X Trampa despiadada

19.05.2019

"Observar tus ojos, encontrar tu mirada en mí, será siempre mi mayor desgracia, la peor decisión que habré tomado en mi vida... pero mi más grande arrepentimiento, será, aún desear mirarte de nuevo durante cada amanecer"
A. B. Rémeny 

Tres días antes de la visita imperial.

--- ¿Quizá debería limpiarme?

Alejado de mundo, en una cabaña en medio del campo, el arquero Yao miró la tierra en sus uñas y en su ropa. Acostado con pereza en un catre mohoso, se rasco el oído con la punta de su dedo meñique.

Todavía escuchaba muy bien.

--- Creo que será la siguiente semana.

Llevaba encerrado en este pueblo abandonado desde que su "amo" le había contratado, pero comenzaba a aburrirse.

¡¿De qué le servía tener un saco lleno de piezas de plata si no podía gastarlo?!

Estaba pensando en escabullirse esa misma noche para encontrar algo de diversión en alguna aldea cercana, cuando un torrente de agua helada lo cubrió de pies a cabeza.

--- ¡¿Pero qué carajo?!

Tosiendo para sacar el agua que había entrado en su boca, estaba a punto de correr como un idiota asustado, cuando lo vio. Su amo, ahora cubierto por ropa en telas blancas con bordes negros y azules, lo miraba de pie a unos pasos de él, el balde de madera que sostenía, aun goteando restos de agua.

--- De nada sirve que te ocultes de la vista si tu olor te delata.

Reprimiendo los temblores en su cuerpo cuando las frías corrientes de aire se colaron por los innumerables agujeros en el techo de paja, Yao se inclinó un poco y habló a través de sus dientes castañeantes.

--- B-buen ammm-mo.

Su amo no desperdició tiempo en saludos o en excusar sus acciones, arrojando el balde vacío a una esquina, habló.

--- ¿Sabes quién es Shao JiangCheng de la ciudad de Yunmeng?

Yao miró sorprendido a la persona frente a él.

¡Por supuesto que sabía quién era! Pero, pensó con cuidado, si su amo no sabía que habían sido contratados por el chico, justo antes que él...

Pensando que podría llevar a cabo lo que sea que su amo necesitara a otra persona, para luego hacer pasar a la desafortunada víctima como el mocoso Shao, Yao estaba a punto de asentir con la cabeza cuando el filo de la espada corta de su amo apuntó a su ojo derecho, tan cerca que bizqueó un poco.

--- Si te atreves a mentir o engañarme, cortaré tus manos, un dedo a la vez.

Yao se estremeció mientras observaba esos ojos cubiertos por la delgada tela que distorsionaba sus rasgos, creyendo cada palabra de lo que había dicho.

Él no era una persona físicamente fuerte, así que rehuía del enfrentamiento físico siempre que podía. Ah, pero su habilidad con el arco era bien conocida y valorada en el bajo mundo, no había mejor arquero que él.

Trago saliva mientras el filo se movía en dirección a sus puños apretados contra su vientre.

¿Qué podía hacer un arquero sin sus manos? ¡Sería su muerte si no podía hacer uso de la única habilidad que tenía!

--- J-j-j-jamás en-engañaría al amo.

--- Bien.

Con un movimiento de su muñeca, su amo le arrojó un trozo de pergamino. Yao vio el retrato, hecho con increíble detalle, del pequeño mocoso para el que habían estado trabajando por orden de Hao QiangTse. Gracias a su aguda vista dada su profesión, Yao reconocería esos rasgos donde fuera, la oscuridad de aquellos bosques no había representado ninguna dificultad para ver a su anterior amo.

--- Dentro de dos días, el emperador recibirá varios invitados en el palacio. Este chico estará entre ellos.

Titubeante, alternó la mirada entre el retrato y su amo.

--- ¿Quiere que lo mmate?

Su amo pareció pensarlo por algunos momentos antes de responder.

--- No. --- buscando entre los pliegues de su ropa, su amo le arrojó una punta de flecha.

Maravillado y olvidando por un segundo al peligroso hombre para el que trabajaba y la frialdad de su ropa mojada, tomó con manos temblorosas el afilado objeto.

¡Imposible!

Esta era una rara punta de tres hojas, con un nivel de penetración mucho más elevado que la típica punta de dos hojas o redonda. Jamás había visto una tan de cerca. Delgadas y resistentes, las hojas cortaron la primera capa de su piel solo con su peso.

--- Apunta a cualquier zona de su cuerpo, solo un rasguño que luzca grave. Tendrá que parecer una advertencia más que un intento de asesinato.

Yao asintió varias veces mientras su mirada seguía fija en la punta, su cabeza llena de pensamientos para encontrar y hacer el cuerpo de la flecha.

Necesitaría una buena madera y solo dos plumas para usarla.

Estaba por intentar guardar la valiosa punta en algún lugar, cuando comprendió, realmente comprendió, las palabras de su amo.

--- ¡Es-esp...!--- tragando saliva y encogiendo un poco más su cuerpo para combatir el frío, miró a la figura de blanco --- ¡¿Ququiere dd-decir que bebbo atacarlo en el-l palacio?!

--- Me aseguraré que puedas entrar sin problema --- dijo --- Aquí hay un cambio de ropa, asegúrate de asearte, si te descubren por tu pestilencia, yo mismo te mataré --- su amo le arrojó un bulto de tela y un saco con más piezas de plata --- Te daré el triple cuando termines...

--- Nn-no necesito ese dinero. --- Yao sonrió con los labios pálidos. Sí, servía a este hombre, pero no sería comprado con algo tan insulso como el dinero, no cuando había algo que anhelaba con más fuerza --- El Mm-ministro de justicia, tiene un sobbrino, acaba de ccumplir 11.

Su amo pareció quedarse quieto como una estatua por un minuto entero, antes de relajar su postura. Yao no era tonto, si este hombre tenía acceso a esta clase de armas y a esa cantidad de dinero, podría hacerle un pequeño favor como ese, ¿verdad?

Y Yao no se equivocó.

--- Bien. Cuando salgas del palacio, hablaremos.

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Entrada al Palacio. Día de la visita imperial.

<<Joven amo, por favor, intente dormir un poco>>

Jiang Cheng se frotó las sienes mientras parpadeaba, intentando alejar la sensación arenosa en sus ojos sin mucho éxito.

Debería haber hecho caso a Mao y dormir, pero no pudo, cada vez que cerraba los ojos, la ansiedad lo recorría hasta despertarlo, hasta obligarlo a levantarse y ocupar su tiempo en algo más. Por desgracia, todo lo que podía salir mal el día de hoy lo atormentó hasta robar cualquier posibilidad de descanso, no importó cuantas veces cerró los ojos creyendo que estaba lo bastante cansado para dormir, a las pocas respiraciones estaba de nuevo en pie, repitiendo la rutina hasta que el sol tocó el horizonte.

--- Joven amo Shao JiangCheng. --- Sobresaltado, Jiang Cheng hizo una mínima inclinación cuando el eunuco se acercó a él. Sus pensamientos volviendo al presente --- Por favor, sígame.

Apretando con fuerza los puños debajo de pesada la túnica que llevaba, reprimió el impulso de tocar el dije oculto en la solapa de su pecho mientras seguía al eunuco hacía el interior del palacio.

Hoy es el día.

Camino sin importarle las columnas talladas y pintadas en rojo, los tesoros de delicada porcelana y cristal que se exhibían en los pasillos o la magnificencia de las estatuas que custodiaban la entrada a cada patio o sala.

No, su mente estaba centrada solo en el movimiento de sus piezas, en su propio papel a cumplir.

--- Por favor, espere aquí a la llegada de sus majestades imperiales.

Inclinándose solo lo necesario en un movimiento rígido, Jiang Cheng respondió sin, por primera vez, refunfuñar por lo bajo por tener que usar un lenguaje tan rebuscado para responder.

--- Este erudito entiende.

El eunuco por su parte, asintió colocando sus manos al frente, preguntándose si la razón de esa mirada distraída y ese porte tenso en el erudito serían a causa de la labor que le había sido asignada. Encogiéndose de hombros mentalmente, le restó importancia al asunto apenas cruzó el jardín, su atención volviendo a sus tareas como sirviente del palacio.

Jiang Cheng por su parte, observó el ostentoso jardín a la luz de la mitad del Wu Shi (mediodía), dando la impresión de irrealidad.

Grande y ordenado, el jardín rodeado por altas paredes mostraba cada rincón de su esplendor sin importar en donde te colocaras; cada árbol había sido sembrado para dar la sensación de libertad sin el caos que tendría un bosque natural; pequeños puentes de madera roja cruzaban riachuelos artificiales; y estanques a medio congelar tan cristalinos que daba la impresión, de que los coloridos peces en su interior levitaban en lugar de nadar.

Los caminos estrechos estaban pavimentados con rocas de río, oscuras y pulidas hasta casi brillar, siguiendo un patrón vago entre los árboles y arbustos, ahora casi blancos con las primeras nevadas del invierno.

Rodó los ojos ante tanta excentricidad.

No entendía cómo en este mundo podían darle tanto interés y tiempo a crear lugares como estos. Parecía un gusto vulgar cuando tenías tal cantidad de bosques y lagos naturales a solo una corta caminata de distancia.

Esto es estúpido.

Adjudicando su divagamiento mental al cansancio, tomó una profunda respiración y comenzó a recorrer el lugar simulando ocio, como si solo admirara el paisaje. Los pocos sirvientes que había en el lugar estaban demasiado ocupados llevando comida y preparando el pequeño toldo en medio del jardín, como para prestarle algo de atención.

Así que nadie notó la sonrisa fría que curvó sus labios por unos segundos, cuando el Primer Ministro, Su Min, apareció en la periferia de su mirada.

--- Erudito Shao.

Jiang Cheng se giró en su dirección.

Alto y de mirada arrogante, el ministro usaba elaboradas túnicas en tonos azules y grises que no disimulaban en lo más mínimo su obesidad o el brillo de su piel grasosa. La amplia frente y las canas en su cabello, que bien podría otorgar un aire de conocimiento a otros, en él solo enfatizaban la lasciva en su mirada y la vida acomodada que sus negocios ilegales le otorgaban.

¿Así que este es tu invencible alfil?

Asqueado ante tal patética excusa de hombre, Jiang Cheng hizo la inclinación correspondiente, su gesto destilando sarcasmo, aunque su rostro no mostraba más que una seria expectativa.

Que comience el juego, pensó con malicia, la anticipación recorriendo sus venas.

--- Primer ministro.

Completamente ignorante de la burla en la voz de Jiang Cheng, el hombre miró al joven erudito, salivando de forma desagradable ante tal belleza. Pálida piel, cabello negro y ojos de un brillante azul, todo envuelto en hermosa tela púrpura y negra.

Era una exquisita pieza para observar.

Este arrogante niño se había escapado una y otra vez de él, así que como cualquier persona racional, eso lo hizo desearlo más ¡Quería tanto escuchar su llanto cuando lo tomara a la fuerza o sus gritos cuando golpeara esa suave piel hasta hacerla sangrar!

Controlando sus fantasías el tiempo suficiente para contestar, el primer ministro se acercó un poco más mientras hablaba, si al menos pudiera obtener un respiro de su aroma para dar fuerza a su fantasía.

--- Es bueno verle en el palacio, erudito. Su hermano debe darle muchas responsabilidades en la ciudad, ahora que pasa la mayor parte de su tiempo a lado de su majestad el emperador.

Jiang Cheng hizo un gesto con la mano y comenzó a caminar a paso tranquilo, no dejando más opción al primer ministro que seguirlo si quería escuchar su respuesta.

Intentando no alejarse ante la cercanía excesiva de aquel hombre, la voz de Jiang Cheng fue suave al responder.

--- No se me ha pedido estar en el palacio, hasta hoy.

--- Por supuesto, por supuesto --- aclarándose la garganta con un ruido desagradable, el primer ministro tocó el brazo del chico, su piel estremeciéndose de gusto cuando notó la tensión en el niño --- su majestad es sabia al pedirle su ayuda para entretener a los invitados, solo un rostro hermoso como el suyo podría conseguirlo.

Decidiendo pasar por alto la humillante insinuación de estar siendo ofrecido como un amante, Jiang Cheng se limitó a seguir caminando, estaban cerca de la entrada lateral del jardín y lejos de los árboles más altos.

--- Su majestad es el hijo del cielo.

Un poco más.

--- ¡Que respuesta tan maravillosa! --- elogió el primer ministro, contento cuando después de unos pasos más, al fin se detuvieron. Comenzaba a sentirse cansado de caminar tanto --- Sí, su majestad es el hijo del cielo, así que siempre sabe y conoce todo. Seguro usted...

Jiang Cheng dejó de prestar atención a las palabras del patético hombre ahora que se encontraban justo donde lo necesitaba, se limitó a responder con gestos, sonidos de asentimiento y quizá algunos monosílabos; poco interesado en el discurso interminable del ministro e intentando ignorar el agotamiento que pesaba cada vez más en sus hombros.

Cada uno de los preparativos estaba listo.

Caballo negro a A4

Yao, el mercenario y ahora su segundo caballo, estaría ahora en uno de los palacios aledaños, esperando a que el emperador llegara con su invitado, para entonces disparar y recibir su paga.

Paga que nunca llegaría.

¿De verdad el hombre era tan estúpido para pensar que Jiang Cheng le daría un niño para hacer con él, sabía el cielo, qué? La sola petición de Yao le había hecho desear cortar al imbécil en pequeños trozos, incluso se encontró imaginando la escena con lujo de detalle.

Sin embargo y pese a su primer impulso, se controló solo por el recordatorio de que aun era necesario.

Mejor que te prepares, BaiHe, pusiste a tu alfil en la corte con la intención de tender una trampa al emperador. Pero en su lugar, serás tú quien caiga en la mía.

---...son buenos jóvenes, sus hijas han sido una compañía especialmente agradable para mi querida esposa.

La voz del primer ministro se elevó de forma desagradable, sacándolo de sus pensamientos.

Sí, seguro muy buena compañía.

Reprimió su gruñido ante eso, recordando a la perfección que las dos hijas del terrateniente Kuo habían sido entregadas a este hombre para su uso exclusivo.

Al límite de su paciencia, estaba a punto de contestar con mordacidad mandando al demonio su acto de noble ingenuo, cuando se escucharon voces masculinas acercándose por el amplio pasillo hacia la entrada del jardín y por fin, deteniendo la molesta voz del primer ministro.

Y aquí llega mi alfil, directo a F4.

Aprovechando la distracción del primer ministro, se movió un poco a la izquierda, asegurándose de darle un buen blanco a Yao. No le encantaba la idea ser herido, pero ni siquiera Hong BaiHe podría predecir esto.

Un ataque dentro del palacio imperial a uno de sus nobles, hecho con una punta de flecha que solo alguien con mucha influencia podría conseguir -alguien como el primer ministro o un emperador de un reino distinto, por ejemplo-, sería la trampa perfecta.

Usaría la información para acorralar al primer ministro y para convertir al emperador invitado en su propia pieza.

---... seguro estarán encantados de verlo.

En cuanto entren, Yao debería disparar.

--- Nos parece una idea prudente.

Jiang Cheng miró en dirección a la entrada, pensando vagamente que la voz del otro le era curiosamente familiar, cuando los vio entrar.


Un latido.


Dos.


El primer ministro, sin enderezar su postura de saludo, miró sutilmente al chico a su lado cuando escuchó un corto y único jadeo, sorprendido de su repentina palidez ¿Qué demonios le pasaba al chico?

Es imposible... es imposible que él esté aquí.

El aliento de Jiang Cheng se negó a regresar por varios segundos. Fue como si el mundo y el tiempo mismo se detuvieran junto a su respiración, su cuerpo paralizado a medio movimiento, su espalda rígida mientras el hombre al que pensó jamás volvería a ver, cruzaba la entrada del patio.

Captó cada pequeño detalle en solo un parpadeo, su vista ávida llenándose de una imagen que jamás habría imaginado por sí mismo.

Largo cabello negro, con pequeños destellos de castaño oscuro a la luz del sol, adornado con pasadores de plata y marfil; blanca piel pálida idéntica al jade blanco pulido; un cuerpo esbelto y grácil vestido con pesada tela blanca y azul, bordada con patrones complejos en hilo color plata y diminutas piezas de cristal.

Es... él es...

Elegantes facciones que prometían un mayor esplendor con el paso de los años, esa molesta sonrisa amable curvando unos labios delgados y casi pálidos.

Y esos ojos de brillante apariencia y cálida mirada.

Su cuerpo pareció entumecerse cuando sus ojos se encontraron, el latido de su corazón tartamudeó antes de acelerarse, dando fuertes golpes en su pecho, como si deseara salirse de este. El aire regresó a sus pulmones con un sonido ahogado.

Pero tú... ese día.... no se supone que estes aquí...

--- ¿Lan... XiChen?

Su cuerpo temblaba un poco mientras la sensación de hormigueo en su piel se hacía más intensa.

No importó que estuvieran frente a otras personas, que los sirvientes lo miraran con desaprobación por no inclinarse como era esperado, ni siquiera importaba que su voz se perdiera en medio del repentinamente silencioso jardín; la mente de Jiang Cheng no podía pensar en nada en este momento, no mientras un fantasma del pasado lo observaba con fijeza, casi embelesado.

--- Tú no... no deberías...

Sin pensarlo, avanzó un paso y estiró la mano, deseando tocarlo para ver si era real o era solo su mente rompiéndose.


¿Es real?


¿De verdad se encuentra en este mundo?


¿Está vivo?


Un diminuto destelló, similar al parpadeo de una estrella, por fin lo hizo salir del trance en que parecía encontrarse, el agudo silbido en el aire alertando a todos.

¡¡¡!!!

La flecha de Yao, pesada y veloz, se incrustó con fuerza contra su pecho con un ruido sordo, con tal inercia que lo tiró al suelo en un lío de tela y nieve.

Un sonido ahogado salió de sus labios ante el duro impacto. El helado metal al atravesar el músculo, aturdiendo y despertando a partes iguales a su ofuscada mente.

¡Maldición! ¿Cómo pude moverme?

Había olvidado la trampa, se había movido hacia el frente olvidando por completo su propósito. Se reprochó a sí mismo una y otra vez mientras sentía la flecha atascada en su pecho, el tiro demasiado cerca de ser fatal.

Gruñendo mientras giraba de costado, intentó tocar el proyectil y sacarlo, pero se sorprendió al notar que sus dedos resbalaban cada vez que tocaba la madera.

¿Qué está pasando? ¿Por qué mis dedos no tienen fuerza?

Respirando en rápidos jadeos mientras era cegado por el sol, lo intentó de nuevo, pero volvió a fallar. Aturdido cuando el dolor se convirtió en agudas punzadas que parecían quemar su piel, miró la herida.

--- ¿Cómo...?

Sus ojos se abrieron conmocionados cuando vio el charco carmesí enfrente suyo, sus manos empapadas en sangre. La imagen fragmentó la débil barrera que separaba sus pesadillas de sus pensamientos, desenfocando su vista.

Sangre.


Estoy sangrando.


Demasiada sangre.

¡Hay demasiada sangre!


<<...tanta sangre, tanto dolor. Era como si cada órgano en su interior hubiera sido frotado con fragmentos de vidrio y bañado en ácido...>>

El zumbido en sus oídos lo distrajo de los gritos y pasos de las personas presentes. Su mente aturdida confundió el sonido de las espadas al desenvainarse y del roce metálico que hacían los guardias al moverse en sus armaduras, con un recuerdo mucho, mucho más cruel.

<<...un movimiento de muñeca, el tensar de los músculos del brazo y un brillo sangriento apareciendo del pecho de Lan XiChen... el último sonido que escuchó, fue el del acero cortando el aire antes de que la espada separara la cabeza de su cuerpo... >>

Su cuerpo sufrió un espasmo cuando el recuerdo llenó cada terminación nerviosa. El frío aire, idéntico al de aquella vez, retorciendo con dedos insidiosos en su memoria. La vibración diminuta en el suelo, de alguien llegando a su lado, fluctuando con el pasado.

<<Un sonido de arrastre lo hizo abrir los ojos... la blanca túnica cubierta de sangre y tierra...>>

Parpadeo con fuerza, intentando liberarse de esas imágenes, pero parecía que estuviera flotando en neblina mientras era sostenido. Cabello negro y piel pálida, ojos mirándolo con preocupación.

<<...su largo cabello cortado con descuido...su pómulo hinchado y negruzco, heridas y cortes cerca de la comisura de su boca y en sus labios...la cuenca vacía de donde un ojo, de suave mirada, había sido arrancado con crueldad...>>

--- XiChen...

Apenas pudo reconocer el gemido ahogado de su voz, la imagen frente a él fluctuando entre la belleza del hombre que lo acunaba con cuidado y de esa misma persona cubierta de sangre.

--- Tranquilo, estarás bien.

Esa voz profunda lo centró por un segundo. Respirando con dificultad intentó moverse, pero su cuerpo pesaba tanto, sus piernas se sentían tan débiles...

<<...obligó a su cuerpo a moverse del suelo, no podía levantarse, sus piernas rotas no se lo permitirían...>>

Jadeando mientras el miedo lo llenaba, Jiang Cheng se aferró a la ropa de Lan XiChen con tanta fuerza, que las piedras bordadas en ella marcarían sus palmas por algunas horas.

De nuevo no podía moverse.


De nuevo sangraba.


De nuevo.

De nuevo.

--- No te vayas...

<<Un ojo color caoba abriéndose por un segundo antes de perder su brillo, la sangre salpicando la ropa y rostro de Jiang Cheng, espesa y cálida.>>

<<Nos sacrificaste a cambio de vivir>>

--- Por favor... --- apenas podía hablar, ya no sentía sus labios --- LanHuan...

La oscuridad comenzó a engullirlo, sintió como su cuerpo era levantado en brazos y llevado a algún lugar, pero no pudo ver nada más allá de la pálida piel que asomaba debajo de la tela de la túnica, enfocado solo en el pulsar de la vena en el cuello del jade.

<<...apenas escuchó a BaiHe mientras veía palidecer el rostro del primer jade...Está muerto... Lan XiChen está muerto...>>

--- No te vayas... --- no sabía qué era lo que articulaba, la desesperación golpeando sin piedad --- no me dejes...

Su cuerpo perdió toda su fuerza y la oscuridad lo tomó por completo, atrapándolo en sus recuerdos sin posibilidad de escape.

Por favor, no te vayas.

Lan XiChen, por favor...

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