V Peón negro a C6: la noche del juicio

"Por cada gota de sangre, beberé una copa de vino. Por cada ruego de clemencia, reiré con el alma en sombras"
A. B. Rémeny
Mundo de la cultivación
<< La mujer lo miraba fijamente.
Cabello negro hasta los hombros, ojos de un extraño color rojo sangre y una piel pálida muy similar a la porcelana.
Una mujer.
Una simple mujer, con un núcleo dorado inmaduro, sin un clan o secta que la respaldara.
Fue una simple civil la que había terminado con la secta Yunmeng Jiang sin mayor esfuerzo o intervención que dar órdenes susurradas aquí y allá.
Jiang Cheng apretó la mandíbula ante la mirada expectante en ese ovalado rostro, soportando la quemadura del licor en las heridas de su espalda. Para que no se infecten, habían dicho.
Un minuto. El sudor empapaba el cuello de su desgarrada camisa, el dolor tan intenso que le hacía difícil concentrarse.
No respondas, no le des el gusto.
Tres minutos. Trató de mover las manos en un gesto inconsciente para aliviar la rigidez, en su lugar, la aspereza de la cuerda lastimó a mayor profundidad su piel.
No lo hagas...
Con su rostro oscureciéndose de mala manera, la mujer dejó que la esquina izquierda de su boca se curvara antes de hablar.
---Bien, no quieres jugar ¿verdad? En ese caso iré a romperle las piernas a tu sobrino, quizá fracture primero los dedos de los pies, luego los tobillos...
A-Ling
--- Torre a C4 --- gruñó entre dientes, apartando la mirada con resentimiento.
Pero cómo ya esperaba, la mujer llevó la mano a su oído en un gesto de "no escuché".
--- El líder Jian habla muy bajo, perdón.
--- ¡Torre a C4! --- repitió, jurándose como cada día que mataría a su captora.
De inmediato la expresión en el rostro de la mujer cambió, mostrando una bella sonrisa que mostró el hoyuelo en la mejilla derecha.
--- Bien, bien.
Moviendo la torre negra tal como había dicho Jiang Cheng, la mujer miró con atención el tablero por varios segundos, su expresión tornándose seria, casi melancólica.
Jiang Cheng la observó pensar y de nuevo se preguntó cómo lograría ella controlarse en el pasado para engañarlos a todos.
Cuando la conoció por primera vez, su expresión siempre había sido de inocente temor, ahora sin embargo, su rostro podía cambiar radicalmente en sólo un parpadeo y sin razón aparente.
La había visto reír desenfrenada y cubierta de sangre, llorando al segundo siguiente porque dejó caer un trozo de pan. Era desconcertante que alguien así les mintiera por tanto tiempo sin jamás dar pista alguna de la podredumbre de su mente.
Era pero saber que era la causante de la caída de su secta.
--- Bai Huanghou, la reina blanca --- dijo la mujer con una voz suave y melodiosa, ignorando la ira en los ojos del líder Jiang --- En el ajedrez, el rey es la pieza más importante pero es la más inútil. Es la reina la que tiene una libertad que las otras piezas solo pueden envidiar.
Levantándose de su improvisado asiento en medio de la oscura y mohosa cueva donde lo tenían atrapado, la mujer movió una de las pequeñas piezas blancas.
Una roca servía como mesa para el tablero de lo que ella había llamado "ajedrez", un juego estúpido que Jiang Cheng estaba seguro, la mujer había inventado usando el XiangQ'i como base.
Después de capturarlo, lo había obligado a aprender las reglas y jugar contra ella cada dos días al atardecer. Al menos una partida era jugada antes de que la lucidez en sus ojos se perdiera un tanto y decidiera una nueva forma de torturarlo.
Si Jiang Cheng perdía era colgado de las muñecas por varias horas, si ganaba era alimentado a la fuerza por alguno de los bastardos que custodiaban el lugar.
Al final, ganar o perder significaba un nuevo tipo de dolor al que sería sometido.
Uno que Jiang Cheng aceptaba sin mayor resistencia por un único motivo: era la única manera de proteger a las personas de las sectas y clanes que habían capturado, entre ellos, su sobrino.
Jiang Cheng miró el tablero con los ojos nublados por el dolor, ya no sentía sus manos entumecidas después de ser atadas a la lisa pared al fondo de la cueva por lo que se sentían como días, sus piernas ardiendo en agonía por estar en la misma posición arrodillada durante la misma cantidad de tiempo.
Hermana... madre, padre...
Recordándose a base de fuerza de voluntad por qué seguía intentando sobrevivir a este infierno, trató de enfocar su mente y hablar sin que ninguno de los sonidos de dolor atorados en su garganta saliera. Si ganaba la partida, evitaría que su sobrino fuera lastimado.
---Alfil a C3 --- un pequeño jadeo entrecortado cuando Yue Lan jaló un poco más de las cuerdas que tiraban de sus brazos --- jaque mate.
Aplaudiendo y riendo como una pequeña infante, Bai Huanghou brincó un poco sobre la punta de sus pies mientras alternaba la mirada entre él y el tablero.
--- ¡Maravilloso, maravilloso! ¡Me has vuelto a ganar! ¿Yue Lan has visto eso? ¿No fue increíble? --- la mujer lo miró con una sonrisa casi tonta en su alegría.
Entonces se acercó hasta el enorme baúl que habían traído más temprano y colocado a lado de Jiang Cheng, uno cubierto de lodo, con moho aderido a la gruesa madera.
--- Yyyy... aquí está tu premio --- Bai HuangHou abrió el baúl con un brusco tirón.
El penetrante olor a descomposición y sangre llenó los pulmones de Jiang Cheng en un solo aliento, pero fue su contenido lo que casi lo hizo vomitar, su rostro deformándose con horror.
Dentro del baúl, el cadáver de su sobrino, Jin Ling, yacía acomodado con esmero en el reducido espacio.
--- ¿Ves? Cumplí mi promesa, no le fracturé ni un solo hueso. >>
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Presente
Bosque cercano al territorio de la familia Kuo. Comienzos del invierno.
Sobre lo alto de los árboles, entre gruesas ramas cubiertas por espeso follaje, Jiang Cheng se mantenía acuclillado y observando el suelo debajo suyo. Se acomodó mejor, asegurándose de estar perfectamente oculto, apretando con fuerza dolorosa el peón de obsidiana en su mano izquierda.
Se encontraba justo en el bosque del lazo eterno*, en medio de la oscuridad de la medianoche y con solo sus pensamientos como compañía mientras esperaba.
Había sido una noche al azar, en su vida anterior, que Bai Huanghou había contratado a un grupo de mercenarios para asesinar a su sobrino y a todos los futuros líderes de cada secta. Y fue en una noche igual que Jiang Cheng decidió que no existía mejor manera de volver las cosas a su favor, que encontrarlos él primero y contratarlos.
¿Para qué buscar mercenarios propios si podía hacer uso de los de su enemiga?
Ahora, tras un mes de búsqueda, no solo los contrató para interceptar el veneno que entraba a la finca, sino que, después de seguirlos por casi una semana, descubrió el rostro de los traidores ocultos entre sus sirvientes.
Ya no los necesitaba más.
--- ¿Es necesario que sigamos haciendo esto?
Jiang Cheng se quedó mortalmente quieto cuando la brisa trajo consigo el sonido de pasos y voces a través del bosque, sus venas hinchándose mientras la adrenalina comenzaba a bombear por su sistema.
Guardó la pieza entre los pliegues de su ropa y miró hacia el sur, las borrosas siluetas definiéndose poco a poco hasta que pudo aseverar la llegada de cada mercenario. Hao QiangTse estaba justo debajo de su posición, hurgando en su oído con el dedo meñique y mirando a su alrededor con ojos vigilantes.
Jiang Cheng casi se burló por eso, ¿es que acaso nadie les enseñó que el peligro no siempre llega de frente?
--- Es solo un mocoso rico.
Yao, el segundo al mando, se movía nervioso y giraba constantemente su cuerpo, como si fuera capaz de sentir la presencia de Jiang Cheng y el violento deseo de venganza que expedía. Su voz también contenía un cierto temblor.
--- Pero también es un noble, solo necesitaría dar grito de nuestra posición y tendernos una trampa.
Jiang Cheng frunció el ceño ¿Lo creían tan vulgar para depender de simples guardias? ¿De verdad pensaba que permitiría que alguien más tomara el placer de tomar sus vidas?
No, una simple celda era una burla de castigo por lo que hicieron.
Abajo, Hao QiangTse golpeó la parte posterior de la cabeza de Yao. Llevaba toda la noche escuchando las mismas tonterías del idiota.
---Es solo un mocoso cobarde, ¿o es que acaso has olvidado la lección que le di? Se quedó en el piso llorando como un manga cortada* hasta que nos fuimos ¿Si se atreviera a delatarnos, cómo explicaría saber en dónde estamos y de dónde sacamos tanto dinero?--- volviendo a golpear el mismo lugar, Hao QiangTse lo tomó por el cuello de la camisa y lo arrojó con brusquedad hacia lo profundo del bosque --- Ahora deja de decir estupideces y avísanos cuando veas que el mocoso engreído se acerca.
Esperando hasta que el hombre delgado y pequeño se alejó lo suficiente, Jiang Cheng silenciosamente cambió su posición a otro árbol antes de bajar al suelo, sus ojos midiendo la distancia entre cada uno de los mercenarios.
Los volvió a contar par asegurarse de que todos, excepto por el arquero Yao, estuvieran aquí.
Jiang cheng tomó un profundo aliento, conteniéndolo por unos segundos mientras los recuerdos del cadáver de su sobrino lo abrumaban hasta casi oler la putrefacción a su alrededor.
El aire salió tan lento como silencioso mientras los músculos de Jiang Cheng se tensaban, más que listo para tomar el primer bocado de la venganza prometida.
--- En realidad --- dijo mientras salía de las sombras que lo ocultaban, ignorando el sobresalto que produjo su repentina presencia--- creí que eras un perro carente de intelecto, pero tu conclusión tiene su mérito.
Las voces exaltadas no se dejaron esperar mientras los mercenarios intentaban comprender de dónde había salido, su repentina presencia poniéndolos nerviosos, manos revoloteando hacia las armas pero sin saber qué hacer con ellas.
Recuperándose de una sorpresa que le hizo girar con poca gracia en dirección a la voz, Hao QiangTse miró al mocoso y su arrogante sonrisa, furioso por haber sido dejados como idiotas... de nuevo.
¡Maldición, se supone que eran temidos mercenarios! Habían acabado con la vida de cientos y aterrorizado cada pequeño poblado y villa a la redonda, eran temidos en toda la provincia de Yunping. Pero este mocoso... ¡este bastardo noble apenas tenía que esforzarse para lograr dejarlos en ridículo! ¡¿Y de dónde demonios salió, para el caso?!
--- ¿Qué eres, un mocoso jugando a esconderse? ¡Y ustedes, cierren la boca! --- Hao QiangTse miró la extraña vestimenta del pequeño bastardo, completamente negra, con esos pliegues cerca del cuello y la tela suelta cerca de las piernas. Parecía un extranjero de alguna tierra sombría y lejana --- ¿Y ese disfraz? ¿Se lo robaste al bufón de algún festival?
La sonrisa de Jiang Cheng adquirió un tinte feroz mientras escuchaba las risas de los mercenarios, su mente haciendo eco de esas mismas risas mientras él y Lan XiChen eran humillados antes de morir.
Sí, eran estas mismas ratas los que habían estado aquella tarde que murió, siendo felices testigos de Bai Huanghou y sus humillaciones. Y si bien ellos no habían intervenido en su cautiverio, si habían sido quienes habían cortado la garganta de su sobrino antes de llevarlo a la cueva.
No uno, sino tres crímenes que pagarían.
--- ¿Trajiste lo que acordamos?--- preguntó cuando las risas se apagaron.
Con un gesto arrogante, el mercenario abrió un poco la solapa de su raída túnica.
--- ¿Te refieres a esto?--- sacando el pequeño paquete envuelto en tela, Hao QiangTse lo abrió y mostró su contenido--- Ahora, el pago...
--- ¡Aaahh!...
QiangTse se giró rápidamente en dirección al grito. Uno de sus hombres yacía en el piso, sosteniendo su pierna con fuerza y gimoteando. Fue entonces que las nubes se despejaron lo suficiente para dejar pasar un pequeño rayo de luna que iluminó el bosque.
La sangre que corría por la pierna del hombre parecía tinta oscura humedeciendo su ropa, el platinado brillo incrustado en el músculo como un guiño mortal.
--- Supe que al chico Lan* le fracturaron la pierna izquierda cuando lo atacaron. --- la misma pierna que el mercenario sostenía, herida.
Hao QiangTse miró al chico sin comprender, las palabras atascadas en su boca.
No sólo lo que dijo el mocoso carecía de sentido para él, sino que el hecho de encontrarlo apoyado tranquilamente detrás del mercenario herido, fue una sorpresa mayor y non grata. Arrogante, el chico jugaba con una daga, pequeña y fina, idéntica a la que perforaba la pierna izquierda del mercenario que lloraba en el piso.
¡¿Cómo en el infierno se había movido tan rápido?!
--- ¿Qué hizo?
--- Ese chico...
--- Estaba aquí hace un segundo.
--- Liu, ¿cómo es que Liu está herido?
Hao QiangTse apenas fue consciente de los murmullos asustados de sus hombres y de cómo estos retrocedían poco a poco, su atención fija en esa mirada afilada y cruel en un rostro oscurecido por una ira tan inmensa, que lo hizo sentir como si la temperatura del lugar cayera varios grados.
Aquel que había creído era solo un niño malcriado, pronto se transformó en un peligroso depredador de ojos azules, la luna confiriendo un brillo elegante y feroz a ese esbelto cuerpo. Repentinamente, QiangTse sentía como si estuviera atrapado frente a un demonio con piel humana, uno que había decidido que ellos eran su presa.
La temblorosa voz de uno de sus hombres, escuálido y sucio, se escuchó a sus espaldas.
---E-escuche, j-joven amo... ¡Aah!
Otro mercenario caído, el mismo que había hablado, herido en la cadera.
QiangTse, quien no despegó la mirada del chico, esta vez pudo seguir sus movimientos. Arrojó la daga con un movimiento fluído de su brazo y con una agilidad y velocidad casi inhumanas, usó el tronco de uno de los árboles como punto de apoyo. Solo un rápido giro en el aire antes de caer con elegancia, su mano mostrando un breve destello antes de que otro grito fuera arrancado del mercenario, cuya palma había sido clavada al piso con una tercer daga.
--- A OuYang Zizhen le hicieron un corte en la mano y la cadera, tan profundos que caminar o usar la espada se volvió imposible.
Bien, estaba claro que estaban pagando por heridas hechas a otras personas, ¿pero qué responsabilidad tenían? ¡Ellos hacían el trabajo sucio de otros, ¿qué si disfrutaban un poco en el proceso?, ¿por qué debían ser castigados por ello?!
Aterrados, algunos de los mercenarios pensaron en correr, el temor de ser el siguiente en caer bajo esas afiladas dagas haciendo palidecer cada rostro.
Pero el miedo también puede ser motivo de acciones irracionales, un catalizador para el acto más heroico o el más estúpido.
Así, QiangTse junto a otros cinco mercenarios más, sacaron sus afiladas espadas y sables, corriendo hacía la inmóvil figura de Jiang Chen, gritos de guerra acompañando cada pesado golpe de sus botas. Todos ellos ignorando la evidencia, creyendo que podrían vencer a su oponente con solo su voluntad como moneda de cambio.
Este era solo un chico noble, uno que ya habían derribado antes con apenas esfuerzo, ¡podían con esto!
Jiang Cheng bufó mientras los veía moverse casi en cámara lenta, sus años de experiencia y sus habilidades de combate, si bien menores en comparativa al pasado, todavía superando por mucho la violencia torpe de hombres con más fuerza que entrenamiento.
Sacando una espada corta, oculta en su espalda, esperó hasta el último segundo antes de moverse, sus ojos midiendo la posición y distancia de cada uno en apenas un parpadeo.
Esquivo el golpe más próximo de un oxidado machete y cortó sin piedad la débil articulación de la muñeca, cuidadoso de no profundizar tanto para inutilizar la mano.
Sin detenerse a mirar, bloqueó el golpe de otro antes de sostenerle y usar su propio peso como punto de anclaje y mover la articulación en el sentido contrario, rompiendo el brazo con apenas esfuerzo. Cortándo entre las costillas y pateando lejos al estorbo para enfocarse en el siguiente.
Tendón y hueso, músculo y nervios.
Los movimientos de Jiang Cheng se transformaron en una danza letal, con el sonido del acero cortando el aire y los gritos, maldiciones o gimoteos consiguientes, creando una melodía capaz de helar el corazón de cualquiera.
Los cinco hombres cayeron frente a la mirada atónita del resto. Pero esto solo había comenzado, el resto de los mercenarios tratando de someterlo al atacarlo en grupo.
Sacando dos dagas más mientras blandía la espada corta, Jiang Cheng fue tras el resto, esquivando y derribando al líder una y otra vez mientras hacía sangrar a sus subordinados, sin herirlo, solo apartándolo y asegurándose de que sintiera la impotencia de no poder defenderse él mismo ni a los suyos.
Cuando se aseguró de incapacitarlos, regresó a un furioso y sucio Hao QiangTse.
Tomando la gruesa muñeca con una de sus manos cuando intentó golpearlo, Jiang Cheng hizo un rápido giro alrededor del hombre hasta conseguir quedar a su espalda, obligando a QiangTse a quedarse quieto o arriesgarse a que dislocara su muñeca y su hombro.
La voz de Jiang Cheng bajó a un frío gruñido, su respiración agitada.
--- Te dije, que si querías humillar a alguien, cortar detrás de las rodillas sería más rápido.
Soltándolo, Jiang Cheng se dejó caer, esquivando el golpe que QiangTse dirigió a su rostro e hizo un rápido giro con su cuerpo, cortándolo detrás de las rodillas justo como advirtió antes.
Con una aguda exclamación de dolor, el líder de los mercenarios cayó de rodillas con un ruido sordo.
--- ¡Maldito mocoso! --- El enfurecido grito opacó por unos segundos los lloriqueos y quejas de los otros. Con el sudor bajando por la sien, el líder apretaba con fuerza sus heridas, intentando aliviar el dolor --- Te mataré por esto, tú...¡!
Dejando salir su ira con un grito contenido, Jiang Cheng pateó la cabeza de QiangTse, obteniendo una mínima satisfacción de ver el enorme cuerpo golpear el suelo con fuerza.
--- No tienes derecho a exigir nada, maldito bastardo de mierda. ---- su voz había bajado dos octavas y estaba deformada por la ira, sus dientes expuestos como los colmillos de una bestia feroz y amenazante --- ¡ninguno de ustedes merece piedad!
No era suficiente, ver a cada una de esas ratas arrastrarse por el suelo como los patéticos gusanos que eran no era suficiente, no a cambio del dolor que habían causado.
¡Esto no era suficiente castigo!
Hazlos desea la muerte, pero no la ofrezcas.
La expresión de Jiang Cheng se transformó en una curva cruel, su mirada desprendiendo un brillo despiadado y casi enloquecido. Cambiando el agarre en su espada, cortó a cada mercenario, imitando una a una las heridas que los cultivadores habían sufrido bajo sus manos.
Los acorralaron en medio de sus cacerías, fracturaron huesos y cortaron la carne, golpearon sus rostros y torsos si se atrevían a defender a sus compañeros, violaron a aquellos que quisieron... y solo cuando obtuvieron suficiente diversión, cortaron sus cuellos y se bañaron en su sangre.
--- Grita más fuerte --- dijo retorciendo la espada en el hombro de un mercenario de cabello rubio --- y el dolor se prologará por más tiempo. --- cortó tres dedos de otro antes de fracturar el tobillo de un tercero --- No son dignos de que el cielo los escuche.
Pronto, todos entendieron el mensaje.
Soportaron cada herida tan silenciosamente como el dolor se los permitió. Algunos intentaron alejarse pero Jiang Cheng no tardaba en buscarlos y arrastrarlos de vuelta; otros se desmayaron, vomitaron o lloraron por compasión mientras se cubrían con las manos o encogían sobre sí mismos; y solo algunos tontos insultaban a su verdugo, quién gustosamente regresaba a ellos hasta dejar en claro que no detendría el dolor, que no los mataría sin importar cuanto lo provocaran.
No habría una muerte rápida o piadosa para ninguno de ellos.
Pasaron minutos, horas, días o quizá años, ¿a quién carajos le importaba? Lo único que Hao QiangTse podía pensar era en cuanto quería que el dolor terminara. Atrás quedó la arrogancia. En el suelo, solo había patéticos seres rogando por una misericordia que ellos habían ayudado a destruir.
Cuando hubo terminado la última herida, Jiang Cheng miró el cuadro sangriento que había creado, su aliento entrando en duras respiraciones y su sed de sangre aún bombeando en sus venas, haciendo temblar sus manos.
Más.
Más todavía.
Quería verlos gritar más, rogar y arrastrarse.
¡Quería arrancarles tiras de piel y colgar los cadáveres frente a Bai Huanghou! ¡Quería..!
Con un grito de ira, cayó de rodillas y clavó la espada en el fangoso suelo, sintiendo la culpa, la frustración y el rencor anidar en su pecho como si de dos rocas golpeando su alma se tratara, una única lágrima escapando de su control.
Perdóname hermana, no pude proteger a tu hijo, como no pude protegerte a ti o a nuestros padres. Fallé en cuidar lo más importante en tu vida.
Deseaba tanto matarlos, quería sentir como su espada tomaba el último latido de los podridos corazones y observar cómo el último aliento escapaba de cada uno. Y estaba apunto de mandar al diablo su trato y hacer justo eso cuando un lejano aullido lo detuvo.
Con el rostro tenso, levantó la vista hacia el nublado cielo nocturno.
El bosque Yanli era conocido por tener una amplia población de lobos y otros depredadores, ellos se encargarían de darle un final a estas ratas, cumpliendo así con su parte del trato.
Ellos no morirían bajo su mano pero tampoco tendrían un final fácil o alguna esperanza de escapar.
Jiang Cheng había elegido este sitio no solo por la ventaja que las largas sombras de los árboles proporcionaba, sino como una silenciosa ofrenda hacia su hermana y sobrino.
Los asesinos de Jin Ling morirían de rodillas y pidiendo clemencia a su hermana, en un bosque que llevaba su nombre. Era lo único que podía dar como compensación por fallar.
Limpiando su rostro, se levantó y sacudió su ropa con aire ausente.
--- Vida por vida --- dijo a los mercenarios con una frialdad no menos aterradora que su arranque de ira anterior. Con paso tranquilo, se acercó hasta Hao QiangTse y lo levantó del cuello de su ropa, su rostro cubierto de hematomas, su nariz deforme y su brazo en el ángulo incorrecto --- La única razón por la que tendré compasión de ustedes, es porque a Jin Ling no hicieron más que clavarle una flecha en el pecho antes de cortar su cuello. --- lo dejó caer al suelo nuevamente mientras percibía el sonido de múltiples pisadas, los aullidos ganando fuerza --- Ahora le pedirás perdón desde el infierno.
Recogiendo las dagas que usó antes y guardándolas entre los pliegues de su ropa, Jiang Cheng subió a una rama alta y observó a la manada de lobos que se acercaba, atraídos por el olor de la sangre.
Hao QiangTse y el resto de sus hombres, perdieron el control de su esfínteres y lloraron sin control, cuando los aullidos y gruñidos de los lobos los rodearon.
Brillantes ojos dorados los miraban con hambre y agresividad, pero en sus confundidas mentes, eran los ojos de ese profundo azul el que los juzgaba, los ojos de un demonio que los había buscado para arrastrarlos a las profundidades del abismo.
Con un gruñido y el ágil movimiento de su cuerpo, el primer lobo atacó, siendo seguido por el resto de la manada.
Pronto, los gritos y los sonidos de piel desgarrándose llenaron el sombrío bosque, solo escuchados por los animales y plantas que lo conformaban, la oscura sombra que los vigilaba alejándose para no distraer a los lobos de su banquete.
Fue solo cuando estuvieron a las puertas de la muerte, que Hao QiangTse, con el cuello entre las fauces de un lobo negro, y cada mercenario moribundo, recuperaron sus memorias pasadas. El rostro de los jóvenes cultivadores que cayeron ante ellos, las húmedas cuevas donde un hombre de túnica blanca sangraba.
Y el más intenso, aquel que los acompaño en su último aliento, el recuerdo de aquel líder de ropas moradas y negras que gritó al cielo su venganza.
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No se encontraron sus restos hasta casi dos días después, cuando el olor a descomposición llegó hasta los comerciantes que pasaban por la zona. Pero nadie lamentaría sus muertes, los lugareños a la redonda incluso mirarían al bosque con la tranquilidad de que en sus profundidades, anidaba una criatura que castigaba a los ladrones y asesinos.
Una leyenda, que perduraría por los años venideros.
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Una hora después, esa misma noche. Del otro lado del río ZiXuan.
Jiang Cheng arrojó agua en el rostro del arquero Yao para despertarlo.
Había colocado varias trampas en caso de que alguno de los mercenarios lograra alejarse y Yao tuvo el infortunio de toparse con una, evitándole a Jiang Cheng la molestia de buscarlo después.
Cansado hasta los huesos, Jiang Cheng lo miró toser y escupir agua.
El mercenario era pequeño y desgarbado, su despeinado cabello se apelmazaba y su ropa tenía tantos parches que era imposible decir cuál era el tejido original.
Yao era el mejor arquero del grupo de mercenarios y el segundo al mando, pero era introvertido y débil, así que siempre terminaba siendo golpeado y humillado por los otros mercenarios y elegido el carne de cañón cada vez que la situación se complicaba. Una clara muestra de ello, es que fue la persona que habían enviado a esperar la llegada de Jiang Cheng. Si el presentimiento de Yao hubiera sido correcto, él habría sido el primero en caer y sin saberlo, dado tiempo al resto para que pudieran escapar.
Pero, por favor, no sientan compasión por este hombre.
Entre sus compañeros y los pobladores, era bien conocido su desagradable gusto hacia las jóvenes damas de familias humildes y los niños no mayores a 10 años.
Y si bien Jiang Cheng preferiría hacerlo sufrir el mismo destino que al resto, aún tenía utilidad para esta rata en particular.
Yao, por fin completamente despierto, miró confundido a la figura enfrente de él. Vestido de negro, con el rostro y el cabello cubiertos con un amplio pliegue de tela, solo pudo vislumbrar el grueso anillo de plata en su dedo pulgar. El resto, era solo un hombre anónimo mirandolo.
--- ¿Quién...
--- Tus compañeros están muertos --- dijo, apuntando la ensangrentada hoja de una espada corta hacia su cuello ¿En qué momento había sacado el hombre tal arma? --- Tienes dos opciones. Mueres con ellos o haces lo que te digo.
El tintineo de un saco, lleno de piezas de plata, hizo brillar los ojos de Yao mientras veía como el hombre arrojaba la recompensa a sus pies. Al principio, había sentido el miedo paralizar sus extremidades, la sangre en el arma dejaba en claro que la persona decía la verdad, pero por esa cantidad de dinero, solo para él...
--- ¿Q-qué es lo que el amo desea?
NOTAS:
Bosque del lazo eterno: De nuevo, tuve que modificar la traducción literal del nombre de Yanli para ajustarlo al contexto, pero siempre cuidando mantener la esencia del mismo. En este caso, el nombre de la hermana de JC se traduce literal como "aversión a la separación", alguien que busca un lazo o relación permanente con aquellos que valora, "un lazo eterno".
OuYang Zizhen: es uno de los jóvenes cultivadores que defienden a WWX en el arco final de la novela.
*Chico Lan: se refiere al protegido de Hanguang-jun, Lan Sizhui.
*El uso del insulto "manga cortada" solo es aplicable dentro de las clases sociales bajas, por eso es usado por el mercenario y no en el palacio, donde buscar pareja, aunque sea del mismo sexo, es natural.
*Los mercenarios son considerados como uno de los peones de JC y aunque solo Yao sobrevivió, su papel fue y será de utilidad para JC, por eso no deben considerar como que la pieza fue "comida", JC hizo uso de ellos, en otras palabras hizo uso de su peón. ;) Esto irá quedando más claro conforme avance la partida.