XXIV Alfil a Dama negra pt. 3

"Como aquel que busca respuestas, camino con los ojos cerrados. Como aquel que encuentra la verdad, camino con el alma rota "A. B. Rémeny
<<Otro guisante dejado de lado con mucha discreción.
Lan XiChen no pudo evitar sentirse divertido cuando vio al líder Jiang comer dicho guisante y apenas masticarlo antes de tomar un poco de sopa, como si usara el líquido para pasar el suave alimento.
Regresó su atención al resto de las personas a su alrededor, pero los demás líderes y cultivadores parecían ocupados con sus propios alimentos y conversaciones susurradas.
Miró de nuevo en su dirección, esta vez le tocó a un solitario trozo de zanahoria ser dejado a un lado.
Suspiró.
Una y otra vez se había encontrado a sí mismo viendo con atención las costumbres más insignificantes del líder Jiang, tomando nota de ellas y guardándolas en su memoria como si se trataran de las técnicas más importantes del mundo de la cultivación. Hacía tiempo desde que dejó de preguntarse si era correcto o si había algún significado especial. No hacia daño a nadie ni afectaba sus deberes como líder, así que era más cómodo para él solo aceptarlo como algo natural.
--- Lan Huan.
Lan XiChen parpadeó cuando el enojado susurro de su tío le distrajo de su absorta observación.
¿Es que acaso de nuevo se había distraído?
--- Disculpa, tío.
Lan QiRen suspiró irritado pero se abstuvo de reñir a su sobrino. Hacía tiempo desde que no le notaba tan distraído, así que intentó ser comprensivo al respecto.
--- Han encontrado al joven Lan JinYi practicando las técnicas del clan Jiang, su líder ha sido comprensivo, pero debería de enfatizarse ante los jóvenes la imprudencia de hacer tales cosas.
Asintiendo, Lan XiChen tomó otro bocado de su propia comida, aunque no estaba seguro de qué era o a qué sabía, atento como estaba al otro líder.
--- Eso haré.
Ya que en el pasado, cuando el líder Jiang estudió en Yunsen, Lan XiChen jamás le prestó demasiada atención, ahora se preguntaba si el otro siempre había hecho eso con la comida. Parecía tener mucha práctica, ya que nadie daba la impresión de haberlo notado.
La diminuta sonrisa regresó a sus labios cuando intentó imaginarlo de joven escogiendo la comida y probablemente siendo regañado por algún adulto.
Sabía que en Yunmeng comían verduras, así que no podía ser eso, ¿quizá era la textura suave lo que le desagradaba?
--- ¡Lan Huan! --- susurró Lan QiRen, enojado. >>
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--- ¡Su majestad!
El enojado susurro hizo al emperador mirar a su acompañante, cuyo ceño fruncido no había desaparecido desde hace varios minutos.
Después de dejar los temas sombríos de antes, el emperador había respondido varias preguntas sobre el conflicto actual con el norte y eso estaba bien, Jiang Cheng necesitaba esa información. El problema real era que, con esa tranquila pasividad que siempre le acompañaba, el emperador continuaba moviéndose de puesto en puesto, arrastrando a Jiang Cheng y comprando cosas absurdas en casi cada lugar, todo sin que este lo notara.
No hasta que sus piernas comenzaron a doler y hormiguear.
¡Este hombre era peor que Wei Wuxian!
Al menos este último era tan ruidoso que había hecho fácil para Jiang Cheng seguirlo a su propio ritmo, pero con el emperador siempre caminando a su lado y hablando bajo, debía quedarse cerca o no podría escucharle, lo que le obligaba a seguirle a cada paso.
Por otro lado, los movimientos del emperador al comprar habían sido tan naturales y fluidos que Jiang Cheng apenas notó todo lo que ahora cargaban en la bolsa sobre su hombro... bolsa que tampoco recordaba en qué momento habían obtenido.
¿Cómo podía este adicto a las compras inútiles, ser tan sutil?
Lo que el anterior líder de secta no recordaba, es que en el pasado se acostumbró a tener a Lan XiChen en la cercanía, tanto que se dejaba guiar por el otro sin pensar demasiado, tanto que incluso su siempre presente tensión había disminuido.
Era la primera vez en mucho tiempo desde que Jiang Cheng podía dejar de pensar en su vengativa cruzada o en las pesadillas que le atormentaban por las noches, ni siquiera recordó seguir fingiendo ser aquel erudito frágil en el que despertó. Por un momento era solo él mismo actuando como siempre había hecho.
Pero el breve atisbo de Xue Liang, quien junto a dos sirvientes más, les seguían para asegurar que ningún espía de Hong BaiHe intentara algo, le despertó.
--- Deberíamos irnos. --- gruñó, molesto por su propio descuido.
Pero en lugar de estar de acuerdo, Yun LanHuan sonrió con fingida disculpa al erudito.
--- Lo lamento, debe estar cansado, ha sido una larga noche después de todo.
Jiang Cheng se detuvo.
No le gustaba que insinuaran que era tan débil que una pequeña caminata lo cansaría.
--- No estoy cansado.
Una mirada llena de inocente duda.
--- ¿Entonces tiene algo importante que hacer?
--- Yo... --- cruzándose de brazos, Jiang Cheng lo pensó... pero temía que el emperador insistiera en acompañarle si decía que sí y lo dejara en evidencia --- no --- aceptó al final --- no lo tengo.
Yun LanHuan sonrió tan brillante que le hizo entender de inmediato que había caído en el juego del emperador... de nuevo.
--- Entonces deberíamos disfrutar un poco más del festival.
Un pequeño movimiento nervioso en su ceja delató su exasperación mientras seguía al inquieto emperador hasta un puesto lleno de pequeños y curiosos juguetes. Otro de los tantos que ya habían visto.
--- Es peligroso quedarse más tiempo. ---intentó ser razonable.
--- Tres de sus sirvientes nos siguen y no hay movimientos extraños a nuestro alrededor.
...
¡¿Cómo es que el emperador notaba eso ahora?! Antes había parecido un hombre despistado y confiado de su seguridad en el palacio, ¡pero acaba de admitir que sabía de sus sirvientes!
Jiang Cheng se frotó las sienes cuando la frustración casi le hace maldecir.
Menos de un día, menos de un día y el emperador parecía una persona completamente distinta, ¿confiado y perspicaz en un puñado de horas cuando antes era un hombre de noble y majestuoso actuar?
--- ¿Así que ahora nota la vigilancia? --- JiangCheng se sintió resentido por todas las veces que Hong BaiHe amenazó al emperador en el palacio y que ahora, parecía un esfuerzo inútil de su parte.
¿Si el emperador notaba a sus sirvientes, qué le impedía notar los peligros anteriores?
--- He sido vigilado toda mi vida, siempre hay algún guardia o soldado siguiéndome. De hecho es la razón de que tanto mi hermano como su consorte sean parte del ejercito y suelan estar a mi lado cuando salgo al exterior --- Yun LanHuan bajó un poco la voz, cálida y vibrante. El tono aliviando parte de la molestia del otro --- sin embargo, admito que esta vez recibí ayuda. La joven Xue Liang me advirtió de los otros sirvientes para evitar que los confundiera con personas hostiles.
Bien.
Bien, eso lo explica.
Jiang Cheng chasqueó un poco la boca, su malestar olvidado con la explicación del jade.
Tenía sentido.
--- Igual deberíamos irnos.
Yun LanHuan miró el rostro enojado del erudito. Se sintió tentado de molestarle un poco, sugerir visitar el templo, uno lo bastante lejos de donde estaban ahora, solo para ver qué expresión haría.
Sin embargo, se abstuvo de ello.
El erudito tenía razón y lo sabía, es solo que estaba disfrutando enormemente de este momento.
El emperador tuvo una educación estricta, cada una de sus actividades era cuidadosamente planeada desde mucho antes de despertar cada mañana.
Y jamás pensó que eso fuera malo, por el contrario, creía que era normal dada su posición en la familia imperial.
Pero en cada festival, en cada salida al exterior, una muy pequeña parte de él no podía evitar mirar a la gente riendo y compartiendo su tiempo con otros.
Esta era la primera vez en su vida que sintió que comprendía la expectativa de la gente por los festivales y celebraciones. Había visto tantas reacciones de este hombre esta noche, que no podía más que sentir reticencia de dejar que terminara.
La peculiar fascinación del erudito con los artistas que realizaban peligrosas acrobacias, su aburrimiento sutil con las obras de teatro o cantantes, su cara cuidadosamente inexpresiva al comer panecillos rellenos de verduras demasiado cocidas, en comparativa a su rostro al comer las empanadas fritas.
¿Acaso era que no le gustaba las texturas suaves? Sabía que no eran los vegetales porque en la posada le había visto comerlos sin vacilación.
Por cada gesto, las preguntas de Yun LanHuan crecían hasta no tener fin. Se sentía ávido de saber más, de conocer a este hombre hasta que fuera natural predecir lo que haría o diría. Comenzaba a sentirse reacio a romper esta cercanía, a detener esta tranquilidad y agitación, una dualidad de emociones que parecían solo despertar en presencia del erudito.
¿Quizá se había enamorado a primera vista y por eso era tan irracional con todo lo respecta al erudito Shao Jiang?
Yun LanHuan sonrió ante el pensamiento mientras respondía.
--- Solo un puesto más, lo prometo.
Jiang Cheng gruñó, algo que había hecho tanto esta noche, que casi se sentía más como una bestia exasperada que un hombre racional.
--- Su majestad.
--- Solo uno.
El emperador no solo le sonreía con completa súplica, sino que incluso tuvo el descaro de levantar uno de sus dedos para enfatizar que sería la última compra.
¡Era tan molesto!
--- ¿Cuál?
--- Aquel.
Yun LanHuan no dudó ni un segundo mientras señalaba el humilde carro de un vendedor de dulces. Los largos pinchos de brillante color rojo sobresalían a los lados y en el medio, había tres bandejas de lo que parecían trozos de fruta congelada.
Un nuevo gruñido para agregar al conteo.
--- Bien.
El vendedor les recibió con una efusiva bienvenida. El hombre había estado ahí toda la noche, pero en comparativa de los exuberantes locales y puestos aledaños, su pobre carro parecía una broma de mal gusto. Apenas tenía algunas monedas en la bolsa y temía llegar a casa sin obtener ni una más.
Pero estos dos hombres, ambos altos y quiso pensar, de muy buen gusto, se acercaban a su puesto.
Uno de ellos parecía tener plomo en los tobillos mientras caminaba, así que el vendedor se centró en el otro, quien ya cerca, extendía la mano hacia un brillante durazno.
--- Esa fruta puede ser muy deliciosa, pero no debe comerla sola o no querrá volver a comer cosas dulces --- con un par de palillos, el vendedor tomó una jugosa cereza --- esta podría ser más de su gusto.
Aceptando la sugerencia del vendedor, Yun LanHuan tomó el dulce y se lo extendió al enfurruñado erudito.
--- Tenga, pruebe.
--- No, gracias.
La rápida respuesta casi hace escupir sangre al vendedor, ¡¿acaso no veía que sus dulces eran los mejores?, ¿cómo podía rechazarlos con tanta rapidez?!
Estaba por regañar a tan mal cliente, cuando la voz del otro le detuvo. El emperador acercó otro poco la fruta, la cortante negativa sin causar el menor efecto en él.
--- Vamos, pruébela, el vendedor asegura que sabe bien.
Tras escucharle, el vendedor casi asintió antes de recordar que no era a él a quien intentaban convencer.
Si ese hombre trabajara para mí con esa voz, seguro vendería todo en un parpadeo.
Pero Jiang Cheng no estaba tan convencido, solo quería terminar esto y regresar al palacio.
--- Lo que sea. ---dijo tomando lo que descubrió, no era un fruto congelado sino recubierto de dulce.
Divertido, Yun LanHuan observó al erudito analizar el dulce con mirada crítica, como si solo con la vista pudiera determinar si el sabor le gustaría o no. La leve calidez en su pecho aumentó tanto que se sintió como un leve burbujeo en su interior.
Desde la llegada de este hombre a su vida, tenía la impresión de que por primera vez sentía emociones. Emociones reales e intensas que le dejaban sorprendido de sí mismo, pero a las que dudaba querer renunciar. No ahora que comenzaba a sospechar que su fascinación con el erudito no nacía solo de sus sueños o de sus contradictorias reacciones.
Después de un largo deliberar, por fin, Jiang Cheng mordió un poco el pequeño fruto.
LanHuan notó de inmediato el cambió en su rostro.
--- ¿Le ha gustado? --- preguntó, aunque ya sabía la respuesta.
Jiang Cheng desvió el rostro en un vago intento de disimular el deseo de comer más. La capa del exterior era crujiente y se mezclaba bien con la acides de la fruta, era como si sus papilas gustativas se estremecieran de gusto por la variación y contrastes en el sabor.
No era un dulce complejo, pero el sabor no era algo que hubiera esperado o probado antes.
--- No esta mal --- murmuró.
--- ¿De verdad?
Jiang Cheng se exasperó sin notar la intensa emoción que tenía la voz del emperador. Ya había dicho que sí, ¿de verdad necesitaba que lo repitiera? Fastidiado, miró al emperador y extendiendo el dulce con un breve pensamiento de reticencia.
Prefería dárselo a repetirse a sí mismo.
--- Fue suficiente, puede comerlo usted --- dijo malhumorado.
Ya compraría más y no le daría uno so... cálida humedad tocando sus labios.
Los ojos de Jiang Cheng se abrieron con estupefacción mientras la sedosidad de los labios ajenos aprisionaba los suyos.
Jiang Cheng parpadeó sin saber qué hacer, sus brazos paralizados en su posición.
El beso fue corto, apenas un toque coqueto, pero al no ser rechazado, LanHuan levantó la mano para acunar un lado del rostro del erudito, dando pequeños besos pausados al todavía paralizado joven. Desbordado por aquella calidez, el jade se había rendido a su impulso cuando vio la mueca del erudito al extender el dulce. Hubo algo en el fruncimiento de aquellos labios que le hizo actuar y ahora, le impelía a continuar.
Tentando, explorando cada leve curva, casi sonrió satisfecho cuando en un leve y tembloroso respiro, el movimiento fue correspondido por el otro.
Lento, suave, condimentado por la dulzura y la acides del postre.
No hubo abrazos o palabras, los brazos de Jiang Cheng permanecieron quietos a cada lado de su cuerpo. El único contacto era entre sus labios y aquella mano que le hacía sentir la piel del rostro caliente y sensible.
Protegidos por la multitud y las sombras difusas de la noche del festival, se besaron con la lentitud de quien ha olvidado todo excepto a la persona a su lado. Las ocasiones anteriores el deseo intenso de lo inesperado había afectado sus recuerdos; en otra vida la novedad del acontecimiento abrumó, y todas las implicaciones contradictorias tiñeron el encuentro de la noche anterior.
Esta vez era diferente.
No había alcohol al cual culpar, ni imprudencia ni ingenuidad que no les advirtiera de lo que hacían. Eran dos hombres adultos que eran conscientes de con quién estaban compartiendo tal intimidad.
Suave, el roce era cálido y lento.
Una leve elevación justo al borde del labio fue besada.
Aliento cálido que calentaba la piel acarició sus rostros.
El borde duro y estremecedor de dientes rozando la sensible boca del otro les hizo estremecer.
Duró más de lo que el jade había pensado en un comienzo, la tentación de disfrutar del contacto, superándolo. Todo el día se había preguntado si aquel estremecedor beso en el banquete, de hecho, había ocurrido o si lo había soñado a causa del alcohol.
Pero la familiaridad de los labios del otro, la suavidad de la piel... todo lo reconocía.
Jiang Cheng ni siquiera pensó en resistirse, como cada vez, sus pensamientos volaron lejos. Este era otro mundo, otro tiempo, uno que había roto muchas de las inhibiciones del cultivador sin que este lo notara.
Así que no solo lo permitió, se volvió un participante activo.
Mientras su aliento era tomado hasta dejarlo un poco jadeante, Jiang Cheng terminó el beso con la misma tranquilidad con que lo aceptó.
Abrió los ojos para observar el familiar rostro del jade, pensando que era extraño que se sintiera tan cómodo con el hombre cerca cuando en su juventud, hace una vida atrás, apenas habían cruzado palabra.
Entonces el jade sonrió de esa manera cálida, con sus ojos brillando en bienvenida, y todo dejó de importar.
--- Entonces no fue un sueño --- se alegró Yun LanHuan mientras bajaba la mano y se alejaba un poco del erudito.
Aquella mirada en los ojos azules contenía un atisbo de algo que emocionó al emperador y le mantuvo cautivo. Yun LanHuan tuvo el repentino pensamiento de querer preservar esa expresión en el rostro del erudito, protegerlo.
Jiang Cheng levantó una ceja, imperturbable como si lo de hace un segundo atrás no hubiera ocurrido.
--- ¿Sueño?
--- La noche anterior.
El erudito volteó los ojos mientras limpiaba sus dedos de los restos de azúcar. En algún punto, el pequeño dulce había resbalado de su mano.
Girándose para mirar la atestada calle, Jiang Cheng comenzó su camino de regreso al palacio. Los vendedores que tan acostumbrados estaban a ver a la gente comportarse de la manera más escandalosa en los festivales, no le dieron la más mínima importancia al evento y siguieron ofreciendo sus productos y comida sin apenas hacer pausa. Incluso el vendedor del humilde carro había estado demasiado ocupado contando las monedas que el emperador le había dado mientras Jiang Cheng examinaba el dulce.
Nadie notó o le dio importancia al par de jóvenes.
--- Hay que continuar. ---dijo, tragando la incomodidad y bochorno a base de fuerza de voluntad.
Quizá era la naturalidad con que el jade se acercaba a él, pero si Lan XiChen no diría nada, Jiang Cheng se negaba a ser quién hiciera un drama de esto. No tenía que significar nada, se dijo Jiang Cheng a sí mismo. Un beso o dos, no tenían importancia.
Se detuvo en una mesa llena de brillantes objetos y alhajas.
--- Por cierto, tenía razón.
Jiang Cheng levantó un pequeño cascabel que llamó su atención.
--- ¿En qué?
--- El dulce sí sabía bien.
¿El dulce? Pero si él no había comido...
Jiang Cheng dejó el cascabel de nuevo en el estante con fuerza innecesaria, su rostro tan rojo como los arreglos del festival.
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Lejos del alboroto del festival, una mujer de edad avanzada volvía a pincharse el dedo con un alfiler.
La señora Li bajó la tela con un sonido frustrado y sus ojos sintiéndose cansados. Ya era demasiado mayor para coser tan tarde en la noche, pero no podía solo acostarse a dormir hasta que esa puerta no...
El suave rechinar era justo lo que estaba esperando.
--- Vaya niño más irresponsable --- regañó mientras se levantaba y dejaba entrar al pintoresco par.
El enorme cachorro movió la cola emocionado y solo la miró con lo que parecía una sonrisa canina, antes de ir directo al improvisado montón de tela donde dormía. Y justo detrás, el pequeño niño de cabello castaño entraba con la cabeza baja y sus enormes ojos mirando el piso con abatimiento.
--- No encontraste a tu jiujiu, supongo. ---murmuró la señora Li.
El pequeño solo se quedó de pie, como si no supiera a dónde ir o qué hacer. Suspirando con comprensión, le dio unos leves empujones en dirección al fondo de la amplia habitación.
--- Bien, mañana tendrás otra oportunidad --- dijo con aquel tono cortante de siempre --- ahora ve al baño y lávate. Debes cenar.
El niño solo la miró por un segundo antes de ir al baño con pasos de plomo, sus diminutos hombros caídos con derrota.
La señora Li llamó para que trajeran algo de cenar antes de regresar al cómodo sillón y terminar las últimas puntadas de su actual trabajo. Una sonrisa cálida curveó sus labios cuando escuchó el leve chapotear del agua.
Había encontrado al par en medio de la carretera, con el niño tambaleando bajo el peso de una espada que se negaba a soltar, pese a que lucía tan delgado que caería en cualquier segundo. Casi pasó de largo como todos los carros anteriores, pensando que se trataba de algún truco para hacerle bajar de su carruaje e intentar robarle.
Pero los ladridos desesperados asustaron tanto a los caballos que no tuvo más opción que parar. Tal y como pensó, el niño había caído por el cansancio y el cachorro que no había notado antes, parecía decidido a ladrarle hasta que no ayudaran a su pequeño amo.
--- Soy tan buena persona --- murmuró la anciana como una especie de broma.
Al final lo trajo consigo hasta la capital, donde el niño decía buscar a su tío.
Para ser honesta, parecía una mentira para quedarse con ella y creyendo eso, le dijo que solo lo llevaría hasta la ciudad. No tenía por costumbre recoger niños de la calle, el cielo sabía que había demasiados niños abandonados allá afuera y ella no tenía ni los recursos, ni la edad, para cuidar de todos ellos.
Sin embargo, ver su pequeña figura encogida en el carruaje, aferrando una espada y al perro mientras miraba por la ventana, conmovió algo dentro de ella.
No pidió comida pese a que escuchaba a su estómago protestar, no pidió monedas aunque era obvio que no tenía nada de valor. Ni siquiera habló en todo el camino.
Cuando lo vio bajar de su carruaje y alejarse, ordenó al conductor que lo siguiera tanto como fuera posible.
Solo me aseguró de que no sea una trampa para robarme, se dijo a sí misma.
Pero pasaron las horas, recorrieron las calles una y otra vez y el niño solo caminaba un poco y se detenía, mirando a cada persona que pasaba por las calles. Caía la tarde cuando fue suficiente para ella. Se bajó y casi arrastrándolo, lo subió de vuelta al carruaje y hasta la posada donde se hospedaba ahora.
No lo encontrarás si te estás muriendo de hambre y apestando a establo, lo regañó mientras subían a la habitación.
Pero apenas comió lo suficiente y se lavó la cara, el niño había insistido en salir a la ciudad a buscar a su familiar, su terquedad tan grande que casi se había salido por la ventana cuando intentó detenerlo. La señora Li todavía tenía que obligarlo a bañarse, dormir y comer algo, antes de verlo salir en su larga búsqueda.
Menudo irresponsable debe ser ese tío suyo, pensó molesta.
Este niño apenas tenía edad para alcanzar la mesa, no debería de andar solo por la ciudad buscando a un tonto despistado que lo había dejado en la calle. Ah, pero ya le enseñaría ella cuando viera a ese mencionado tío, le sangrarían los oídos cuando terminara de hablar con él.
--- Siéntate a la mesa y come --- ordenó cuando el niño salió con el cabello mojado y un suave aroma a jabón. El pijama le quedaba grande, pero no le preocupó. Los niños crecían rápido. --- Y mejor que termines todo.
Sin decir nada, el niño obedeció y se sentó a comer, demasiado triste para pelear esa noche. Jin Ling aguantó sus lágrimas lo mejor que pudo cuando la deliciosa comida bajó por su garganta. La anciana le recordaba tanto a su jiujiu y su forma de cuidarlo, que era triste y agradable a la vez.
Seguir a Hanguang-jun fue mala idea, él se estaba yendo de esta ciudad y Jin Ling sabía que su jiujiu estaba aquí, así que se había alejado en cuanto tuvo la oportunidad. No se rendiría, encontraría a su tío Jiang, pensó secando la única lágrima que se le escapó.
--- Esto será mejor ---murmuró la anciana.
Extendiendo la nueva túnica que estaba confeccionando, miró la espalda del niño comiendo y a la tela en sus manos de manera alternativa. Tan pronto entraron a la posada, le compró al niño el primer conjunto que encontró y tiró los harapos que vestía, pero eso había sido una emergencia, jamás permitiría que un niño bajo su cuidado vistiera ropa tan espantosa por demasiado tiempo.
Oh, pero esta, esta nueva túnica le quedaría perfecta.