Sacrificio

Con aquel descaro y ligereza que caracterizaba al hombre, Wei Wuxian se giró para mirar al jade. Como era usual, nada en su expresión delataba la tensión del momento.
La túnica de Lan XiChen se movía un poco con el aire del lugar y su largo cabello seguía impecablemente bien arreglado, pero lo que atraía en verdad la atención eran sus ojos. El brillo carmesí que Wei Wuxian no había visto en un largo tiempo, se arremolinaba sustituyendo el caoba que solía teñir los ojos del jade.
Eso por sí mismo ya decía mucho del estado de agitación del cultivador, Wei Wuxian normalmente era cuidadoso de no llevarlo más allá del borde pero estaba cansado de tratar al jade como un arma inestable y peligrosa, no podía retractarse si lo que deseaba era proteger a su shidi.
--- Perdone las molestias, hermano mayor --- dijo, aunque no había el más pequeño arrepentimiento mientras se recargaba contra la puerta a su espalda, sus brazos cruzados con ociosidad --- Mi shidi y yo podemos ser muy escandalosos en nuestras conversaciones, ¿ha ocurrido algo?
Lan XiChen asintió, su mirada atenta como si no notara los rasguños en la madera hechos por Suibian o el olor a tela quemada.
Y Wei Ying comprendió por qué cuando escuchó sus siguientes palabras.
--- Mi hermano se ha quedado dormido escaleras abajo, debería ir con él.
Wei Ying bajó los brazos, enderezando su postura.
Lan WangJi jamás se quedaría dormido en medio de una situación tan incierta, aunque se tratase de Lan XiChen. No quería pensar que el jade había atacado a su propio hermano, pero era difícil mantener la confianza considerando que Lan Zhan no estaba ahí y que tampoco había algún atisbo de que estuviera próximo a llegar.
--- ¿Qué le ha hecho?
Lan XiChen apenas le dio un vistazo indiferente al pobre cadáver humeante de Meng Yao, antes de regresar su atención a Wei WuXian.
--- Creo que me malentiende, joven Wei --- el brillo en los ojos se profundizó más --- No lastimaría a mi hermano, y como ya dije antes, tampoco mantengo al líder Jiang contra su voluntad.
--- ¿De verdad? --- dijo, mirando deliberadamente a Meng Yao, enfatizando su duda.
--- Por supuesto. Ha sido Jiang WanYin quien me ha pedido bloquear la entrada, traer aquí este cadáver fue solo una precaución adicional.
--- Mi shidi no pediría ser encerrado, nunca.
Esta vez la sonrisa del jade se profundizó, el carmesí pasando del color de la sangre a un rojo vivo y brillante.
--- Ha pasado mucho desde que habló con él. Ya no lo conoce como lo hago yo. --- el jade caminó hasta que estuvo a su lado, ambos a solo un paso de la puerta --- Pero esta bien si no me cree, comprendo que solo las palabras no le convencerán.
Con su sonrisa tornándose afilada, Lan XiChen hizo solo un movimiento de su mano, los pergaminos cayeron de la puerta y el candado se abrió con un simple chasquido que resonó en medio de la tensión del momento, antes de caer al suelo.
Sin moverse un ápice, Wei Ying mantuvo la mirada del jade, preguntándose cuan probable sería enfrentarlo en una batalla y ganar.
<<WangJi se quedó dormido>>
El carmesí se enfrentó al gris acero en un cruce de voluntades, como si el jade pudiera leer sus pensamientos y estuviera esperando a que hiciera el primer ataque... como si deseara pelear contra él.
Entonces Wei Ying miró la puerta cerrada.
Sin saber si WangJi estaba a salvo, pelear no era una opción y ambos lo sabían. Así que desconfiando de la nueva cooperación de Zewu-jun, por fin avanzó ese paso, tomando la gruesa madera que mantenía bloqueada la puerta.
Comenzó a subirla pero ante el primer crujido de madera, aquel sonido de arrastre regresó.
--- ¡No abras!
Wei Ying se paralizó cuando, desde esta cercanía, pudo discernir perfectamente el pánico en la voz de Jiang Cheng.
--- Jiang Cheng...
--- Te juro, Wei Wuxian, que si abres esa puerta ---una breve pausa, el sonido de arrastre --- yo mismo cortaré tu garganta.
Antes de que Wei Ying pudiera decidir qué responder, el jade tomó el candado, arrojándolo por la cornisa como si ya no lo necesitara.
--- ¿Lo ve? Él quiere quedarse. --- como si fuera una idea tardía, el jade señaló al pasillo con un gesto de su mano --- mi hermano aún lo espera, usted es su compañero, debería ir cuanto antes.
Wei Ying lo ignoró.
Pensó por un segundo en abrir la puerta, de igual forma la furia de su shidi era algo con lo que podía lidiar.
Pero tuvo que descartarlo al segundo siguiente.
Si Jiang Cheng estaba herido o cautivo con algún hechizo, Wei Ying no podría sacarle, buscar a Lan Zhan y mantener una lucha contra el jade, todo al mismo tiempo.
Estaba siendo forzado a elegir entre proteger a Lan Zhan o salvar a su shidi.
Apretó los puños, fulminando a Lan XiChen con la mirada y tragando las palabras que tanto deseaba decir.
Las evasivas, las trampas y ahora su invitación a entrar. Todo era un juego en la mente del jade. Este hombre ya no tenía compasión y su lazo con Lan WangJi no protegería a Wei Ying si el primer jade decidía que era una amenaza lo bastante grande para necesitar quitarlo del camino.
Wei Wuxian tragó la bilis en su garganta mientras aceptaba la dura realidad. Debía darse por vencido en su intento de rescatar a Jiang Cheng.
--- Shijie celebrará una fiesta por la llegada de su segundo hijo, próximo a nacer --- su voz cortaba como dagas, pero el jade no pareció afectado por la nueva hostilidad del joven --- espera verlos ahí, a ambos.
--- Seguro será una gran celebración --- fue todo lo que el jade respondió.
Wei Ying golpeó la puerta con el puño, furioso con toda esta situación y su propia impotencia para hacer algo.
--- ¡Escuchaste Jiang Cheng, vendré en dos meses y más vale que salgas para entonces! --- miró al jade directamente, bajando la voz con amenaza --- la próxima vez no voy a retroceder.
No dejaría de intentar sacar a Jiang Cheng de los dominios del jade. Vendría dentro de dos meses por él y esta vez lo regresaría a su hogar, muelle de loto, no le importaba si tenía que enfrentar a Lan XiChen para conseguirlo y arrastrar a Jiang Cheng todo el camino.
Sin más, se alejó del iluminado pasillo, intentando no pensar en que aquel sonido de arrastre era dolorosamente similar al de gruesas cuerdas rozando entre sí.
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-
Sin darle importancia a la amenaza, Lan XiChen esperó hasta que la oscura silueta del joven Wei desapareciera antes de dar la vuelta hacia la puerta cerrada. Estaba por abrir, con la mano sobre el marco de madera, cuando reparó en la silenciosa presencia a su espalda.
La idea de Meng Yao tan cerca de Jiang WanYin le desagradó tanto que sintió su rostro tensarse, así que regresó sobre sus pasos y quitó, con fuerza innecesaria, los pergaminos que el joven Wei había puesto antes. Las almas convocadas se desvanecieron en apenas un parpadeo mientras los sangrientos escritos eran consumidos por la energía espiritual del jade.
--- Vete, asegúrate de que salgan de aquí.
De inmediato, el cadáver de Meng Yao salió como una flecha pasillo abajo, la expresión en su rostro de alguna forma más trágica. Con la poca consciencia que quedaba en él, Meng Yao se lamentó por el terrible destino que sufría. A Lan XiChen no le había importado que su cuerpo estuviera apenas cubierto por trozos de túnica quemados, como si su humillación actual no fuera suficiente y necesitara agregar el mostrar su patético cuerpo a todo aquel que mirara en su dirección. De verdad ya no había piedad en él.
Indiferente a la agitación del cadáver, el jade por fin pudo relajarse cuando lo vio irse.
Su hermano sería llevado lejos por su compañero y los hermanos Wen se encargarían de volver a alzar la barrera que protegía este lugar.
Su hogar estaba a salvo.
Con una ligereza que antes no tenía y la luz del atardecer decayendo hasta volverse un crepúsculo rojizo y rosado, el jade abrió la puerta para revelar al más frustrante ser humano que alguna vez conoció.
El Jiang WanYin frente a él no se parecía en nada al orgulloso hombre que lideró los vestigios de la secta Jiang a una guerra que parecía imposible de ganar. El largo cabello caía suelto sobre uno de sus hombros en una cascada de tinta negra, su rostro antes intimidante ahora lucía sonrojado como el de una novia en el altar y el elegante uniforme de la secta Jiang, había sido sustituido por una delgada y casi traslúcida túnica que se arremolinaba en la entrepierna y ocultaba el nuevo artefacto que Lan XiChen consiguió. Uno que no necesitaba ver pero que sabía, seguía justo donde lo dejó aquella mañana.
Llevaba dos semanas jugando con la libido del líder Jiang, drogándolo con afrodisiacos solo para verlo retorcerse en el suelo tratando de contenerse. Había golpeado diferentes puntos de acupuntura para evitar que encontrara alivio por su cuenta y usó melodías prohibidas para alentar las alucinaciones febriles.
Pero sin importar cuanto esfuerzo puso, el líder Jiang se negó a pedir clemencia.
Así que Lan XiChen se había visto forzado a usar medidas más drásticas.
Tomando algunas de las agujas de Wen Qing y grabando en ellas símbolos modificados de los que usó el joven Wei hace un año atrás para atraer a los cadáveres, Lan XiChen descubrió que podía canalizar energía resentida dentro del cuerpo de otra persona sin que esta afectara el núcleo dorado. Muy similar a poner hilos en una marioneta, la energía era manipulada por el Lan para crear distintos efectos.
Y ahora, cinco de esas mismas agujas brillaban como diminutas luces en varias zonas del cuerpo de Jiang WanYin, puestas ahí desde la madrugada de ese día. Claro que Lan XiChen era consciente del gran orgullo del líder Jiang, sabía que este hombre prefería perder su vida a volverse vulnerable de forma deliberada. Así que con ayuda de algunos pergaminos que moldeaban su cultivo como si de amarres se tratase, le forzó de rodillas sobre una larga mesa con un curioso cilindro que se presionaba contra cierta zona íntima del cuerpo del líder Jiang.
<< Quiero poner a prueba la fuerza del líder Jiang >>
Fue todo lo que dijo cuándo ató dos largas cuerdas al techo de la habitación antes de dárselas a Jiang WanYin y con un par de notas, modificar la atadura de su cultivo y forzar al cuerpo del otro en dirección al suelo. Ahora, Jiang WanYin debía sostenerse de las cuerdas o caer sobre el frío objeto que violaba su enrojecida entrada.
Era una imagen patética y lamentable que le llenó de satisfacción.
--- Parece que el aire fresco le agrada, ---dijo Lan XiChen como si no notara las dificultades del otro --- ¿debería dejar abierto?
Jiang Cheng entornó los ojos con ira, una gota de sudor bajando por un lado de su rostro.
--- Cierre de una vez. --- gruñó con voz ronca y un tanto ahogada.
El jade sonrió con satisfacción ante la demanda del líder Jiang, cerrando la puerta a su espalda y regresando la habitación a la oscuridad anterior. A Lan XiChen no le gustaban los lugares poco iluminados, le recordaban demasiado al tiempo que pasó entre la energía resentida, así que con ayuda de una larga varilla, encendió una a una las lámparas del sitio, llenándolo de cálida luz.
En realidad estaba muy sorprendido de la fuerza del líder Jiang, el arrogante cultivador había logrado mantenerse en la misma posición a pesar de que Lan XiChen podía ver como temblaba por el cansancio. Divertido y un tanto exasperado, tocó una de las agujas sobre el antebrazo de Jiang WanYin, enviando una pequeña cantidad de energía resentida que hizo al otro estremecerse.
--- El efecto afrodisiaco es mayor al de las píldoras, ¿no le parece?
--- Cállese.
Indiferente a las maldiciones del otro, el jade se movió para dejar a Shouyue en su lugar, justo al fondo de la habitación.
Jiang Cheng lo siguió con la mirada, sus brazos tan adoloridos que apenas los sentía, sus pensamientos tan confundidos que por un momento olvidó todo menos el dolor y el calor abrazador que recorrían su cuerpo tan insistentemente.
El jade regresó frente a él una vez dejó su arma, tan confiado que solo irritó más a Jiang Cheng.
--- Sus ojos, son rojos. ---dijo antes de que el jade mencionara algo de su humillante posición.
El comentario hizo a Lan XiChen tensar el gesto. Su desagrado no era obvio, pero ya que del humor de Zewu-jun dependía lo que le haría, Jiang Cheng había comenzado a comprender los pequeños cambios en el pálido rostro masculino.
El jade estaba molesto... no, estaba más allá de la ira.
--- He escuchado a varios mencionarlo, no sabía que cambiaran de color. --- su voz era tan tranquila como siempre, sin rastro alguno de aquellas sombras que bailaban en su rostro.
Jiang Cheng estaba por contestar cuando sus brazos, ya débiles, perdieron el agarre sobre la cuerda por un solo segundo. El cambio en su peso hizo que el duro y frío objeto que se presionaba contra él se introdujera un poco, provocando un espasmo involuntario que hizo a sus piernas cerrarse.
Contuvo la respiración mientras volvía a levantarse, esta vez girando la cuerda en sus muñecas para afianzar su agarre. La punzada y la invasión involuntaria en el enrojecido músculo de su entrada, nublando su mente de todo menos de la leve fricción, del grosor que lo forzaba a dilatarse.
Esto se había repetido en numerosas ocasiones a lo largo del día.
Lo sacaba hasta que solo el borde romo tocaba su entrada, solo para perder fuerza y volver a caer, la invasión nunca pasando de una pulgada. Por horas la fricción convirtió el dolor en un tipo de estimulación que era más y más difícil de pasar por alto.
Le tomó varias respiraciones volver a hablar con cierta normalidad, le costó más tiempo todavía recordar qué estaba por decir.
--- No debió, dejarlos venir si --- una pequeña pausa mientras intentaba inútilmente sacar el intrusivo objeto. Debido a los símbolos grabados en este, el jade era el único que podría quitarlo, aunque saberlo no lo detuvo de intentarlo --- si tanto le molestan.
Lan XiChen observó al líder Jiang, casi sonriendo cuando notó la cantidad de emociones en los ojos azules. Las pupilas estaban tan dilatadas, que era una sorpresa que todavía estuviera lo bastante lúcido para reprocharle por sus acciones de hoy.
Quizá por fin podría obtener lo que quería, pensó optimista.
--- El joven Wei deseaba verle, piensa que le tengo secuestrado.
Jiang Cheng gruñó.
No olvidaría que el jade lo había puesto en esta vergonzosa posición justo después de anunciarle que traería a Wei Wuxian a la montaña. Sería un estúpido si no se diera cuenta de que lo había hecho con toda la intensión de obligarlo a alejarse por voluntad propia, de evitar que hablaran.
Ni siquiera comprendía qué era lo que inquietaba tanto a Zewu-jun, no lograba pensar en qué podía decir a Wei Wuxian que provocara tal comportamiento receloso en el jade. Por otro lado, tampoco tenía interés en descubrirlo, solo quería golpearlo en la cara por la humillación.
--- Así que evitó que ocurriera --- otra leve punzada de energía resentida que pareció quemar los pulmones de Jiang Cheng, la sangre en sus venas corriendo a gran velocidad, sus latidos erráticos por un momento. Sacudió la cabeza para intentar concentrarse. --- Lo haré pagar por esto.
--- ¿Pagar?
--- ¿Cree... --- otro intento de acomodar sus manos, pero estaba demasiado cansado ya, cualquier posición era igual de dolorosa. El ardor en su cuerpo destruía su concentración, el estiramiento forzado en su interior provocaba pensamientos aberrantes que le hacían excitarse en contra de su voluntad --- cree que no sé, que los dejó acercarse tanto, porque quería y no porque ellos lo pidieran?
Lan XiChen desvió la mirada, el recuerdo de la breve plática entre el líder Jiang y el joven Wei avivando su mal humor.
--- Era necesario.
¿Necesario?
¡¿Necesario?!
Más allá de cualquier intento de mantener la calma, Jiang Cheng deseó más que nunca tener sus armas cerca y cortar la garganta del jade en ese mismo instante. Su juramento se podía ir al infierno.
Un año.
Ya había pasado un año entero desde que estaba a merced del jade.
Al comienzo, lo llevó al aislado rincón del receso de las nubes donde vivía, experimentando con cualquier idea extraña que se le ocurriera a Wei Wuxian para controlar la energía resentida que ahora era parte del jade. Así que Jiang Cheng estaba la mayor parte del tiempo solo, mandando cartas a su hermana y dirigiendo su secta desde la distancia.
Cuando Lan XiChen regresaba a la enorme habitación donde le mantenía confinado, no hacían más que hablar de temas aleatorios o debatir sobre alguna teoría de cultivo antes de dormir. Todo el temor de su familia cuando aceptó el trato con el jade casi parecía ridículo.
Pero el tranquilo y casi monótono pasar del tiempo duró apenas unas semanas.
Jiang Cheng notó que las conversaciones se hacían cada vez más personales. El jade parecía demasiado interesado en revivir la destrucción de muelle de loto y la muerte de sus padres, pidiéndole detalles hasta que Jiang Cheng explotaba en ira y salía entre insultos y gruñidos. Solo para terminar regresando entre maldiciones cuando se topaba con la barrera que le impedía alejarse más de unos pocos metros.
Después fueron las cosas cotidianas y simples.
Cuando el jade notó que le desagradaban los sabores amargos y agrios, comenzó a llenar su comida de raíces duras e insípidas, de hiervas y vegetales de sabores fuertes y desagradables. El agua para bañarse pasó de fría a helada, la almohada y la manta desaparecieron, el papel y la tinta para las cartas también fueron escaseando hasta que no quedó nada. Incluso sus horas de sueño fueron reducidas tanto que sintió el cansancio como una pesada capa sobre sus hombros.
Las cartas dejaron de llegar y menos gente se acercaba a la zona, incluyendo a Wei WuXian y el hermano del jade. La presencia de Zewu-jun por el contrario aumento, quedándose a su lado tan frecuentemente y por tiempos tan largos, siguiéndolo casi a cada momento del día, que Jiang Cheng terminó por perder la paciencia, su carácter llevándolo a pelear contra este sin la menor contención, en su necesidad de recuperar aunque fuera un poco de su libertad.
Ese fue el peor error que pudo cometer.
Durante ese enfrentamiento, el jade parecía divertido provocando a Jiang Cheng, jugando con él como un depredador que se jacta de su fuerza. Lo esquivaba o desviaba su espada con apenas esfuerzo, sonriendo e ignorando los insultos de su contrincante.
Entonces Jiang Cheng atacó con Zidian.
El arma fue repelida por Shouyue, pero la fuerza del impacto hizo que el arma se volviera en contra de su dueño y aunque Jiang Cheng la controló con habilidad, el arma alcanzó a cortar una pequeña línea en su barbilla.
Los ojos del jade parecieron absortos por la diminuta gota de sangre, esquivando y por primera vez, devolviendo cada ataque sin contener su fuerza. Ese día, Jiang Cheng terminó tan herido que no pudo levantarse de la cama por varios días; fue también la primera vez que tuvo contacto con Wen Qing, al menos con él consciente.
Jiang Cheng pensó que había hecho enojar al jade, pero parece que en su lugar despertó algo extraño en él, una oscuridad de la que nadie había parecido consciente.
Día a día, Jiang Cheng se enfrentaba a Zewu-jun, intentando no salir herido. Cada pequeño corte o exclamación de dolor solo volvía los ataques del jade más frenéticos, así que Jiang Cheng era cuidadoso de no dejar traslucir nada.
Pero el jade era un Lan, tan decidido como el resto de su familia.
Se aseguraba de nunca dejarle descansar lo suficiente, hiriendo siempre en los mismos lugares sin cortar la piel, hasta que Jiang Cheng olvidó como lucía su cuerpo sin los hematomas, hasta que el dolor entorpecía sus movimientos.
Cuando las constantes peleas inquietaron a los habitantes de Yunsen, el consejo de ancianos intentó obligar al jade a liberarlo, quien en lugar de obedecer, decidió irse de ahí, llevándolo hasta la aislada montaña donde ahora residían.
Y como si fuera una señal para terminar de destruir la poca contención del jade, las peleas se volvieron brutales... y aún Jiang Cheng se negó a darse por vencido.
Ya que ni el dolor físico ni el cansancio lo derrotaron, el jade cambió por otros métodos.
Pesadillas inducidas por energía resentida, píldoras que lo sumían en sus memorias más desagradables. Cada recuerdo doloroso, por infantil o absurdo que fuera, era sacado a la luz mientras su captor lo observaba retorcerse.
<< ¿Me odia? >>
Esa era la única pregunta que hacía el jade cuando terminaba de jugar con él. Jiang Cheng, casi siempre encogido en una esquina mientras sus sentidos se aclaraban con dolorosa lentitud, solo fruncía el ceño y decía algo mordaz, pero sin dar una respuesta real.
Ni siquiera comprendía qué buscaba el jade con estas acciones, ni entonces ni ahora.
Apenas lo soportó, recordándose que era por el bien de su familia, que no era diferente de las otras dificultades que soportó durante la guerra. Pero ahora que por poco fue descubierto ante Wei Wuxian, de todas las personas, su carácter explotó.
--- ¡Y una mierda! --- gruñó Jiang Cheng mientras se retorcía, importándole poco el dolor de las agujas o la invasión que hizo a su miembro estremecerse de placer cuando se movió --- Por un año entero ha jugado conmigo como le place, me ha hecho combatir en su contra por horas sabiendo perfectamente que no soy oponente para usted. Me alejó de todo y todos ¿esperando qué?, ¿qué le ruegue por misericordia? ¿Acaso le divierte? ¿No ha sido suficiente remarcar lo débil que soy en comparativa suya que ahora me quita mi hombría? ¡No soy una maldita mujer, imbécil! ¡Soy un hombre y un líder de secta, no un maldito experimento!
Lan XiChen parpadeó sorprendido por el arranque verbal del líder Jiang. Hacía tanto desde que el enojado hombre no decía tantas palabras seguidas, que había olvidado que era así como se comportaba antes. Estaba tan sorprendido que tardó varios segundos en comprender sus palabras.
Cuando dicha comprensión llegó, su humor agrio solo empeoró.
--- No creo que sea una mujer. --- Una calmada respuesta.
--- ¡¿Y qué demonios es esto entonces?! --- Jiang Cheng detestaba tener que enfatizar su situación actual, pero era un buen referente de sus palabras. Ya había perdido la cuenta de cuánto tiempo llevaba con objetos en el interior de su cuerpo, siendo incitado por la energía oscura sin posibilidad de aliviarse, lo que era estar en sus cinco sentidos y sin esa frustrante excitación carcomiendo sus pensamientos. Sentía que perdería la cordura si solo tenía que aguantar un momento más --- Me ha atado por casi dos semanas, jugando sin descanso, ¿y para qué? ¿le divierte ver a otro hombre sufriendo de este modo?, ¿qué acaso también es un manga cortada? ¡Solo espere, deje que me suelte y yo mismo le haré recordar que es un líder de secta con el que trata!
¿Soltarse?
¿Deseaba escapar?
En todo un año el líder Jiang jamás uso tales palabras, ni siquiera insinuaciones. Lan XiChen de nuevo se arrepintió de permitir que el joven Wei los visitara, solo unas palabras y el líder Jiang ya había cambiado.
Hazlo callar
Las voces volvieron con fuerza al interior de su cabeza, los venenosos susurros tensando los perfectos rasgos en una máscara pétrea y ausente.
Cree que eres débil
Busca usarte, no lo escuches
--- Sabía que querría irse, ---su voz se volvió fría como el más cruel invierno mientras su mano se levantaba con amenazante lentitud --- sabía que tarde o temprano rompería su promesa. Así que sí, líder Jiang, era necesario.
Las amargas palabras detuvieron a Jiang Cheng de toda rebeldía. Estupefacto, lo miró.
--- ¿De qué demonios habla?
--- Jin ZiXuan es humilde ante Jiang YanLi, WangJi solo sonríe para el joven Wei --- el jade miró la energía oscura y viciosa acumularse en su palma, su mirada absorta --- Pero usted jamás me da nada.
Comenzando a cerrar sus dedos como si buscara romper algún objeto invisible en su mano, aumento la cantidad de energía que mantenía preso a Jiang Cheng.
--- Me pertenece, solo a mí, usted dijo que jamás se iría pero ahora habla de liberarse, de desear soltarse y actuar en mi contra.
La ira y el desconsuelo lo ahogaron en una bruma insuperable. Cerró el puño y con esa misma brusquedad, la fuerza que empujaba a Jiang Cheng contra el suelo aumento como un duro golpe de granito. Las venas en los brazos del otro se hincharon al tiempo que un sonido gutural escapaba de su garganta, el objeto entró, pasando el músculo que protegía la abusada entrada, su efecto imposible de negar para el cuerpo de Jiang Cheng.
Maldijo al jade mientras se esforzaba por luchar contra la terrible fuerza que amenazaba con desgarrar sus músculos, sin embargo, Lan XiChen no era capaz de pensar en nada más que en los amargos sentimientos que lo invadían.
Había estado desesperado por encontrar algo, algo que nadie más conociera del líder Jiang y que lo atara irremediablemente a él. Por un tiempo intentó conocerlo, esperar a que el líder Jiang le mostrara algo que pudiera tomar, algo de lo que adueñarse.
Pero cada vez que creía encontrar algo, el joven Wei o la joven YanLi demostraban que el recuerdo ya les pertenecía. Las conversaciones con ellos demostraban que el niño frágil del pasado, el joven lleno de venganza testaruda y el hombre orgulloso, cada faceta del líder Jiang, ellos ya la conocían. Que le entendían tan bien que sabían cómo reaccionaría a cada palabra o acción de Lan XiChen.
Entonces aquel enfrentamiento se dio y mientras aquella gota de sangre caía de la mandíbula del líder Jiang, Lan XiChen comprendió que no era necesario esperar por esa conexión, que de hecho podía obtenerla por otros medios.
Miedo, dolor, vulnerabilidad.
Nadie jamás vio al líder Jiang sintiéndose patético, pensó, nadie vivo al menos. Sufriendo por el dolor, llorando por algo tan ridículo como perder a sus cachorros cuando era solo un niño, pidiendo por el amor de unos padres demasiado absortos en sus problemas para notar lo indiferentes que eran con su progenie.
Este hombre era tan orgulloso que jamás dejó que nadie más viera ese lado miserable, solo él había escuchado los absurdos ruegos del hombre.
O eso creyó.
Cuando el consejo intentaba convencerle de dejar ir al líder Jiang, escuchó al joven Wei y YanLi hablando sobre la noche en que los anteriores líderes del clan Jiang fueron asesinados por el clan Wen... y sobre cómo esa noche Jiang WanYin había llorado desconsolado.
--- Dijo que no se iría ---repitió como un niño obcecado, todavía ejerciendo fuerza.
--- ¡Y sigo aquí, imbécil! --- Jiang Cheng retuvo el aliento mientras perdía parte del agarre en la cuerda y caía un poco más, la penetración causando un escalofrío de bienvenida que lo asqueó. Su cuerpo estaba tan contenido que confundía cualquier estímulo con placer.
El jade negó con la cabeza, mirándolo con una mueca leve de desaprobación en sus labios.
--- Escuché su conversación, usted quiere volver a muelle del loto ---señaló el aspecto del líder Jiang, la obvia reticencia y odio en el sonrojado rostro --- no se atreva a mentirme líder Jiang. Si hubiera tenido la posibilidad, se habría ido con el joven Wei sin dudarlo dos veces.
Silencio.
Un silencio absoluto mientras Jiang Cheng absorbía las palabras del jade, la incredulidad subiendo por su garganta hasta que salió en una risa entrecortada.
<<¿Me odia?>>
Con apenas aliento, reía con un leve toque histérico, continuando por un minuto entero antes de detenerse con un chasquido de dientes.
--- Me esta diciendo que todo esto, los enfrentamientos, las torturas y esta, esta... --- fulminó con la mirada el suelo al no poder ver aquello que penetraba su cuerpo --- ¡esta maldita humillación!, ¡¿es solo porque cree que romperé mi promesa?! ¡¿Qué ha estado intentando forzarme a dejarle, como una especie de prueba enfermiza para ver si soy sincero?!
El jade desvió la mirada, respondiendo con ello a las preguntas.
<< Jiang Cheng no pediría ser encerrado>>
Lan XiChen pensó que el líder Jiang se negaría a siquiera escuchar sobre muelle de loto, pero aquella vacilante voz llena de esperanza cuando el joven Wei lo mencionó, le hizo sentir traicionado. Nunca hablaba con él con tal anhelo, jamás decía que quería quedarse.
Envió tres pulsos de energía a las agujas, aumentando su intensidad sin piedad al ver cómo el líder Jiang se arqueaba intentado escapar, deseando castigarle por pensar en romper su palabra.
Creyó que ahora conocía mejor que nadie al líder Jiang, pero de nuevo el joven Wei le demostró lo equivocado que estaba, con solo unas palabras le recordó que era incapaz de comprender a las personas. De nuevo había errado su juicio y creído ciegamente en lo que veía de otros.
De nuevo cometió el error de pensar que podía confiar.
--- Las palabras son solo palabras. --- dijo antes de detenerse, manteniendo la energía alrededor del líder Jiang como sombras custodias.
Jadeando como si hubiera corrido una gran distancia, Jiang Cheng fulminó al jade con la mirada antes de gruñir y murmurar algo por lo bajo. Mordió cada palabra entre jadeantes respiraciones, sus brazos temblando al límite de su resistencia.
--- ¿Qué ha dicho?
Lan XiChen se había acercado cuando creyó escuchar su nombre, pero la voz fue muy baja. Jiang Cheng solo entornó la mirada.
--- Acérquese si se atreve y lo repetiré. --- mordió Jiang Cheng.
Asegurándose de que los pergaminos estuvieran en su lugar, el jade se acercó.
Pero por sorprendente que fuera y pese a su buen oído, no pudo descifrar que es lo que el otro murmuró por segunda ocasión, las palabras tan pegadas la una a la otra que resultaban incompresibles. Era una frase corta, pero imposible de definir.
Fue solo cuando estuvo lo bastante cerca que comprendió su error.
Apretando los dientes, Jiang Cheng hizo hacia atrás su cabeza y con un fuerte impulso, estrelló su frente contra el jade. Gracias a sus rápidos reflejos, Lan XiChen evitó un golpe que seguro le habría dejado vulnerable, y todavía la frente del otro alcanzó a golpear el borde de su boca, haciéndole tambalear un paso atrás.
Sosteniendo su adolorida mandíbula, miró con ojos muy abiertos al líder Jiang, quien jadeando un poco, lo miraba con ferocidad.
--- No te atrevas a insultarme de esa manera, bastardo imbécil, --- Jiang Cheng elevó la barbilla, altanero. --- llevo un maldito año aguantando tus estupideces, ¿por qué mierda me iría ahora?
Lan XiChen bajo su mano sin importarle el rastro de sangre que podía sentir bajando por su barbilla, acercándose de nuevo a pesar de la mirada amenazante del otro.
--- Usted sabe la respuesta a esa pregunta.
--- ¡¿Qué carajo significa eso?!
A gran velocidad Lan XiChen lo sostuvo del cuello, ejerciendo presión, deseando acabar con la molestia que era este hombre. Terco, orgulloso y contradictorio, lo llenaba de confusión, no podía comprender nada de lo que era o predecir qué haría.
Justo como ahora, donde en lugar de mostrar miedo, el líder Jiang lo desafió con un gruñido.
--- Puedes atarme las veces que quieras o golpearme, lo soportaré, --- tomó aire con una respiración forzada, sus palabras roncas pero no menos firmes --- no soy tan débil para correr y esconderme por pequeñeces como esas. ¡Lo soportaré! --- reuniendo el poco aire que le quedaba, exclamó con gran furia --- ¡Así que jamás vuelvas a insinuar que mentí, que no tengo honor!
Lan XiChen parpadeó ante la fiereza de las palabras y la clara ofensa en el rostro del otro, el agarre de su mano vacilando, aflojándose.
El cuerpo del líder Jiang estaba marcado en algunas zonas con viejas cicatrices, la mayoría obtenidas durante la guerra contra el clan Wen y otras hechas por Lan XiChen; había adelgazado y el rubor no podía ocultar las sombras oscuras bajo sus ojos. Este hombre estaba al límite de su fuerza física y mental, pero lo desafiaba sin dudar.
Cree que eres débil
Trata de engañarte
Te esta usando
Soltándolo, miró los restos de su propia sangre en su mano.
No parece que sea así, respondió a las voces.
Recuerda, Meng Yao rogó por misericordia.
El líder Jin tenía miedo.
Nie Huaisang también trató de engañarte.
Lan XiChen limpió la sangre de su boca y mano con calma metódica.
Es verdad, aún A-Yao tan lleno de arrogancia había luchado con ferocidad en su contra, intentando cada engaño posible para escapar o matarlo. Y sin embargo, al final, mientras el jade lo atravesaba con los hilos, muy dentro de aquellos ojos castaños hubo un atisbo de rebeldía y miedo, tan pequeños que solo lo notó mientras apreciaba su obra colgante y sangrienta aquella noche.
Tanta obstinación en el líder Jiang debía ser un intento por engañarlo, ¿por qué si no se dejaría tratar así? ¿por qué otro motivo un hombre con tal cantidad de orgullo se dejaría maltratar de esta manera sin defenderse?
Lan XiChen no lo permitiría, obligaría al líder Jiang a confesar lo que estuviera planeando hacer, no le mataría hasta saber la verdad. Se negaba a ser engañado de nuevo.
Jiang Cheng estaba por insultar de nuevo al jade pero por primera vez en su vida, se contuvo. El rojo en los ojos del otro se arremolinaba de una forma extraña. Bermellón, carmesí y granate jugando en las pupilas, como un rio de sangre moviéndose con voracidad.
Por primera vez temió por su propia seguridad, la posibilidad de ser asesinado pasó por un segundo por su cabeza y aunque intentó restarle fuerza, el pesado temor seguía ahí. Ni siquiera con la mano sobre su garganta la amenaza se había sentido tan real.
El presentimiento pronto se volvió certeza cuando vio a Liebing apareciendo de entre las mangas del jade. Un helado estremecimiento tensó su cuerpo, palideciendo pese a su mejor esfuerzo.
Detenlo, la urgencia cerró su garganta, maldición Jiang Cheng, debes detenerlo.
Pero no pudo pronunciar palabra alguna antes de que la primera nota silbara en el aire.
La energía resentida respondió de inmediato a la casi apacible melodía, dirigiéndose a gran velocidad hacia el indefenso cultivador cuyo cuerpo convulsionó cuando esta entró en su cuerpo.
Jiang Cheng apretó los dientes para retener el grito de dolor que casi abandona su garganta cuando las agujas en su cuerpo se movieron. La energía resentida pasaba a través de estas hasta sus canales espirituales, punzando y quemando todo a su paso, como si millones de cristales viajaran por cada tejido en su interior.
Era un dolor que Jiang Cheng jamás sintió antes, desesperante en su intensidad pero invisible a sus ojos, solo podía soportarla mientras llenaba su cuerpo sin piedad. El sudor bajó por su espalda y las terribles punzadas en su cabeza le hicieron sentir mareado, la náusea subió por su garganta mientras su visión fluctuaba, la sangre escurriendo del borde de su boca.
Entonces lo peor llegó.
Las notas de LieBing cambiaron a un tono profundo y casi seductor, una canción que evocaba los más oscuros placeres que la mente podía conjurar, lo prohibido y lo decadente, el tabú y el placer.
Lan XiChen observó fascinado como el rostro del líder Jiang se sonrojaba desde el cuello hasta los hombros, como esos ojos azules se desenfocaban hasta volverse vidriosos.
Las piernas de Jiang Cheng se presionaron juntas de forma involuntaria y de su garganta salió un grito ahogado, cuando, en una transición casi violenta, el dolor agonizante cambió a una excitación asfixiante, una que le hizo terriblemente consciente de aquel falo metálico dilatando su entrada, de lo vacío que se sentía su interior y lo bien que se sentía cuando aquel objeto se introducía más.
No, no es así, se repitió como un cántico, no quieres esto, no deseas esto.
Pero a cada segundo, tras cada delicada y larga nota, se le hacía más y más complicado recordar por qué se negaba, por qué evitaba la placentera dilatación. Apretó las cuerdas en sus manos, ya no para evitar caer sino por simple aprensión, buscando aumentar la presión en los músculos de sus brazos para que el dolor le ayudara a mantener el hilo de cordura que le quedaba.
Fue inútil.
Su oponente era un cultivador de gran poder, uno que notó sus vagos esfuerzos y que sin dudarlo, cambió las notas lo suficiente para aumentar la cantidad de energía resentida que entraba en el masculino cuerpo.
Un grito mitad gemido escapó de su irritada garganta, su cuerpo estremeciéndose, el placer y el deseo quemando todo el camino desde su espalda hasta su miembro.
Dolía, el deseo en su cuerpo era tan intenso que dolía. La vista de Jiang Cheng estaba tan desenfocada que era incapaz de comprender nada de lo que veía, incapaz de recordar quién era. Todo lo que llenaba su mente era lo doloroso que era soportar los deseos obscenos de su cuerpo, el calor abrazador que juraba lo estaba reduciendo a cenizas con lentitud enloquecedora.
El entumecimiento en sus manos le hizo repentinamente consciente de las sogas a las que se sostenía.
Miró hacía esta, jadeante y confuso del porqué se aferraba con tanta desesperación, ¿qué quería lograr al sostenerse de esa forma? ¿por qué no las soltaba?
Incapaz de recordarlo, se soltó un poco, un leve segundo en que la cuerda corrió sobre sus palmas y que en un brusco caer, trajo consigo un placer cegador que le hizo gemir. Volvió a aferrarse por la crudeza del estímulo, tratando de asimilar el origen de tan increíble placer.
Su interior.
Algo presionaba contra su interior.
Con sonidos ahogados saliendo de sus inflamados labios, movió sus caderas lo suficiente para sacar parte del objeto, gimiendo cuando pudo notar que su superficie no era lisa sino un tanto irregular y protuberante. Volvió a bajar, aumentando más la penetración, mordiendo sus labios cuando el alivio y la ansiedad lo recorrieron por igual.
Repitió el movimiento de vaivén mientras sus ojos se humedecían por las increíbles sensaciones que lo llenaban. Debería hacerlo más rápido, más profundo, hasta acabar con el doloroso vacío en su interior.
No debes, la débil voz en su cabeza le hizo dudar, detente, no debes continuar.
¿Por qué no debía?
Gimió, incapaz de detener el movimiento de sus caderas, el líquido preseminal goteando
¿Por qué evitar algo que le daría alivio? ¿Por qué torturarse a sí mismo de esta manera? ¿Qué quería evitar?
--- Hazlo --- Jiang Cheng se estremeció cuando una voz profunda y seductora susurró cerca de su oído, una mano de largos dedos acunando su mandíbula casi con ternura, la frialdad de la piel aliviando el calor en su rostro --- Dime lo que quieres, todo lo que pasa por tu mente, cada pensamiento --- otra mano acunó su muñeca, acariciando como si le invitara a soltarse --- cada impulso, cada secreto.
Quería alivio, quería librarse de esta tortura de calor y deseo, él quería...
Sin poder soportarlo más, soltó sus manos y cayó sobre sus caderas.
Calor, dureza, plenitud. La violenta invasión lo llevó por encima del límite, su cuerpo se arqueó mientras un grito de alivio apretaba su garganta, el cegador placer se transformó en todo lo que pudo pensar por los siguientes segundos, sostenido por firmes brazos que le soltaron cuando lo peor pasó.
Cayó sobre sus palmas, gimiendo entre jadeos, sus brazos tan entumecidos que ya no los podía sentir. El orgasmo fue intenso pero terriblemente corto, apenas un leve alivio para una tortura de dos semanas conteniéndose.
Y sin embargo, fue suficiente, suficiente para que recuperara un poco de la cordura que creyó perdida. Con un lastimero quejido, se abrazó a sí mismo mientras algo de lucidez regresaba a él, los pensamientos confusos pero insistentes de que había cometido el peor error.
Perdí, perdí completamente.
--- No del todo.
Aquella mano regresó, obligándole a levantar el rostro para enfrentar una mirada carmesí llena de fría crueldad, tan carentes de emociones que le hizo temer. Entonces lo comprendió, este hombre era el causante de su dolor, de la tortura que era sentir como el calor volvía a aumentar, de sentir la necesidad de mover el duro objeto enterrado en su interior hasta drenar todo atisbo de lujuria, hasta apagar el fuego que consumía cada célula de su cuerpo.
Clavó las uñas en sus antebrazos, el dolor ayudándole a centrarse.
--- Desde el comienzo ha querido irse, ¿no es así? --- la voz del jade era tan atractiva que requirió un gran esfuerzo ignorarla. Pero lo hizo, luchó contra la compulsión de responder, de derramar cada pequeño pensamiento que cruzaba por su cabeza.
Eres un cultivador, tienes tu propia fuerza para defenderte.
Desesperado, Jiang Cheng intentó defenderse, usar su propia energía para rechazar la oscura malevolencia que quemaba sus canales espirituales. Un esfuerzo inútil, era como golpear acero con las manos desnudas.
Lo peor ya ha pasado.
Temblando tanto que sus dientes castañeaban, obligó a sus entorpecidos brazos a moverse de nuevo. Lo que tanto trató de evitar ya había ocurrido y ahora que ya no se sostenía de las sogas, podía usar sus manos, ¡podía quitar las agujas!
Con dedos titubeantes, tocó la fría punta de acero en uno de sus brazos, un plan absurdo formándose entre sus confundidos pensamientos. Su feroz deseo de luchar lo impulsó en un último despliegue de rebeldía, fulminando a Lan XiChen con la mirada. El jade había cometido un error, lo dejó libre. Esta vez no había cuerdas, cultivo o parálisis que le detuviera.
Solo debía distraer a Lan XiChen y sabía perfectamente cómo lograrlo.
--- Púdrete --- graznó con voz ronca.
Jiang Cheng trató de prepararse cuando vio el gesto de enojo en el rostro del jade, pero aun la oleada de energía resentida fue un golpe difícil de encarar. Se encogió sobre su estómago cuando el dolor desgarró en cada una de sus extremidades, una pausa que apenas le dejó tomar aliento antes de ser abrumado por un placer tan intenso que lo sumió en una neblina densa y adictiva.
Concéntrate, vamos, ¡maldición, concéntrate!
Mordiendo sus labios hasta extraer sangre, usó su posición encogida para ocultar sus intenciones hasta aferrar una de las largas agujas cerca de su muñeca. Poco a terrible poco, tiró de esta con un único objetivo en mente.
El jade las usaba para canalizar la energía resentida en su interior, si Jiang Cheng pudiera hacer lo mismo, quizá podría disminuir un poco la influencia de la energía oscura en las acciones de Lan XiChen y si tenía suerte, detenerlo antes de que robara la última gota de sentido que le quedaba.
--- ¿Ahora me dirá la verdad?
Con un jadeo ahogado, sacó la aguja, la mitad de su brazo punzando con alivio al verse libre de la violenta energía.
Usando ese diminuto respiro como ancla, Jiang Cheng levantó la nublada vista. Debía asegurarse de hacerlo bien, era su última oportunidad a juzgar por la forma en que el jade aferraba a Liebing. Si una sola nota más era tocada, sería su fin.
--- Lo diré, --- dijo aferrando el delgado metal --- lo diré.
El jade acercándose fue toda la señal que Jiang Cheng necesitó. Con un gruñido agresivo y tan rápido como sus torpes extremidades se lo permitieron, clavó la aguja justo en donde el núcleo dorado del jade debía estar ubicado.
Y un infierno diré algo más, bastardo.
Sin perder un segundo, vertió su propia energía espiritual en el jade, luchando con cada gramo de fuerza restante contra la resistencia natural del otro. Si el jade podía canalizar la energía resentida en su cuerpo, nada le impedía a Jiang Cheng de intentar lo mismo.
--- ¿Qué?
Lan XiChen tomó la mano del líder Jiang queriendo quitar el punzante dolor de la aguja contra su piel, pero antes de que pudiera ejercer fuerza, el primer golpe de energía entró a su cuerpo, directo a su núcleo.
Intenso, hirviente y con un atisbo de algo extraño, similar al golpe de agua helada en un día caluroso.
Aferró la mano que cubría la aguja, pero no pudo más que sostenerse mientras la energía invasora desplazaba a la fuerza la oscuridad en su interior. Era una sensación terrible, como si alguien hurgara en una herida que había olvidado tener.
--- Basta --- ordenó al líder Jiang, pero este se resistió.
Como si la energía resentida pudiera comprender lo que Jiang Cheng hacía, se movió agresivamente alrededor de los dos cultivadores, tratando de mantener el control que ejercía en ellos. Lan XiChen clavó los dedos en la lastimada muñeca, tratando de recuperar un mínimo de su fuerza, logrando sacar un fragmento del delgado metal.
Sintiendo la resistencia, Jiang Cheng se aferró a la oscura túnica, tanto, que sería imposible quitarlo a menos que fracturaras algún hueso.
Pero sabía que no era suficiente, podía sentir la energía resentida tratando de invertir el flujo, contaminando cada gota de su propia energía apenas entraba en el jade, devolviéndola a su interior hasta que el calor volvió a rasgar con agonizante insistencia.
Tratando de controlar su propio pánico de fallar, miró el ceño de Lan XiChen y el rojo brillante en las sombrías pupilas.
No solo era la energía resentida, era el mismo jade quien luchaba contra Jiang Cheng y si esto continuaba, saldría perdedor. Ya podía sentir como la mano del jade apretaba su muñeca con cada vez más fuerza, como su propia piel se erizaba, sensible y deseosa de rendirse al deseo, perderse en él.
Era una situación desesperada.
Pero como estar en el ojo de un furioso huracán, por un par de segundos la mente de Jiang Cheng fue capaz de comprender con pasmosa claridad la realidad a la que se enfrentaba, la solución llegando con ridícula naturalidad, antes detenida por las inhibiciones naturales de su carácter y el orgullo del líder.
La transferencia de energía estaba funcionando pero no era suficiente, no era lo bastante profunda para lograr su propósito. Un flujo tan bajo solo servía como un leve paralizante en el jade, uno que solo funcionó por el factor sorpresa.
Pero había una forma de transferencia que impediría que el jade siguiera luchando sin importar la fuerza de su cultivo y por el contrario, esa misma fuerza sería revertida a favor de Jiang Cheng. Era un tabú para su gente, pero era su última opción, Jiang Cheng sabía con cruda certeza que si el jade se liberaba, acabaría con su vida sin dudarlo un segundo.
Caldero Humano
Miles de pensamientos cruzaron por su cabeza en solo un parpadeo, razones y motivos que lo hacían negarse. No quería, de verdad no quería hacerlo y en realidad estuvo a punto de negarse por completo, al infierno su propia vida.
Un único pensamiento tomó la decisión por él.
Él era el distractor que impedía que el jade arruinara la felicidad de su hermana, si se daba por vencido, tanto su cuñado como su sobrino morirían a manos de Lan XiChen, dejando a su hermana llorando la pérdida de su pequeña familia. Causarle dolor a su hermana era algo que jamás haría por voluntad propia, nunca.
Bien, pensó con ira y resignación, igual ya se había humillado a sí mismo, esto solo era algo más para agregar a la lista.
Resistiendo un golpe particularmente duro de energía resentida que hizo vibrar la agujas en su cuerpo, Jiang Cheng hizo algo de lo que jamás se pensó capaz.
Besó al antes venerable Zewu-jun.
Usando la sorpresa del otro que no era menor a la propia, soltó la ropa del jade para sostenerle del rostro, obligarle al íntimo e inexperto contacto.
Jamás tuvo tal cercanía con nadie, pero el concepto no le era del todo ajeno, así que forzar los labios del jade abiertos y acariciar el húmedo interior fue el siguiente paso.
Sin detenerse a pensar en lo poco desagradable que era esto a pesar de su idea inicial al imaginarlo, Jiang Cheng aprovechó el desconcierto del jade para verter más energía, ya no solo a través de la aguja, sino también del contacto físico.
¡Basta!
¡Detenlo!
¡Traidor, es un traidor, trata de matarte!
Lan XiChen trató de pensar a través de los chillidos de las voces y del agonizante dolor que recorría su cuerpo, resistiéndose con cada gramo de su fuerza.
Podía verlo, apenas un atisbo, pero las imágenes eran reconocibles.
Él observando impasible al líder de la secta Yunmeng Jiang retorciéndose en el suelo y con el rostro tenso y sonrojado.
Ese mismo líder viendo los trozos de Sandu en el piso después de que Lan XiChen golpeara con más fuerza de la que planeó.
Rostros llenos de temor y odio mientras caían ante los cadáveres que despertó, su propia sonrisa de satisfacción cuando los gritos desgarradores inundaron la noche. El rostro del que creyó su mejor amigo, sangrante y pálido, colgando entre hilos de oscura energía.
Se resistió con más fuerza.
No quería ver esto, no quería presenciar el monstruo en el que se había convertido, no quería ser consciente del nivel de crueldad y desapego que sentía hacia el mundo a su alrededor, lo poco que le importaba asesinar o torturar a otros.
Pero la terrible tormenta no se detuvo.
Oleada tras oleada de energía, la oscuridad en la que se refugió tan cómodamente por años era arrancada sin piedad ni pausa, hasta que pudo ver con terrible claridad el nivel de su propia fealdad interior.
¡Incluso contra su propio hermano, a quien hace solo un momento atrás envenenó sin el menor remordimiento!
El veneno no le mataría, pero obligó a WangJi a entrar en una profunda meditación para contrarrestar los efectos, un estado similar a la inconsciencia que lo dejaba vulnerable. Lan XiChen se dijo a sí mismo que era la mejor forma de sacar a su hermano y al joven Wei de su hogar, de evitar luchar contra ellos.
Pero lo sabía, sabía que una pequeña parte de él solo había querido ver a su hermano en dificultades. Había algo muy satisfactorio en presenciar el sufrimiento de otros, en provocar un dolor similar al que enfrentó él mismo.
Por favor, es suficiente.
Esta vez era su propia voz la que rogaba. Ver todo esto, comprender en lo que se había transformado bajo la influencia de la energía resentida, todo, era demasiado doloroso, era como si su alma misma se lamentara.
Ya no deseo ver esto, alto, por favor.
Y como si alguien respondiera a su plegaría, un ajeno y cálido toque se esparció desde el centro de su pecho. En su rostro y su boca, la calidez era tan acogedora que sintió como si fuera abrazado por una entidad piadosa.
Desesperado, se aferró, tratando de tomar tanto como pudiera, su maltratada alma sedienta de más de aquella misericordiosa energía que alejaba la oscuridad.
Jiang Cheng trató de alejar las manos del jade pero este solo profundizó un beso que había pasado de inexperto e impersonal a algo que era salvaje y decadente, lleno de pecaminosas sensaciones que lo recorrían. Un involuntario gemido vibró en su garganta cuando las manos del jade bajaron por su cuerpo hasta aferrarlo de la cadera, los efectos afrodisiacos intensificándose con el contacto íntimo.
Todavía estaba demasiado sensible, y mientras más lo tocaba el jade, más difícil era para Jiang Cheng negar la necesidad de su cuerpo.
--- No... ---se quejó cuando el jade le empujó hacia atrás --- Zewu-jun...
Se cortó con un grito ahogado cuando al caer recostado contra la pulida madera, aquel objeto se movió, la fricción cegándolo por un segundo. Su boca fue asaltada antes de poder tomar aliento.
Se sentía bien, demasiado bien y cuanto más se besaban, mayor era su placer.
Jiang Cheng trató de detener la mano que lentamente se dirigía a aquel objeto, pero estaba cada vez más agotado, no solo físicamente, su cultivo se volvía errático si se desconcentraba, aunque fuera por solo un segundo.
Furioso por su propio estado vulnerable, golpeó el hombro del jade cuando este por fin alcanzó la metálica base.
Atrapado entre el pesado cuerpo del jade y el piso elevado, incrustó de nuevo la aguja que el otro casi había logrado sacar, continuando con el lento traspaso de energía mientras su garganta se cerraba cuando el falo metálico fue sacado de su cuerpo casi en su totalidad.
--- Espera...
Sin ninguna delicadeza, fue empalado de nuevo, la fricción de la superficie irregular haciéndole estremecer, el duro golpe contra sus entrañas tan satisfactorio como frustrante.
--- No.
Se quejó entre jadeos, pero el jade no le estaba prestando atención, repitió el movimiento con la misma brusquedad mientras un gruñido erótico salía de los delgados labios. El placer de Jiang Cheng cambiaba la naturaleza de su energía, transformándola del agresivo golpe del comienzo a una dulce caricia que tenía al jade estremeciéndose, deseando más, como si fuera él quien sufriera la sensual tortura.
Maldiciendo con cuanta palabra le vino a la mente, Jiang Cheng se arqueó cuando las penetraciones se volvieron regulares, aliviando el doloroso calor que se negaba a abandonarlo, acrecentándolo hasta que quemó cada inhibición. Sus piernas se tensaron abiertas mientras las duras estocadas lo llevaban más y más alto, su miembro frotándose contra las suaves túnicas del jade en una caricia enloquecedora y placentera.
Eso es lo que había necesitado su cuerpo desde el comienzo, esta cruel estimulación que prometía un alivio mayor.
Con su caderas meciéndose inevitablemente al ritmo que el jade imponía, Jiang Cheng arrancó dos agujas más, aquella en el centro de su pecho y la del otro brazo. Con lo poco que le quedaba de sentido, clavó las agujas en el cuerpo del jade, concentrando su energía en ellas al tiempo que las penetraciones aumentaban su ritmo. En medio de ello su boca fue invadida, ahogándolo mientras el orgasmo asomaba justo frente a él, las penetraciones cada vez más profundas, arrancando sonidos extraños de su garganta.
Justo así.
Gimió, dejando que aquella boca lo poseyera.
Solo un poco más y podría...
Podría...
Con un grito ronco, el clímax lo cegó por varios segundos, su cuerpo entero estremeciéndose al tiempo que su corazón latía con tanta fuerza que parecía querer salirse de su pecho. Oleada tras oleada de alivió recorrieron cada pulgada de Jiang Cheng hasta que sus ojos se humedecieron.
--- Más --- Jiang Cheng apenas pudo escuchar la ronca voz del jade sobre su propia respiración agitada, su mente todavía confundida después del placer recibido. --- Dame más.
Un nuevo empuje, una nueva penetración del duro metal que le arrancó un sonido ahogado. La tormenta no había pasado, muy por el contrario, la energía que Jiang Cheng liberó durante su orgasmo había vuelto al jade adicto.
Jiang Cheng solo podía dejarle hacer lo que quisiera, consciente de que cuando mayor fuera su placer, mayor sería la influencia que tendría sobre Lan XiChen.
Pero eso no quería decir que Jiang Cheng quisiera quedar a merced del jade y ser usado.
Rasgo la tela de la oscura túnica en un intento de alejarlo ante cada caricia y beso que recibía su cuerpo, rasguñó al jade hasta sacar sangre, en protesta por cuanto más movía el objeto en el interior de su cuerpo, golpeó los anchos hombros ante cada beso profundo y placentero, y cuando sus extremidades perdieron fuerza, mordió hasta perforar la piel por cada intenso orgasmo que tenía, cada uno más enloquecedor que el anterior hasta que se sintió desorientado. Tembló y se retorció, su cuerpo feliz de ser llevado hasta la saciedad.
Era una agonía en la que era imposible pensar con coherencia.
Entonces, cuando parecía que esta locura no tendría fin hasta que uno de ellos cediera, Jiang Cheng lo sintió, no aquella energía violenta y repulsiva que todavía punzaba en su piel sino algo más sutil, casi delicado. Como la fresca brisa de una floreciente montaña, algo que le recordó a la tranquilidad de los lagos de su hogar, cuando de niño nadaba en ellos para refrescarse en el caluroso verano.
Esa era la energía del jade, aquella antes de convertirse en un cultivador demoniaco.
Triunfante, Jiang Cheng movió la mano hasta aferrar la muñeca del jade, queriendo detener por fin el incesante estímulo que avivaba el calor abrazador de su libido.
--- Lan XiChen. --- llamó con voz ronca como gravilla --- Detente... --- una aguda respiración cuando el objeto tocó aquel punto sensible en su interior --- Lan... XiChen...
Pero el jade no parecía querer escuchar, cuando su mano fue sostenida, trató de llegar a los labios del líder Jiang, empujando el objeto pese a la resistencia que buscaba detener su mano. Quería más de esa energía, más de ese alivio que mantenía alejadas a las pesadillas de su pasado, que le hacía olvidar lo mucho que odiaba en quién se había convertido.
Jiang Cheng le siguió llamando hasta que aterrado, notó que el jade no solo no le escuchaba, sino que en lugar de seguir tratando de mover el falo metálico, había optado por aferrar el miembro semierecto de Jiang Cheng. Sus caderas se movieron con un espasmo cuando la mano comenzó a acariciarlo con rápida insistencia.
--- L-Lan XiChen... no más...
Pero detenerlo fue tan imposible como era detener su orgasmo, sus sobrestimulados sentidos ávidos de permitir la pecaminosa caricia. No requirió demasiado llevarlo sobre el borde. Mordió sus propios labios cuando el placer fue tan intenso que se volvió más doloroso que agradable, el sonido que salió de su garganta tan áspero como lastimero, las lágrimas bajando por sus mejillas cuando su cuerpo cayó contra la madera.
Por fin, la rojiza neblina de lujuria se dispersó, las secuelas sensibilizando su piel a las heridas que antes ayudó a ocultar. Como la marea después de la tormenta, el calor y la energía resentida en su interior comenzaron a disminuir. Solo entonces se detuvo, con la misma brusquedad que todo comenzó, la mano del jade se detuvo, los fríos labios apenas tocando su mandíbula en una suave caricia antes de alejarse.
Jiang Cheng detuvo la transferencia de energía, incapaz de exprimir una gota más. No percibía ninguna de sus extremidades, su torso era un campo lleno de dolor y sus entrañas se sentían como si algo afilado se hubiera alojado ahí. Hasta respirar era una agonía.
--- ¿Líder Jiang?
Rojo carmesí bajando de unos inflamados labios, dejando un rastro de sangre y saliva que bajaba hasta la mandíbula; marcas rojizas y azuladas a lo largo de un torso que se movía entre violentas respiraciones; blanco y espeso líquido que escurría de las delgadas caderas y que se deslizaba de entre pálidos dedos.
Lan XiChen miró el rostro lloroso y sonrojado del líder Jiang, el largo cabello desordenado en hilos suaves y húmedos que se aferraban a la sudorosa frente.
La imagen era obscena. Y aunque una parte diminuta y secreta sentía fascinación, la gran mayoría de él se debatía entre el desconcierto y el horror.
--- ¿Líder Jiang?
Jiang Cheng miró aquellos ojos caoba, el alivió robando hasta la pequeña sonrisa de triunfo que quería curvar sus labios.
Lo había conseguido, pensó justo antes de perder la consciencia, trajo de vuelta al jade de Gusu.