pequeño poblado al este de ahí.

--- ¡No dejen que escape!

Jiang Cheng casi cayó cuando hizo a su propia montura saltar la cerca que delimitaba la propiedad, pero logró recuperarse y azuzar al caballo para que fuera más rápido.

Perdió el pesado saco en algún punto entre los árboles, pero no le importó, no cuando pudo vislumbrar las calles en penumbra del pueblo fronterizo.

Miró hacía atrás, sus perseguidores no le habían apuntado a pesar de tener arcos y flechas, así que Nie DanFang no había mentido, lo buscaban vivo.

No lo lograrán tan fácil.

Usando la ventaja de las calles semidesérticas del borde, se encaminó directo hacía el leve brillo rojizo que, fue una, de las varias razones por las que habían optado por pasar la noche en una posada aislada. Los distritos rojos no solo eran los más activos durante la noche, sino que abundaban en las fronteras entre los imperios por la facilidad de mantener el anonimato entre zonas que solo eran de paso. Visitar un burdel lejos de las grandes ciudades o las capitales, siempre era beneficioso para aquellos que buscaban ser discretos.

No querías a un prisionero y aun niño cerca de tales sitios, pero era justo lo que Jiang Cheng necesitaba en este momento.

--- ¡Eh, cuidado!

Con una habilidad producto de la adrenalina que corría por su cuerpo, Jiang Cheng se metió entre calles cortas y enredadas, esquivando a los pocos transeúntes que caminaban por la zona o que comían en los humildes puestos ambulantes.

--- ¡Se acostó con tu esposa, yo lo vi!

--- ¡Le pagó con tu dinero!

Ese y varios gritos más los siguieron en medio de una persecución que era más bien entretenida para los que ahí habitaban. Dada la naturaleza del poblado, siempre había alguien huyendo de un cobrador, prostituta o pareja furiosa por una infidelidad.

Y era algo que Jiang Cheng usaría a su favor.

Subiendo los pies sobre el lomo del caballo y sosteniéndose de la crin, hizo equilibrio sobre su montura con la naturalidad de alguien que había montado sobre una delgada espada a través de largas distancias.

Tratando de encontrar...

Justo eso: la barda casi derruida de aquellos terrenos vacíos o de casas abandonadas que siempre había en los poblados, por muy grandes o pequeños que fueran. Soltándose de la crin, miró hacia atrás para asegurarse de no ser perseguido lo bastante de cerca y justo cuando estos daban la vuelta en la esquina, Jiang Cheng saltó detrás una de esas bardas, agarrandose del borde al girar su cuerpo.

Se abrió la piel de las manos y solo pudo sostenerse por un segundo antes de caer sobre tierra y rocas, pero fue suficiente para evitar herirse de gravedad. Fuera de asustar a un viejo vagabundo que dormía entre las ruinas de lo que parecía ser una carreta, no hubo más movimiento.

Jadeando, se quedó contra la pared hasta que escuchó los cascos alejándose. Apretó los ojos cerrados por un momento cuando aquel hormigueo desagradable comenzó a subir por sus brazos y piernas, poniendo en marcha una cuenta regresiva que susurraba en su oído.

Los efectos del afrodisiaco comenzaban a sacar sus feas garras detrás de la píldora que le dio el general Nie.

Tuvo que forzarse a ponerse de pie, aunque su cuerpo deseara solo tumbarse y descansar un poco, recuperar el aliento.

El caballo no seguiría mucho tiempo ahora que no tenía jinete, y en cuanto lo notaran, volverían sobre sus pasos para buscarlo.

Así que caminó hasta salir de aquel terreno vacío, mirando a las calles antes de pasar a través de una sección derrumbada de la barda.

Una vez que estuvo seguro que los había perdido, al menos de momento, corrió de vuelta a la zona roja sin tomar desvíos, tratando de ganar tiempo. Tropezó en algunas ocasiones, pero no se detuvo.

Solo bajó la velocidad cuando el ruido de música, voces y la brillante luz de miles de farolas lo cegó un poco.

Por desgracia, también fue el momento exacto en que uno de los más desagradables síntomas hizo su aparición. Repentino e intenso, el calor era muy similar a la ola de un desierto bajo un sol abrazador, haciéndole sentir adolorido y afiebrado.

Eso por sí mismo rompió el entumecimiento con el que se había movido hasta ahora.

<<Manos sobre su cuerpo>>

<<Su ropa siendo apartada y arrojada lejos>>

Tembló, perdiendo sus pasos hasta que tuvo que agarrarse a la pared del callejón para estabilizarse. Comenzó a sudar frío, tratando de seguir sin poder conseguirlo.

No podía quedarse aquí y no era, en definitiva, el momento de recordar aquello.

Pero el leve estremecimiento en su entrepierna hizo que casi se derrumbara sobre sí mismo.

Respira, mierda, solo respira.

<<No podía defenderse>>

<<Su cuerpo estaba reaccionando a su toque>>

<<Iban a violarlo>>

--- ¡Dije que no! --- El ahogado grito venía detrás de la pared donde estaba apoyado --- ¡Suéltame!

--- ¡Maldita, perra! ¡Dije que será rápido!

<<será un bocado rápido>>

Fue ahí que Jiang Cheng lo perdió, su estómago devolvió todo su contenido en un violento espasmo, apenas pudo sostenerse de un contenedor de basura mientras las arcadas lo sacudían.

Se escuchó un alboroto, golpes y varias voces más detrás de la pared, pero Jiang Cheng no llegó a notarlo, no con su mente atrapada en la vorágine de miedo y humillación que había sufrido hace muy poco.

Era un tipo de vulnerabilidad que su mente no sabía cómo asimilar, no había ningún tipo de experiencia previa que le dijera qué hacer y ahora, bajo la presión de estar siendo perseguido y el silencioso temor de ser llevado de vuelta para pasar de nuevo por ello, su cuerpo se rebelaba de la única manera que podía.

Rebelión que no se detuvo aun cuando los espasmos terminaron y Jiang Cheng se enderezó, apoyándose contra la pared mientras temblaba sin control, su mandíbula tan tensa que dolía pero que aún no logró disimular del todo el leve temblor en su boca.

Contrólate, trató de decirse, tienes que irte, ahora no es el momento.

Va a morir, ese imbécil va a morir por tus propias manos, pero para ello debes salir de aquí.

--- Maldita zorra.

El ebrio, que hace un momento había tratado de tocar a una de las chicas y que fue sacado a empujones del burdel, siguió quejándose e insultando mientras se metía al callejón lateral, sacudiendo la tierra de su ropa.

--- Solo sirven para abrirse de piernas, ¡Solo sirven para coger!

Siguió su camino, pero furioso cuando por su propia ebriedad le hizo dar un traspié, tomó una botella vacía del suelo y la arrojó, sin saberlo, muy cerca de Jiang Cheng.

--- ¡Van a rogar por mi polla cuando se las meta hasta el fondo! --- el ebrio se abrió el pantalón y sosteniendo su miembro, hizo un gesto obsceno mientras golpeaba la pared. --- ¡Pedirán por más!

Entonces vio al joven semidesnudo* que se apoyaba contra la pared y que lo fulminaba con la mirada.

--- ¿Y tú qué me miras? ¿Qué? ¿Me chuparás la polla en lugar de esa perra? --- rio descarado cuando lo vio enderezarse --- Te pagaré bien si usas tu culo en lugar de la boca.

Eso fue un catalizador mejor que ningún otro. Solo dos pasos, Jiang Cheng solo necesitó dos pasos para acercarse y cortar la expuesta garganta del imbécil. El cuerpo cayó mientras el pobre diablo trataba de contener la hemorragia, la vista de la silueta de su ejecutor como su última imagen antes de morir.

El mundo no necesitaba a esta clase de escorias, aunque, pensó Jiang Cheng guardando la ensangrentada arma sin limpiarla, el hijo de puta del ministro no tendría una muerte tan pacífica.

Más centrado ahora que parte de sus emociones habían tenido una pequeña fuga para aliviar la presión, miró a su alrededor. Estos lugares siempre tenían más de una manera de recorrerse, ya sea por debajo de las calles... o por encima.

Sin perder más tiempo, escupió el sabor agrio en su boca y comenzó a subir por las escaleras laterales de uno de los edificios. Iba a más de la mitad cuando lo escuchó.

--- ¡Está arriba!

Mierda, lo habían alcanzado.

Aumentando su velocidad lo más que pudo, llegó hasta el tejado y corrió hacia el siguiente sin importarle la dirección, justo cuando sus manos decidieron comenzar a temblar.

Apretándolas cerradas, divisó el siguiente tejado y siguió su camino.

--- ¡Arre, caballo!

--- ¡Mejor móntame a mí!

--- ¡Cabálgame así!

Los gritos de varias personas le dieron una inesperada ayuda a Jiang Cheng, descubriendo que uno de los perseguidores le seguía por el suelo sobre una montura y tres más lo seguían por encima de los techos. Los gritos y risas le dieron una idea de la distancia que los separaba, ahorrándole el riesgo de voltear.

Corrió y saltó hasta cada tejado, escalera o balcón al que pudo llegar, sin tratar de comprender cómo logró coordinar su cuerpo que estaba más y más débil, el cómo lograba avanzar aunque su vista fluctuaba de nuevo.

Quiso creer que era habilidad, porque por suerte o desgracia, en realidad Jiang Cheng había estado mucho más débil cuando huían de los Wen, con sus ropas húmedas o empapadas por las lluvias constantes y con el estómago en su mayoría vacío, y aún habían logrado aguantar días enteros de persecución.

Esto era nada en comparación pero cuando casi perdió el agarre de la baranda de un balcón, admitió que tampoco tenía días enteros. Huir no era en absoluto una opción y pelear era igual de inútil, no cuando desconocía las habilidades de sus contrincantes.

Además, perdía velocidad, si esto se prologaba, lo alcanzarían muy pronto.

Así que optó por lo mismo que usó en el pasado.

Cambiando de dirección hasta un tejado con una estructura sobresaliente de lo que parecía ser un contenedor de agua, lo usó como cubierta para evitar que vieran a dónde iba y bajó, o mejor dicho cayó, a lo que pensó que era el pasillo exterior pero que en realidad era una especie de sala grande y sin paredes para reuniones al aire libre.

Levantándose con cierta torpeza, se quitó la túnica restante y la arrojó al balcón siguiente para hacerles creer que había saltado a este. Echó a correr en dirección contraria.

Si algo aprendió de los Wen, era que tus perseguidores no esperaban que corrieras justo de vuelta sobre tus pasos, directo a ellos, y a diferencia de aquel lejano tiempo atrás, esta vez funcionó.

Sin nadie siguiéndolo por el cielo y sobre ágiles espadas, en realidad sus perseguidores siguieron adelante sin notarlo. No fue por demasiada distancia, pero sí la suficiente para permitir a Jiang Cheng cambiar de edificación hasta lo que parecía un burdel con habitaciones individuales.

Saltando hasta el descanso de las viejas escaleras exteriores, cayó sin gracia y perdiendo un poco el aire por el impacto, pero el mismo dolor le ayudó a seguir a pesar del creciente ardor en su cuerpo.

Una vez en los pasillos, caminó en lugar de correr para llamar lo menos posible de atención, su vista ya nublada y su cuerpo temblando sin control, su respiración entrando con forzados jadeos no solo por el cansancio, sino por los efectos del afrodisiaco.

--- Adiós, guapo.

--- ¡Pero que joya!

--- Si vienes, yo seco tu sudor, cielo.

Varios prostitutos y prostitutas siguieron invitándolo, pero Jiang Cheng los ignoró hasta bajar al segundo piso, tomando una tela que ondeaba al aire. Cubrió su cuerpo parcialmente con esta.

Quienes le seguían estarían buscando a alguien medio desnudo, así que podría despistarlos un poco con esto.

Tropezando varias veces más, por fin llegó a un cuarto vacío entre dos que estaban en uso, a muy poca distancia de una pareja que ya se jalaban la ropa con cierta ansia.

Apenas capaz de ver a través de la neblina que lo volvía torpe, abrió un armario lejos de la puerta y jaló las repisas, agradeciendo en silencio de que estas estuvieran solo puestas sobre soportes y no talladas en la estructura misma.

Con su vista volviéndose nítida y borrosa aleatoriamente, amontonó todo lo que tiró en el fondo, se metió y cerró las delgadas puertas. Tuvo que encoger sus piernas lo más posible y algunas cosas lastimaban su espalda, pero cuando la pareja que vio antes, entró, encendiendo algunas lámparas en el camino, respiró tranquilo. Por fin, después de lo que se sentía como demasiado, pudo tomar un poco de aire.

Sus perseguidores no pensarían en buscarlo en habitaciones que estuvieran siendo usadas. Él mismo no buscaría ahí y era por eso que se había arriesgado.

Solo mover las cortinas que cubrían las ventanas bastaría para ver la habitación sin entrar en ella, así que mientras no saliera o hiciera ruido, estaría a salvo.

Al menos, el pervertido de Wei WuXian le había enseñado algo útil cuando habían visitado las ciudades, mencionando que, si bien el descaro podía ser normal, cualquiera querría un poco de privacidad si podía conseguirla.

Y de hecho, así había sido, aquella pareja había buscado la habitación desocupada más cercana en cuanto tuvieron oportunidad, que era el motivo por el que Jiang Cheng había ignorado las habitaciones desocupadas en el piso de arriba y elegido esta.

No se le escapaba lo absurdo que era que uno de sus planes, en realidad había funcionado.

Con sus sentidos siendo consumidos rápidamente por los efectos potencializados del afrodisiaco, Jiang Cheng se dio cuenta que tenía una vista leve del cuarto a través de la rejilla de la puerta. Se preocupó por un segundo de ser delatado cuando un hombre joven y de ropas de colores encendidos se acercó, pero parece, que aunque él podía verlos, ellos no podían gracias a la oscuridad dentro del armario.

El hombre joven solo había ido por algo de vino, no porque descubriera a Jiang Cheng.

Tiritando tanto que sus dientes chocaban entre sí, se abrazó a sí mismo mientras el calor parecía querer secar su piel hasta que se desprendiera.

Luego llegaron los escalofríos. Se envolvió en la tela, tratando de mantenerse lo más quieto posible.

Debió perder la consciencia por un momento, porque cuando volvió a abrir los ojos, los sonidos en la habitación habían subido de tono, pasando de murmullos llenos de erotismo a gemidos ahogados.

Dos hombres, descubrió cuando aquellas túnicas cayeron. Justo de todas las posibles parejas y Jiang Cheng terminaba justo con una pareja masculina especialmente lujuriosa.

Con el sudor empapando su cabello y su piel estremeciéndose hipersensibilizada, vio al mayor tocando entre las piernas del más pequeño, justo hasta...

Mierda.

Con la náusea presionando en su estómago cuando su cuerpo reaccionó en contra de su voluntad, se encogió un poco más alrededor de la tela que descubrió, era una especie de cortina.

Cerrar sus ojos no fue una opción cuando la opresiva oscuridad detrás de sus párpados agudizó su sentido del oído, mismo que alternaba entre sonidos brumosos y otros en exceso definidos, dando un toque decadente que lo hizo sentir mareado.

Estaba febril y confundido por la droga, pero de alguna manera, logró contenerse de tocarse a sí mismo, aunque su entrepierna dolía y se estremecía deseosa.

Esta maldita droga ya le había quitado demasiado esta noche, se negaba a darle más por voluntad propia.

Los sonidos mojados y voces ahogadas. Los gemidos y el sonido de algo rasgándose. Algún objeto cayendo al suelo mientras una voz grave daba órdenes y palabras obscenas como quien obsequia flores.

Al fondo, risas y gritos de éxtasis que se filtraban entre las paredes, sonidos rítmicos y muebles crujiendo bajo el peso de algo.

En medio de lo que parecía un alucine obsceno y decadente creado por una divinidad maligna, Jiang Cheng logró halar una fracción de la tela hasta su cabeza para cubrir de su vista a la pareja frente a él y, mordiendo una orilla para evitar hacer ruidos de dolor y lamento, tensó su cuerpo hasta el límite para obligarlo a mantenerse inmóvil.


Esta, iba a ser una larga noche.



NOTA

*En el ajedrez, para aquellos que no lo juegan o lo conocen poco, es usual usar piezas (de preferencia débiles o de bajo puntaje) y colocarlas para ser "comidas" de forma deliberada por piezas fuertes del contrincante. Y "como oriole que observa a la mantis" te deshaces de la pieza de tu contrincante usando una propia.

Aquí por ejemplo, colocas a un peón esperando que la Dama se lo coma, una vez ocurrido, te comes a la Dama con tu propia pieza. Tu pierdes un peón que solo se mueve un espacio por turno, mientras el contrincante pierde a su Dama, que podía moverse en la dirección que deseara y por tantas casillas como fuera conveniente.

Ven? Pierdo una débil, pero le quito una fuerte al contrincante.

Esto, bien hecho, no solo te da ventaja en el tablero, sino que te permite disminuir la fuerza del contrincante al quitarle piezas importantes a cambio de perder algunas propias.

*"Ganar control sobre el tablero" El tablero de ajedrez se compone por 8 líneas verticales y horizontales, el que pone piezas propias en las 4 líneas horizontales que pertenecen al contrincante, lleva la ventaja.

*No es dicho de forma explícita, pero sí, fue el primer ministro quien dio la idea a BaiHe de cómo forzar al clan Lan sin correr peligro (si muero o me amenazas, los rehenes mueren).

*"Semidesnudo" no olviden que JC solo trae puesta la túnica interior, así que aunque tenga el pantalón y el calzado, por el periodo de tiempo, va técnicamente semidesnudo.

***Esta es la única y última escena con una descripción explícita de una casi vi**l**ion. No habrá más en el futuro ni en este ni en otro fic. *** Y sí, ya es el final del ministro, prometido.

Listo!!

Que les pareció????

Hay pocos comentarios así que no sé que les esta pareciendo este tercer arco, Les estan gustando los capítulos o ya desean arrojarme por una ventana??

Hay algo que deseen leer en el siguiente?? ( Aparte de la muerte del ministro, claro esta)

Espero saber qué es lo que piensan, bueno o malo, eso ayuda a esta historia a crecer y al final, no solo escribo para mí, sino para todos ustedes que me han apoyado tanto.

Por ahora, es todo por esta semana y espero tener pronto el siguiente.

Los quiero!!!!!!!!!!

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